♥ Capítulo 3: Un hombre rudo ♡

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Habían pasado varios minutos desde que habíamos llegado y sólo nos quedamos de pie cerca de un árbol frondoso que nos ocultaba un poco del bullicio del parque. 

— ¡Hey July! ¡Mira! Ese tipo nos queda viendo mucho — susurra preocupado Aarhus haciéndome mirar por todos lados.

— ¿Dónde? — pregunto frustrada tras no encontrar nada anormal.

Hasta que, disimuladamente, Beckett señala a un chico tatuado, calvo y con piercings que no tenía muy buena facha, pero para mi sorpresa, se estaba acercando de frente poco a poco hacia nosotros. Llegó directamente conmigo e ignorando a Aarhus, me extendió la mano para saludarme.

— ¿Qué es lo que se le ofrece? — le digo un poco nerviosa luego de contestarle el saludo. Aunque no lo crean, este joven me intimida y Beckett no ayuda para nada.

—¿Tú quieres vender tu corazón roto? — habla por fin y sin titubear aquél chico que vestía completamente de negro.

Dudo en contestar, no sé si decirle la verdad. Miro a Aarhus asustada para que me brinde ayuda. ¡Para eso son los amigos!

Él se da cuenta de mi mirada y reacciona inmediatamente.

—Si, ella lo venderá, al igual que yo. ¿Por qué? — engrosa más de lo que es su voz y le agrega una mirada desafiante.

— Porque todos los que están en este parque lo harán, pero... — De pronto, unos voladores interrumpen al chavo que parecía hablar en serio y que además, conoce sobre la compra.

Las personas del parque se mira una a la otra con tal extrañeza porque nunca en la vida habían visto una escena como esta: un hombre mayor vestido con cuero estaba dando vueltas por todos lados en una motocicleta. Tenía unas grandes bocinas rojas con luces de todos los colores y gritaba algo que no comprendía.

— Vamos hacia allá July —  dice Aarhus sosteniendo mi mano y dirigiéndome en donde el loco había estacionado su espectáculo. 

— Aarhus, ¿Qué tal él era el comprador? — refiriéndome al chico de antes. Estaba agitada después de correr. Estábamos a unos cuantos pasos del show.

— No lo creo July. Sus cuerdas vocales no emitían una voz sensual — responde sin preámbulos y muy  seriamente, lo cual me hace soltar unas carcajadas y él me imitó.

— ¿Qué mierda es eso? —   interrumpe nuestras risas Beckett tras ver a la muchedumbre alrededor de la moto.

— ¿Van a vender su corazón roto? ¿Qué esperas para hacerlo?  —  anuncia el señor con tono de comercial  mientras la gente susurra entre sí — Hoy, en punto de las diez de la noche, en el bar "Happy" podrás hacerlo a un excelente precio, ni más ni menos que por ¡Cuatro millones de dólares! Y por el empresario más distinguido de la ciudad: ¡el mismísimo Adam Satney! — finaliza el hombre de cabello rubio y piel más tersa que la mía. Él mira hacia mí y me me saluda con una sonrisa, al parecer, puede tener su lado amable a pesar de su vestimenta.

Aarhus y yo, como muchas personas más, nos quedamos mirando que el hombre se vaya y seguir con el sonido de las bocinas.

— Vamos a mi casa, tenemos que arreglarte — chasquea los dedos para apresurarnos. Faltaban tres horas para la reunión , tiempo suficiente para prepararnos.

  — ¿En serio irás? Ni siquiera tienes el corazón roto. —   agrego asombrada de que Beckett crea en ese tipo de cosas. Él es más de quedarse en su habitación a ver las notificaciones y evitar a las chicas de sus redes sociales.

— Lo intentaré — encoge los hombros despreocupado — no creas que es por el Satney ese, sino que necesito cosas nuevas, como una guitarra, un teléfono moderno, una casa, una esposa, un perro de raza y mi felicidad — lo golpeo en el estomago por las tonterías que dice a lo que él ríe como un loco que es.

Compro corazones rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora