Capítulo 3.

106 6 0
                                    

Ya llevaba un par de días allí cuando recibí la visita de Missy. Esperaba que ella me contara la situación, porque todavía no había hablado con nadie.

— ¿Te ha visto alguien? -pregunté cuando entró en la habitación.

—No, nadie me ha seguido por el camino ni nada.

— ¿Cómo van las cosas desde que me fui?

—Tensas. Me han informado de que ya han empezado a buscarte y sinceramente, no creo que debas pasar mucho tiempo aquí.

—Tendré que ir buscando otro hotel.

—No me refería a eso. Liv tienes que volver a casa, vuelve a Nueva York, allí estarás segura. Ya tienes lo que necesitabas, no arriesgues tu vida tontamente.

—Pero...

—Pero nada, he buscado vuelos y el más cercano sale mañana. Debes cogerlo y volver con Vito.

—De acuerdo, lo haré.

—Oh, gracias -dijo abrazándome-. Estoy muy preocupada por ti, por favor haz lo correcto.

—Tranquila, lo haré. Por cierto, ¿qué ha pasado con Collins?

— ¿Quién? ¡Ah sí, el policía! Marco lo tiene retenido pero el tipo parece bastante astuto, temo que se escape y que te haga algo.

—No permitiré que me haga nada, puedo acabar con él perfectamente.

—Te creo pero no te arriesgues por si acaso, eres muy joven y te queda mucha vida por delante.

—Hablas como si fueras una anciana y solo eres unos cuantos años mayor que yo.

—Te hablo desde la experiencia Liv -dijo sonriendo tristemente.

Después de que se marchase, estaba un poco preocupada por lo que pudiera llegar a hacerme aquella gente. Nadie me avisó de que las cosas se pondrían así de feas. Me di cuenta de que Missy tenía razón y tenía que volver a casa. Preparé la maleta, para no tener que hacerla por la mañana y me fui a dormir.

A la mañana siguiente abandoné el hotel y me puse en camino para llegar al aeropuerto. Todo parecía marchar según lo planeado, pero tenía ciertas sospechas por lo tranquilas que estaban las cosas. Cuando estaba a punto de embarcar, vi que repentinamente cancelaron el vuelo. Aquello me pareció sospechoso y me di cuenta de que las cosas se pusieron feas. Un hombre me atrapó y me llevó por la fuerza, pero resistiéndome me solté y huí para ponerme a salvo.

Corrí todo lo que pude y descubrí una habitación que había al lado de los servicios y se trataba del cuarto de la limpieza. Parecía que la situación se había calmado al cabo de un rato, pero sabía que no era cierto. Había un grupo de hombres disperso por todo el aeropuerto buscándome. De repente comenzaron a golpear la puerta del cuarto en el que estaba e intentaban derribarla, pero la bloqueé con una escoba y la empujaba para que no pudieran entrar. Después de llevar un rato empujándola comenzaba a cansarme y uno de ellos le dio una patada y consiguió derribarla. Caí al suelo con la puerta y entraron dos hombres corpulentos. Uno de ellos me sujetaba mientras el otro me colocaba una brida en las manos, haciendo la función de unas esposas. Los dos me agarraron y por mucho que lo intenté no pude liberarme de aquellos dos orangutanes. Me metieron en un coche y me vendaron los ojos. Aquellos capullos me estaban secuestrando y yo no podía escapar.

Todavía sin poder ver nada, me sacaron del coche y me llevaron hasta algún sitio. Cuando me quitaron la venda vi que estaba en el despacho de una casa, frente a un tipo que estaba sentado en un largo sofá.

—Ya era hora chicos -le dijo a los dos hombres que me sujetaban-. Hola, Liv.

— ¿Cómo sabes mi nombre? -el hombre se echó a reír como si yo hubiera contado algo graciosísimo.

Catch me if you canDonde viven las historias. Descúbrelo ahora