Capitulo 10

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Hermanos

Mérida

-¡¡Eres una maldita psicópata Mérida!!-

-Cállate-susurre. -Te dije que te quedaras en el jodido hotel-

-Lo hubiera hecho si me hubieras avisado antes de que se trataba de una misión suicida-gire los ojos ni siquiera a punto de morir dejaba de ser toda una nena.

-Cierra la puta boca Marcos, nos escuchan todo el maldito clan-

Ciertamente estábamos hasta el cuello de mierda ¿Por qué?

Una misión de rescate y recuperación. Hace apenas 9 horas habíamos aterrizado, a la salida nos encontramos con el convoy de Román, no sé cómo lo hizo pero joder, teníamos vía libre, la policía no sería un problema.

No era traición a la organización, esto era personal, lo hacía por mi hermano, quería ganarme el favor de los Duarte y que mejor que salvarle el culo al hijo prodigo.

El maldito de André había secuestrado al hermano menor se los Duarte, Lino Duarte el mayor había sido un buen amigo de Dimitri, el clan Duarte no se esperaba esta puñalada por la espalda.

A veces creo que André solo busca que le metan un tiro en la cabeza lo cual me hacía inmensamente feliz. Ahorrarme su muerte, aunque lo odie con todas mis fuerzas no dejo de pensar que él es el maldito hijo del hombre que nos saco de las calles, del hombre que nos dio in techo donde vivir y nos enseñó a defendernos. Había hecho una inversión con nosotros y matar al "Diablo" no me daba alegría aunque por salvar a mi hermano podría volver a vender mi alma.

No importa, aquí solo me interesaba en que estuviera bien y fuera del penal de máxima seguridad donde lo tenían recluido.

¡Joder! aun siento la sangre bombear en mis oídos cuando me entere de lo que le habían hecho, André había comprado al director del penal y bajo sus órdenes lo habían sometido a torturas, cuando me entere de toda la mierda casi le vuelo los sesos al idiota de Román, él se supone que lo tendría protegido y cuidado ¿cómo? No sé, solo sé que era su maldito trabajo.

El sonido del arma, hizo eco por toda la zona.

Eran bodegas abandonadas, en el pasado nos habían servido para guardar la mercancía, era un lugar de difícil acceso sin duda un lugar imposible de penetrar, como la persona encargada de la distribución, yo misma había verificado las medidas de seguridad.

-Marcos, ahora-dije mientras apretaba el pequeño detonador que sostenía en la mano. Marcos inmediatamente se llevó las manos a los oídos las explosiones no se hicieron esperar, volaría hasta china la jodida bodega.

-¡Puta Mérida! ¡¿Cuánta jodida mierda colocaste?!-no hice caso y mande la señal al comando de los Duarte, claro yo aria el trabajo sucio.

-¡Vamos imbéciles ¿Acaso necesitan una jodida invitación?!-se movían como putas tortugas.

-¡Joder, apúrense que no estamos en el parque!-los quince hombres tomaron la delantera y las ráfagas hacían acto de presencia, no importaba por donde jodidos caminabas si no tenía cuidado una bala enemiga o amiga se incrustaría en mí.

-¡El puto paraíso!-grito por lo alto Don, ese jodido loco de mierda, era un sádico lo había conocido junto con Marcos, era un buen soldado asumía que en cualquier momento una bala lo atravesaría y él ya estaba listo para morir "No tomes sueños ajenos, muere hoy" su frase preferida, ese era su lema y yo lo sabía, una bala en este jodido mundo tenía su nombre, grabada con el fuego del cañón.

-¡Marcos, Don, con migo vamos por el niño prodigo!-grite corriendo por el puto intercambio de balas con el juego de armas que sostenía en ambas manos.

Mia para Siempre. (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora