♥ Capítulo 26 ♡

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- ¡No! Que los hombres ricos se enamoren de mí es otra cosa. - cruza los brazos.

- ¿Entonces no tiene por qué llorar o entristecerse, no es así? - le cuestiono.

- No, realmente no - niega con la cabeza.

- ¿Me podrías hablar un poco de tu bipolaridad?

- Ammm - mira nerviosa a la ventana - sólo me sucede cuando estoy triste, me vuelve una persona violenta y dramática, pero no soy así.

- Pero si usted dijo que no tiene momentos tristes, entonces no cambia de personalidad - afirmo.

- Estás en lo cierto, pero también el enojo me hace cambiar.

- Pero según Bóer sólo sucede cuando estás triste.

- ¡No! ¡Es mentira! - se levanta enojada de su asiento.

- ¿Entonces el certificado es mentira? ¿Le pagaste a Bóer para que lo hiciera? ¿Engañas a Adam con esto? - me acerco apuntandole.

- ¡Basta! ¡Se acabó la entrevista!

- No niegas nada - le agrego.

- ¿Y si es así qué? Adam me ama y tú estás celosa. Por eso me presionas.

- Terminé. Gracias por su colaboración, señorita Catherine.

- Idiota - se va y cierra la puerta.

Paro la grabación y la guardo junto a la de Bóer. He recolectado evidencia, pero tengo miedo, de que el psiquiatra se de cuenta que lo grabé, que Catherine me demande o que mi amor platónico no me crea. Pero éste último es el que mayor temo.

***

Con la evidencia recolectada, me dirijo con mis maletas un día antes que me había dicho.

- Prometo verte en año nuevo. - abrazo a papá mientras se seca unas cuantas lágrimas.

- Esta vez, iré yo. - me dice mientras me acaricia la cabeza. Adoro que me hagan eso. Me hace relajarme.

- He pedido a McBrown que pase por ti.

- ¡Ah! Gracias. Entonces lo esperaré.

Pero fue poco el tiempo. La limusina estaba doblando la esquina a velocidad media para llegar aquí.

- Buenos días señorita Grow. -contesta cuando baja la ventanilla.

- Buenas - finalizo después de darle un último beso a papá.

Subí al auto y me entristece no estar más tiempo con mi padre, pero debo salvar una vida.

***

La conocida entrada me hace que seque mis últimas lágrimas.

- Llegamos. Tiene suerte, Catherine viajó desde ayer.

- Gracias, pero tal vez ella regrese pronto.

- No lo creo, acabas de llegar y Adam ya no la recibirá. Además, tuvieron una discusión.

- ¿Cómo sucedió? - pregunto curiosa cómo siempre.

- Todo comenzó cuando... - unos golpes en la ventanilla polarizada pausan al señor y me enojan a mí.

Las ventanas se bajan y dan lugar al rostro conocido del muchacho que se parece a McBrown.

- ¡¿Qué quieres?! - pregunta enojado el señor luego de que salimos del auto.

- Necesitaba la limu, debo ir con mis amigos.

- La señorita acaba de llegar y no sabemos si el amo saldrá.

El joven se voltea y me mal mira, yo me sorprendo pero le saco la lengua como respuesta. Se lo merece.

- Discúlpame, él es mi hijo Joseph McBrown. - agrega mientras se quita sus lentes.

- Es muy odioso, nada comparado con usted. - añado para echarle más leña al fuego. Es divertido ver su reacción. - Los dejo caballeros, debo reportarme.
- Hasta luego señorita. ¡Qué tenga un buen día! - responden los dos luego de un susurro del padre al hijo.

Entro y observo a Cristina. Se sorprende un poco, pero rápidamente me señala donde está Adam, justo donde me prohibió ir: a su habitación.

Compro corazones rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora