Me despierto con un frío que penetra mis huesos, me doy cuenta que estoy desnuda envuelta en sábanas, siento algo duro contra mí espalda es el cuerpo desnudo de Ray, abró los ojos lentamente, Ray me tiene rodeada con sus brazos, me inunda el olor a alcohol y cloro, que se desprenden de mí piel y la de Ray, la luz del día inunda la habitación
-Ray - le llamó, él se remuve pero no se despierta, me suelto de su agarré, me voy a la ducha enciendo el calentador, me sumergí en el agua, las imágenes de la noche anterior atropellan mi mente, me dejó caer al suelo de la ducha, mis lágrimas caen por mí rostro, sollozo con intensidad, observó mis manos como si todavía estuvieran manchadas de sangre, los gritos vienen a mis oídos, gritó junto con ellos, trató de no pensar en mi padre, pero mi mente lo invoca y aparece en mis pensamientos, recuerdo su rostro de decepción al saber lo que hice hace muchos años... Y los recuerdos perdidos regresan a mí
Era una mañana fresca de diciembre, mi edad era temprana, estaba entrando en la adolecencia, era la mejor en todo, en la escuela y en las actividades extras que hacía, como Ballet, lecciones de piano, violín, guitarra, canto, francés e italiano, natación y defensa personal, era una máquina de aprendizaje, mis padres estaban orgullosos de mí, pero algo andaba mal en mi vida perfecta, mi madre pronto tendría a otra hija, la cual no era de mí padre, eso fue lo que escuché entre gritos que provenían de su habitación.
Mi padre últimamente se la a pasado trabajando y mi madre anda de mal genio, hoy sería el inició de mí miseria, mi padre se había ido con mi madre a la clínica, hoy traerían a esa niña aquí, a nuestra casa, me hallaba en mi habitación con mi nana Martha quien tejía una trenza en mi cabellera castaña
-¡tu hermanita llega hoy! - mi ceño estaba fruncido - ¿que ocurre?, ¿acaso no quieres a tu hermana?
-no
-¿si la quieres o no?
-no la quiero
-¿por que?
-gracias a ella mis padres pelean todo el tiempo
-no es por ella
-¿no lo es?, acaso el que es mi media hermana no sale a colación todo el tiempo, la cual no es hija de mí padre porque mi madre es una zorra
-¡no digas eso! Es tu madre
-y es una zorra, las mujeres casadas no se revuelcan con otros hombres a menos que sea su esposo ¿no?, ella es una adúltera
-y tu ¿arrojarías la primera piedra? ¿A tu madre?
-lo haría mil veces
-y si ¿fuera tu padre? ¿Lo harías también?
-no
-¿por que?
-porque el me trata bien, no como ella...
El sonido de la puerta al abrirse hizo que Martha se levantara rápidamente, la seguí hasta la puerta principal, donde mi madre cargaba en brazos a una niña hermosa, mi padre cargaba sus lentes oscuros y estaba inexpresivo.
-buenos días Señores Beck
-¡papá!
-mi pequeña - fue a mi reencuentro con un abrazo - saluda a tu madre
-hola mamá - no respondió sólo veía a la niña y le sonreía
-me iré a la habitación - y se retiró sin más
-no le pares hija... Esta agotada eso es todo
Mi madre pasó toda la tarde encerrada en la habitación con la niña, me llamaba para cuidarla cada vez que iba al baño, me estuvo evitando toda la tarde y tratando como un cero a la izquierda, en unas de sus idas al baño, escuché a papá llorar en el estudio y maldecir a un tal Bob, tomé la niña en mis brazos, la sensación de tener esa niña en mis brazos hizo que mi mente divagará en meterla a un triturador de basura.
Me alejé de la idea, caminé al balcón, la niña comenzó a llorar, papá inició un canto melancólico que se oía por toda la casa, la cabeza me daba mil vueltas, el corazón saltaba en mi caja torácica desesperadamente, mi cuerpo y mi cabeza estaban conectados y sin más... La niña llamada Micaela Maria fue lanzada por los aires con tan sólo un día de haber nacido, aterrizó ruidosamente en el suelo del último piso, los gritos de mí madre y su llanto hicieron que todos vinieran donde yo estaba, cuando veía hacia el cuerpo inmóvil de la niña, una sensacion de triunfo me embargaba, cuando me volteó lentamente, el rostro de mí padre es de decepción y pánico, al igual excepto el de mí madre la cual sólo ve en la dirección que Micaela fue lanzada...
-¡Taylor! - me llamaba y zarandeaba Ray, lo miré fijamente, él me levantó y me abrazó, mientras el agua de la ducha nos empapaba a los dos, mis lágrimas no paraban de correr en mi rostro, Ray cerró la ducha y me cargo hasta afuera del baño buscó una toalla para él y una para mí, nos quedamos en silencio, él me veía y yo sólo sollozaba mientras nos secábamos, me puse la camisa de Ray que estaba tirada en el suelo, él se limitó a buscar un short en el closet, me acosté en la cama mirando hacia el techo, mientras las lágrimas corrían por mí rostro, Ray fue y se acostó al lado de mí, me abrazó - ya Taylor
Me susurró acariciando mi cabeza
-¿por que lloras?
-por que... - aclaré mi garganta - la maté
Y más lágrimas me acompañaron
-no llores por eso - levantó mi mirada para encontrarme con la suya
-¿no ves? La maté y no puedo hacer nada para remediarlo
-no lo hagas - me sorprendieron sus palabras - no trates de ser algo que no eres... Eso fue lo que entendí cuando fuí adonde me dijiste, no puedes ser algo que no eres... La única razón por la que no he matado es por ti...
-¿por mi?
-si, simplemente siento que debo hacerte feliz en todos los aspectos... Y no voy a verte sufrir por querer ser algo que no eres
-pero... Y ¿mi padre? Se decepcionará mucho si hago lo que me gusta hacer
-que importa preciosa... No importa lo que piense el resto de ti, lo importante es ser tu misma sin importar quien...
-me estas diciendo ¿que sea yo misma?
-si cielo
-y ¿por que tu dijiste que tratarías de cambiar?
-porque tu dijiste que lo hiciera, ya te dije haría cualquier cosa que te hiciera feliz... Pero como bien sabes no podemos cambiar lo que somos
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Fingiendo
Teen FictionEsta es la historia de Taylor Beck una mujer de 25 años atormentada por su pasado, tiene que enfrentarse al presente, el cual le esta cobrando la factura de sus antiguos errores, los cuales volverá a cometer junto con un nuevo aliado, que le traerá...