No sé si hay un nombre oficial para el ship (James y Cameron de Asking Alexandria).
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James procedía de la costa. Del sureste del país. Le gustaban las gambas y el olor a recién pintado.
También le gustaba sonreír. Sonreía sin cesar. Aparentaba ser tan feliz que, a veces, logró atemorizarme.
Acudía a mí con aquella característica curvatura entre sus facciones.
Cuestionaba.
-¿Crees que va a llover?
Yo respondía.
-No.
Entonces él sólo reía. Tomaba asiento a mi lado. Admiraba el paisaje y comenzaba a conversar. Trataba temarios tan diversos. Tan necesitados.
Nunca comprendí su sentido del humor. Sus carcajadas abundaban mundos. No era necesariamente bonitas. Variaban. Colisionaban contra mis tímpanos. Por sorpresa. Sin previa advertencia.
Quizás por eso le quería tanto.
Era como la brisa marítima: Llegaba, pero no te percatabas...Además, él siempre olía a sal.
Sus tatuajes abarcaban intensas partes de su físico, tal como el océano ocupa en el planeta.
Era sorprendente, tal y como las tormentas veraniegas de Valencia.
-¿Crees que va a llover?
-Creo que no.
-¿Crees que esta noche lloverá? -Arqueé una ceja. Era una pregunta inusual. Alejada de la rutina. Afirmé-. Entonces...¿vendrás a resguardarte en mi casa?
-Pero sólo si llueve.
Y llovió.
Su hogar era cómodo. Cálido. Como sus besos en mi cuello. Sus manos entre mis caderas. Mis uñas entre sus lunares.
Desde aquel día, algo sobresalió entre nosotros. Un sentimiento esencial en la rutina. Una súplica por el contacto.
James lo trataba con control. Pero para mí era necesario.
Las primeras semanas fueron agradables. Eran besos. Caricias leves. Simples carcajadas. Como soplar las velas de una tarta. Un momento especial. Un deseo entre cada llama.
Pero, como la cera hace con el fuego, el amor se consume con el tiempo.
Las risas se transformaron en silencios. Las miradas en lágrimas. Y el sexo en palizas.
James siempre produjo cosas en mí que nadie más consiguió. Tales eran mis heridas que ascendieron a niveles. Grados inesperados. Creía ser un juego. Yo el juguete; él manejaba mis sentimientos.
La semana anterior, interrogó:
-¿Crees que va a llover?
Respondí; atemorizado.
-No.
Él rió.
-No puedes asegurar el destino de cada uno.
Y aquí estoy, encerrado en el armario de nuestra habitación.
Mis ojos húmedos no cesan su tormenta. Sus gritos son los truenos. Sus pisadas los relámpagos.
Poco a poco, se van acercando.
Sé que me encontrará.
Esta vez no habrá más huesos rotos. Porque el corazón no tiene de eso, ¿verdad?
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CÓMO HEMOS LLEGADO A LOS 13K
Yo entré a Wattpad con un cálculo de trescientas visitas aproximadas y ahora no puedo estar más agradecida. Gracias. De verdad.
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homosexual imagine ☹ español
FanficDemasiado gay para este mundo. padaledger © Todos los derechos reservados.