Capítulo 20. "Nuevas noticias y sorpresas inesperada"

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La habitación había quedado en silencio, nadie sabía que decir, hasta que el doctor entró, quien se acercó con una pequeña linterna, y miró a April.

—¿Que sucede? —nos miró mientras se acercaba a April.

—No lo sé, despertó... y dice que no ve —sus sollozos apenas dejaron que la entendiéramos.

—¿Cómo que no ve señorita Tyler? —el hombre se notó preocupado.

—No veo casi nada —sus ojos estaban abiertos mirando hacia arriba, mientras lágrimas salían de sus ojos color azul.

—A ver jovencita, te chequeare —ella asintió y el doctor sacó un oftalmoscopio¹ y lo encendió y los pasó por los ojos de April.

—¿Que ves? —cuestionó.

—Solo un punto blanco —dijo desanimada y con su voz quebrada.

—¿Dr. David que pasa? —nunca había oído a la señora Anna tan preocupada.

—Tendremos que hacerle un examen ocular para determinar las condiciones de los ojos de April, luego dependeremos de los resultados, para cederle un tratamiento —David suspiró y terminó por anotar unas cosas— ella estará bien, no se preocupen —supe de inmediato dos cosas, o April estaba mal, o el doctor quien aún no sabía nada quería calmar no solo a Anna si no, también a mí.

—¿Pero estará bien? —pregunté.

—Por los momentos no les puedo asegurar nada, solo hay que esperar los resultados —dijo metiendo sus manos en los bolsillos de su bata blanca.

☀☀☀

Al llegar a casa me encerré en la habitación, solo estábamos mi madre y yo, así que todo era absoluto silencio. En el transcurso a casa le informé todo lo que había sucedido con April. Así como también le dije, que mañana no iría a clases.

Escuché mi celular sonar.

Llamada entrante.

James Good.

¡Hey bro! —James gritó desde la otra línea.

—Hermano, casi me rompes el tímpano —dije sin ánimos.

¿Que pasa? —bajó la voz.

—¿De qué?

_Te conozco y se que estás raro.

—Es una historia algo larga y complicada, ¿puedes venir a casa? —pregunté.

Estoy allá en 10 minutos —dijo y luego colgó.

Me acosté y encendí la tv, y en lo cierto, James llego al rato. Miraba el techo cuando el chico entró a mi habitación.

—Hermano, estás demacrado —dijo sonriendo y se tiró en la cama, haciéndome rebotar.

—Bro, por pocos y me sacas de mi propia cama —dije riendo bajo.

—Lo siento —se disculpó y sonrió.

—¿Cómo has estado? —interrogué.

—Supongo que bien, ¿y tú? —me miró.

—Pésimo —suspiré.

"Intercambiando diferencias"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora