Lo inesperado.

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Paso una semana desde aquel incidente con los perros, ninguno de los dos me a dirigido la palabra o tan sólo la mirada, me siento mal gracias a eso; ahora siquiera tengo equipo para el trabajo de la profesora Margo.

Una semana es lo suficiente como para acostumbrarme al gato-humano que camina por mi casa. Yoshio agarro la costumbre de dormir en mi cama, de restregarse a mi cada que quiere, o molestarme con sus colas mientras estoy sentada en la cama con mi computadora.

Hay ocasiones en las que a la hora de bañarse, sale huyendo y se esconde; incluso e tenido la mala suerte de entrar al cuarto, justo cuando se esta cambiando de ropa; mientras que él me ignora y continua, yo salgo estúpidamente roja y avergonzada.

De vez en cuando juego un poco con él, no es muy distinto a un felino doméstico. Las chicas del cole siempre están preguntando por él, le regalan cosas, y lo acosan.

Mi madre salio hace unos días, dijo que visitaría a la tía Grace por no se que cosa, así que e estado sola con el gato.

Yo sigo con mi apariencia gatuna, ya me acostumbre a las colas y a las orejas, incluso ya puedo controlar cuando maullar y cuando no; aunque también e notado que mas chicos me siguen, es genial en cierta forma ya que han dejado de molestarme por ser una humana.

El problema es cuando Yoshio se percata de ellos, pues inmediatamente hace cualquier cosa para remarcar que esta con migo, ya no es extraño mirarlo caminar tras de mi, ni despertar y ver a un gato sentado en la ventana viendo el amanecer.

Las cálidas brisas matutinas mueven su cabello y los pequeños rayos de sol que comienzan a salir, iluminan su rostro y hacen brillar sus lindos ojos; no es tan malo estar cerca de él.

Es muy servicial a pesar de su actitud malhumorada, siempre antes de despertarme, prepara mi ropa, recoge el cuarto y hace el desayuno, después de todo eso, se sienta sobre la cama o el borde de la ventana a esperar a que despierte.

Como lo se? Fácil, siempre me despierto al mismo tiempo que él, podre verme como alguien egoísta, pero no puedo hacer nada, siempre le ofrezco ayuda, le pido que deje las cosas, e intentado de todo pero nunca me hace caso.

Me gusta sentir sus cálidas manos sobre mi rostro cada que me limpia los residuos de la comida. = Es un desastre como gato = me dice siempre que hago algo mal.

Pero, me gusta tenerlo cerca....

*escalofríos* Esto no era bueno, como era posible que yo hablara así de él, como podía decir cosas tan buenas de él, que diablos significaba que lo tratara como un amigo normal.

- Joven ama, es hora de levantarse. - Escuche su voz, a la vez que el sol me deslumbraba.

- ~Nyaaa~ - Solté de repente y sin poder controlarlo, cayendo de la cama.

- Acaso a maullado mi señora? - Dijo alzando una ceja y viéndome burlón.

- No!!! Me pegue, eso fue lo que escuchaste. - Me puse de pie y evite verle la cara.

Se acerco a mi con la ropa del día y una charola gris donde traía el desayuno; mientras yo me arreglaba, él serbia algo de leche enchocolatada y algunos panes a los que les unto un poco de mermelada y mantequilla de maní.

Una vez lista me senté en mi escritorio a escribir un poco hasta que diera la hora de ir al colé, Yoshio tendía mi cama y levantaba mi pijama.

- Que escribes mi señora? - Se acercó curioso.

- Término el proyecto de la profesora de redacción. - Respondí con la mirada aún en la pantalla.

- Eres muy rápida escribiendo. - Dijo mientras me veía mover las manos sin detenerme.

¿Por que Neko? (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora