♥ Capítulo 7: Una visita inesperada ♡

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Me levanté de mi cama muy cansada y me dirigí al baño a realizar mis necesidades. Luego me cepillé los dientes y pasé por encima de los libros preparatorianos que estaban por todo el suelo hasta llegar a la puerta. Mañana era lunes y eso significaba arreglar mi habitación. 

Olvidé mis deberes y comencé a bajar los escalones. Cuando al fin llegué a mi destino, me encontré a papá leyendo el diario, claro, era un fanático de los crucigramas.

─ Buenos días papá. ─ lo saludé con la misma tonada de todos los días.

Él no respondió, pero ése no fue un impedimento para pasar cerca de él y dirigirme a la cocina.
Mi estómago rugía, así que rápidamente me hice un emparedado de mantequilla de maní.
Estaba desayunando con el silencio a todo su esplendor. Lo único que se escuchaba eran las hojeadas del  periódico. Admito que no fue una buena mañana. Un pequeño sonido, parecido a la de un golpe en la ventana, rompió con el silencio.

El ruido parecía provenir de afuera. Aceché en la ventana de la cocina para ver qué era y no encontré nada sospechoso. Miro hacia la puerta y noto una figura alta y esbelta.

Aarhus estaba señalándome la puerta y me decía, obviamente, que la abra. Obedezco lo que me indica y voy inmediatamente a abrirle, ya que el sol estaba a todo lo que da. Su sonrisa fue malévola ya que él sabía sobre mi horrible castigo.

─ Papá está adentro... viendo su ocio.

─ ¿Porno? ─ trata de hacerse el gracioso. Rodo los ojos demostrando lo malo que era la broma.

─ No estúpido, crucigramas. Él no es como tú. ─ le golpeo en su hombro. Él finge caerse pero por error se golpea con la puerta.

Reíamos sin parar causando que el antiguo silencio se fuera y recordando algunos viejos momentos. Aarhus es realmente encantador.

Nos dirigimos hasta la cocina y le señalé el lugar donde estaba mi padre. El señor enojado cambió su rostro al ver a su soñado hijo. Se abrazaron, hicieron su saludo complicado y finalmente se dispusieron a charlar.

La plática de los hombres no iba más allá del fútbol, escuela y negocios. Para ellos era algo común, para mí, simplemente aburrido. Entonces me fui de la sala y llegué a mi lugar de origen: la cocina. El emparedado me esperaba con su suculenta mantequilla de maní, y cuando al fin tomé asiento, otro ruido desde afuera me interrumpió.

¿Y ahora qué? Estaba tan enojada que ignoré el sonido.

Después de terminar el desayuno, el cual no tardó mucho tiempo en el plato, me dirigí a mi guarida.
Allí me encerré y me adentré al baño. Necesitaba quitar ese sabor de mi boca, así que me cepillé los dientes.

Al salir me dispuse a arreglar mi cuarto, ya que estaba patas arriba.
El ático tenía entrada en mi cuarto, por lo cual debía limpiarlo también. Subí con una toalla húmeda y una escoba pero al llegar comencé a pisadas que provenían del techo. Imaginé que era un gato o incluso una paloma, pero realmente sonaban muy fuertes.

Mediante el ático podía ir al techo, pero del techo no había otra manera de ingresar a la casa más que en el ático. Abrí la ventana corrediza que estaba sobre de mí pero que logré llegar hasta ella gracias a unas cuantas cajas de materiales desconocidos.

─ July... ─ me sorprende una voz ya conocida.

Adam sonreía y se le veía demasiado tranquilo. Llevaba puesto un traje elegante color café calor acompañada de una corbata de seda roja y zapatos negros. Tenía una curita casi invisible en la nariz, debido al golpe de papá.
En cambio, yo estaba sorprendida de que él sepa dónde vivo e incluso mi habitación, pero lo más sorprendente fue que ni Aarhus ni papá se dieran cuenta de su presencia. 

─ ¿Qué haces aquí? ─ le pregunto mientras lo observo entrar al ático. Él sonríe al verme informal y con una escoba lista para comenzar la limpieza.

─ Vine a hablar con tu padre, cenicienta. Así que no te emociones tanto. ─ me evade el saludo de mano que educadamente le hice.

─ Baja entonces, espera, ¿Por qué subiste? ¿No podías haber tocado el timbre? Era muchísimo más fácil que subir hasta acá. ─ le digo usando la lógica. Es un tipo bastante loco.

─ Lo siento, amo lo extremo, además soy un gato en búsqueda de su gatita. ─ me guiña el ojo y desaparece de la escena y no le importó ver lo mal arreglada que estaba mi habitación. Asustada, le seguí  y lo alcancé en la sala de estar, frente a mi padre y Aarhus. La cara de asombro de ambos fue típica de una película de terror americana: pálidos, con la boca y ojos en forma de "O".

─ ¿ Qué haces aquí jovencito? Vete si no quieres que llame a la policía. ─ dijo seriamente enojado mi padre.

─ Vine hasta aquí no por July, sino a demandarlo por la cantidad de cuatro millones de dólares. ─ saca de su bolsillo una hoja semi-arrugada.

─ ¡¿ Y por qué ?! ─ grita mi papá levantando los brazos y su trasero del sofá. Coge la hoja y la lee minuciosamente.

Aarhus y yo sólo éramos espectadores del conflicto. Me sentía culpable por haber conocido a un hombre tan influyente, ahora sólo quiero sacarlo de mi vida, pero... ¿Cómo?

─ Recuerde que usted me golpeó y eso causó una operación por dos millones de dólares y también causo daños y prejuicios, por eso son los otros dos. Lo necesito en efectivo por favor. ─ levanta su mano indicando que lo quiere ahora. ─ sino llamaré a mi abogado y usted se irá preso. Además, embargaremos su casa para pagar su deuda.

Mi padre se quedó pensando en silencio un buen rato. Su enojo se había transformado en preocupación. Su vista no se apartaba del suelo y cuando finalmente la alzó, fue para decir algo sorprendente que dejó a todos los presentes muy impactados:

─ ¿Y si te vendo a July?

Compro corazones rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora