No hay palabras exactas para describir cómo cojones me siento ahora mismo. ¿Destrozada quizás? No lo sé. Lo único que sé es que todo esto es por tu maldita culpa. Por tu maldita costumbre de entrar a mi vida sin llamar a la puerta e irte sin avisar, cerrandola despacio, intentando no hacer ruido para no darme cuenta de que te estás yendo.
Y ahora que ya te has ido sin decir ni una palabra me he dado cuenta de lo jodida que estoy, de que ya no te tengo, de que estoy enamorada de ti, de que preferiría morirme a no tenerte cerca.
La has cagado ¿o lo has conseguido? Porque me has matado, puede que no físicamente, pero por dentro soy un mar de sangre, un ejercito muerto que ha perdido la batalla porque acabaste clavando tu flecha en el punto exacto -el corazón- y me temo que no va a haber Dios que pueda curarlo. Supongo que gracias por irte, por destrozarme, por cambiarme.
Te odio (te amo).