#31 TODOS LOS RECUERDOS QUE TENGO DE TI

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¿Sabes cuando me dices que no te gusta hacerte fotografías, que no sales bien, o que no eres guapa?

Si estuvieras aquí ahora te haría muchas fotografías, lo haría todos los días, así sabrías cuanto te admiro. Yo sé que tú te ibas a enfadar porque odias que haga eso, pero no pasa nada porque te haría cosquillas hasta hacerte reír. Probablemente al final me darías algún codazo que otro sin querer y me harías daño en un ojo, lo cual haría que te rieses más y más hasta darte cuenta de que, en verdad, me has hecho daño. Entonces, y sólo entonces me achucharías y me abrazarías y sólo después de abrazarnos y reírnos tanto, como en la canción de Amaral: tú y yo nos miraríamos sin saber bien que decir...

Una mirada tierna entre los dos y te iba a acariciar porque me encanta tu piel ¿sabes dónde es el mejor sitio para hacerlo? Donde no te da el aire, ahí es donde más se siente y me refiero a tu cuello, en la cara interna de los codos o en ese espacio que deja tu oreja para mí, pero muy suavemente, para no molestarte, ¿sabes? Así, con mucha ternura, con la yema del dedo...

Te diría que cierres los ojos para no pensar en nada y te acariciaría también por las cejas, así, con los ojos cerrados pasaría mi dedo por tu nariz y bajaría con deseo hasta tus labios. Desde tu lado, tumbado, los miro fijamente, pero tú no me ves.

Me gusta como brilla la luna sobre nosotros, hace que tu piel se vea tan tersa y bonita, así, toda negra excepto en el borde donde brilla su larga silueta.

Después de pasear mi dedo por tus labios y de que me premies con uno de esos mordiscos tuyos tan provocadores, tan cariñosos... me lo llevaría a mi boca, está claro que tú no te das cuenta de eso, pero me lo muerdo en el mismo sitio donde lo has hecho tú con tanto interés... a continuación, ese mismo dedo viajaría decididamente hasta tu ombligo donde comenzaría a hacer círculos enamorados en torno a él.

A estas alturas tu piel estaría estimulada, sensible y con los pelitos de punta; en cambio yo, aunque parezco tranquilo, por dentro estoy a punto de explotar así que, me acerco a tu oreja y te digo cosas cariñosas: te digo lo que me haces sentir y te la acaricio con mis labios, muy despacio porque si no, te da cosquillas y, ahora quiero que estés relajada.

Me encanta como arqueas tu cuello con el placer que te doy, después vuelves tu cabeza y me miras: tú quieres que haga eso, pero es una decisión muy difícil, aunque me ruegas con tu presencia que siga convenciéndote.

...Tal vez nos estamos dejando llevar demasiado, pero te acaricio con mi pie, estoy acariciando mi pierna contra la tuya porque quiero estar en contacto contigo, todo mi ser anhela estar en contacto contigo, quiero, ¡no! ¡Deseo que todo mi cuerpo esté rozando el tuyo! Sin embargo todavía no me atrevo a hacerlo, ni tampoco tengo prisa porque cada minuto a tu lado es un minuto ganado.

Al final consigo meter mi pierna entre las tuyas, solo eso, y me quedo mucho más tranquilo al poder abrazarte con otra parte de mi cuerpo, cuidarte, retenerte un segundo más, esperando que tu perfume se quede en mí por unos días, o por siempre...

Arriba, mis labios han empezado a juguetear con tu mejilla y tú has empezado a sonreír, te gusta y ahora lo sé, algo que me hace sonreír a mí también.

El hecho de sonreír en tu mejilla y exhalar aire en tu cuello excitado te hace cosquillas otra vez, pero ahora ya no puedes reír, ya no. Ahora sólo eres capaz de gemir en voz muy baja, muy tenue, como si tratases de ahogar tu lívido. Un ruido encantador que me vuelve loco y te delata, pero todavía no he perdido el control, ninguno lo hemos perdido.

Hasta que miro hacia abajo... hacia mi dedo que está con tu ombligo y veo que llevas uno de esos pantalones tan cómodos, uno de esos que perfectamente podrías usar de pijama, corto y de algodón y, como es verano te has quedado tan delgada y tan rica que te viene un poco grande, y como cruzas tus piernas en torno a la mía con tal de abrazarme con tanta insistencia o, tal vez, con tal de ocultar lo que está sucediéndote ahí abajo ocurre qué, se forma un espacio oscuro entre la tela de tu pantalón y tu vientre delicioso. No se ve nada, solo oscuridad, pero puedo sentirte que es mejor. Además es tan sugerente que me hace morderme el labio inferior con fuerza y deseo.

TODOS LOS RECUERDOS QUE TENGO DE TI (CARTAS REALES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora