Te echaba de menos, supongo que te echaba mucho de menos y no podía dejar de mirarte, de modo que días después me decidí a llamarte y hablamos.
Te dije: "Voy a hacer algo de deporte, ¿quizá te gustaría venir?" Y dijiste que sí.
Recuerdo que fue un reencuentro bonito, pero incompleto.
Recuerdo que te llevé por un lugar especial y te hablé de mi pasado. Te conté una historia bonita sobre las casualidades y los milagros, pero era algo que había sucedido de verdad. Era algo que te quería contar.
En cierto modo fue algo violento. Dos días atrás no quería hablarte y de pronto estábamos allí los dos juntos, pero creo que si estábamos ahí es porque realmente queríamos o lo necesitábamos.
Ahora recuerdo que ese día conociste a mi madre. Fue por casualidad, pero tengo que decirte que, ese día, cuando regresé a casa, le pregunté:
—¿Qué? ¿Te gustó? ¿A que es guapa?
Y ella me dijo que sí, que eras preciosa y joven y que tenías los ojos enormes. Porque, aunque tú lo niegas, aunque dices que no, lo son. Tus ojos son enormes y bonitos y encierran cierto atrevimiento cautivador tras una cortina de timidez y una sonrisa cariñosa.
Al final va a parecer que todo esto es por tus ojos o por tu sonrisa o por tu forma de reír, pero no es por eso y al mismo tiempo sí que es por todo eso.
Es por tu cabello oscuro y ondulado, con ese aspecto andaluz que tanto me gusta, y por esa piel blanca y sensible que tanto le cuesta broncearse, que está fuerte, pero que tiene ese color pálido que me dice a gritos "cuídame, acaríciame, protégeme". Por esas curvas de mujer de verdad que guardan una hermosísima proporción y ese cuello y luego algo que va mucho más allá, tu risa, que ya he mencionado y que hace que me vengan ganas de arrancarte una fuerte risotada y hacerte feliz, de convertirte en mi niña consentida. En mi Biblia personal pondría:
"No soy digno de hacerte sonreír, pero una carcajada tuya bastaría para enamorarme".
...Y luego está esa forma de atusarte el pelo mientras me miras comprensiva, cuando la brisa te deshace el pelo y un mechón cruza tu cara y con infinita delicadeza lo apartas para que no obstaculice nuestro infinito cruce cómplice de miradas. O tu mano y las veces que se ha sujetado de la mía, suave, pero con fuerza, una fuerza casi imperceptible, pero que está ahí y me transmite todo tu amor, que me dice:
"A tu lado estoy bien, a tu lado es donde quiero estar esta noche".
¡Y qué hay de tu simpatía! De tu forma de ser, misteriosa, pero bondadosa, comprensiva, ¡con un gran corazón! No son cosas que diga sin más, no son sólo palabras, las digo y cobran sentido y me vienen recuerdos, momentos, por ejemplo esa vez que te indignaste porque hacían daño a los animales. En esos momentos pienso que eres una gran persona, grande y también madura, y me doy cuenta de cuánto has crecido.
Al volver a casa, ese día, mi madre me dijo que eras linda y yo dije que no, dije que no eras linda, dije que eras lindísima.
ESTÁS LEYENDO
TODOS LOS RECUERDOS QUE TENGO DE TI (CARTAS REALES)
RomanceHola, mi nombre es Jack D. y soy escritor, pero vengo aquí con el alma desnuda y el rostro cubierto para escribir las memorias de mi primer amor tal y como yo las recuerdo. No pretendo con ello hacer literatura, si no te gusta mi historia puedes i...