CAPITULO 18 SEV-CUESTRADO

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Se encontraban abrazados por sus pieles. La puerta sonó ligeramente. Neyla se desperezó y al poco tiempo se dio cuenta de la situación.

-¿Quién es? - chilló haciendo que Severus se sobresaltara.

-Con quien hablas Neylita...-murmuró.

-Han tocado la puerta, - Severus reaccionó levantándose rápidamente- Escondeté debajo de la cama. - La miró incredulo.

-¿Acaso su red Flu está ocupada?

-Está averiada, haga lo que le digo. - Este se agachó y se metió buenamente. Neyla metío sus ropajes negros a patadas con él.

Volvieron a tocar y esta se percató que iba desnuda fue al armario y con ayuda de magia se puso un pijama.

-¿Quién es? - repitió más alto.

-Soy yo, Quirrel.-Abrió la puerta y este entró.

-Vaya,me has dejado plantada y ahora me buscas. - Dijo cruzando los brazos.

-No era mi intención, yo...quería pedirte si querías ver el amanecer conmigo. - Neyla se quedó paralizada y más el hombre que estaba debajo de la cama escuchándolo todo.

-Eeh.....yo.-Le dio un poco de lastima. - Vale, ve saliendo por delante. - Quirrel salió con una sonrisa de oreja a oreja.

-Severus, quédate aquí hasta que vuelva. - Se llevó una cobija del armario y su varita.

-¿Pero qué demonios? - Se arrastró por los suelos y antes de que se incorporase salio cerrando la puerta.

Me cago en Salazar. El hombre se puso los bóxer, los pantalones y la camisa negra. Se dirigió a la puerta con varita en mano.

Fue a abrir la puerta y no se abría. Intento con su varita, y nada.

-Maldita leona. - murmuró.

Estaba encerrado hasta Merlín sabe que hora. Se recostó en la cama de lado e inhalo ese olor que estaba impregnanado. Ese aroma a mujer y hombre, una mezcla entre el cielo y el infierno.
Uno de sus dedos viajaba por la fina sabana blanca con algunos bordes dorados. Observó el lugar y una macabra sonrisa se formó en su rostro.

¿Qué pasaría si inspecciono un poquito el área? Pensó incorporándose.

Vio el armario y se dirigió allí. Lo abrió y vio sus ropas. Le llamó la atención un vestido excesivamente corto verde esmeralda.

Vaya con Neylita. Siguió pasando la ropa y cuando terminó pasó a los cajones. Lo abrió con cuidado y sacó con sus dedos unas bragas en las que ponía "Malota".

Aguantó la carcajada y siguió mirando. Miró con curiosidad un tanga con estampado de leopardo. Lo cogió divertido y se lo guardó en el bolsillo de su pantalón.

Siguió con un baúl que había a unos pasos de él y lo abrió con miedo a lo que podía encontrarse. Lo primero que vio fue una foto en los que salía ella con quince años y al lado suya un chico más grande que ella de unos veinte años.

La manera en la que reían y ese tipo cogía sus manos le exaperaba. Miró por detras a ver si había alguna descripción y la vio.

Con mucho amor, Brad. Te quiero, no lo olvides.

Antes de querer romperla con sus propias manos la dejó en su sitio y siguió urgando. Había viejos libros de transformaciones y encantamientos. Lo que más le sorprendió fue ver un diario.

Lo abrió y fue pasando las hojas hasta que algo le llamó la atención.

Cosas que he ido descibriendo del maldito murciélago de las mazmorras.

1.Se cree todo un lider, y no lo es.

2.Es el mayor cabezota que he conocido.

3.Es un insensible.

4.Cree que hace buena pareja con Horrora Sinistra.

5.Es un tonto, ¿Cómo le puede restar puntos a mi casa por nada?

6.Es directo. Me gusta.

7.¿Por qué diablos estoy escribiendo esto?

8.La tiene grande, muy grande.

9.Vete a dormir Neyla y deja de delirar por él.

10.Es celoso.

Pasó de páginas riendo hasta que un picoteo en la ventana lo hizo dejarlo.

Se dirigió a la ventana para recibir al ave. Cuando cogió la carta con un pequeño paquete la lechuza de fue.

No aguantó la tentación y la abrió, total, la iba a cerrar con magia. La carta decía.

De Amy:
Te echamos mucho de menos. Ayer estuve con Brad y quedamos en ir el año proximo a verte, ¿qué dices?, iremos aceptes o no. También te tengo un peqeño regalo, se que eres virgen ( o no ) pero sabes que esto lo tenemos que tener cualquier mujer. Espero que te haga vibrar y recuerda que nosotras también disfrutamos de nuestro propio placer.
Besos Neyla.

Miró el paquete incrédulo, ¿Qué diablos había ahí? Deshizo el nudo y lo abrió. Sus cejas se alzaron involuntariamente y su mano cogió ese artilugio. Un consolador rosa.

-Vaya. - pulsó un botón y esi comenzó a moverse. - Yo puedo trabajar mejor que esto.

Metió el objeto en la caja junto a la carta y lo cerró.

-Incendio. - se quemó ante sus ojos.

Terminó de recorrer la habitación y se echó en la cama pensando en todo. La puerta se abrió y Neyla entró.

-¿Severus?-susurró. No contestó.

Neyla interpretó que estaba dormido, se cambió a un camisón y se recostó a su lado. Cuando cerró los ojos sintió una mano en su abdomen.

-¿Y ese vestido esmeralda tan corto? - Abrió los ojos mirando al hombre.

-¿Has estado regi... - la interrumpió.

-Sí, también he visto esas bragas de malota - Lo fulminó con la mirada. - Y mis favoritas. - Sacó del bolsillo el tanga de leopardo.

-¡Dámelo!-se puso a horcajadas de él.

-¡Oooh la leona en acción! - Y así se tiraron hasta que fueran a desayunar.

Obviamente el tanga se lo quedó Severus, de recordatorio.

Oliiii
2/4
Más tarde sune el siguiente, y por la noche el último.
Besos.

Nuestra forma de amar (Severus Snape)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora