¿Qué hace una chica de diecisiete años con un desconocido? Créanme... ¡Ni yo lo sé!
─ ¿Por qué no me hablas de ti, July? ─ me dice él mientras estábamos abrazados.
─ ¿Qué puedo decirte? Soy una chica normal, tengo un mejor amigo llamado Aarhus y soy hija única; vivo con mi padre que es viudo. Soy común. ─ finalizo para que me toque el turno de interrogarlo. ─ ¿Y tú Adam?
─ Simplemente soy un hombre soltero y con dinero. Nada fuera de lo común. ─ me imita en tono burlón.
─ Quiero saber por qué quería "comprar corazones". ─ recalco mis comillas que hice tras de su espalda.
─ Me gusta consolar a las mujeres, pero a ti no te veo muy demacrada. Háblame de tu ex. ─ espetó seriamente.
─ ¿Cómo sabes que tuve? ─ pregunto con temor.
─ Es lógico, para tener un corazón roto debes estar herido por alguien. Sino... ¿Por qué rayos fuiste al evento?
─ Buen punto, bueno, Óscar y yo tuvimos una relación de seis años. Recuerdo el día que me dijo que le gustaba demasiado y me hizo la pregunta del millón. Fue algo inusual para mí. Su confesión fue rara. Estábamos en las canchas de fútbol, solos con algunos dulces, él saco de su billetera un cigarrillo y lo coloca en mi mano; yo, indignada le golpeé el hombro haciendo que se aleje de mí. Enojada, me percaté que no era un cigarrillo, era una carta. Muy cursi... ¿No? ─ bufo tras recordar aquél instante. Qué hipócrita.
─ ¿Y qué le dijiste? Es obvio ¿No? Le dijiste que sí.
─ Tarde un poco en responder, era mi primer amor, ya sabes.
─No. ─ contesta ronco ─ No lo sé.
Aprieto fuertemente su espalda sin llegar a lastimarlo. Él no se quejó porque ya habíamos durado mucho tiempo así. Sentía que mi hombro se humedecía. Su reacción fue inmediata. El abrazo más fuerte que antes funcionó y él me correspondió. Me sentía más protegida y me imagino que Adam también.
Entonces comenzó a sacar la tristeza de él. Era raro que un hombre lloré.
Aarhus y mi papá nunca lo hacían y verlo ahora, con desconocido, me pone sensible.
─ Ya no podía más, la única que amaba profundamente... trató de matarme ─ continúa diciendo en mi oído mientras seca sus lágrimas.
No supe cómo reaccionar ante tal confesión. Yo me quejaba de alguien que me abandonó mientras él, su único amor, lo trató de asesinar.
Suena difícil describir un suceso como ése, así que escondí mi intriga y dejé que llore.
Su calidez y desprotección hacía que no me separará de él.
Hasta que, algún estúpido e idiota, tocó el timbre.─ July, abre por favor. Iré al baño a secar mis lágrimas ─ me responde con una voz muy baja y entrecortada.
─ Esta bien. No te preocupes ─ le digo para que se tranquilizara. Cumplí el objetivo e hice llorar a Adam. Me siento culpable pero algo feliz por no tener que pagar tal cantidad.
Nos separamos de ese largo abrazo y me acerqué a abrir la puerta, ya que Adam sujetaba a una almohada cercana como un niño indefenso.
Mi corazón seguía latiendo al máximo, igual que el imbécil del timbre.─ ¿Quién cariños es? ─ digo cuando me digné a abrir.
─ Soy tu padre ─ responde una voz conocida, mi papá.
Casi toda hija le tiene miedo a sus padres y yo no soy la excepción.
Por eso, al ver a mi sonriente padre en la entrada con una cara de asesino-violador-psicótico me asombró más que cuando Adam lloró.
ESTÁS LEYENDO
Compro corazones rotos
Ficção Adolescente"Un corazón roto es lo peor que te pudiera pasar" July Grow está en contra de ésta idea, ya que gracias a un anuncio en el diario semanal, ella podrá ganar millones de dólares. Sólo tiene que vender su corazón a un hombre totalmente desconocido y...