Capítulo 8. "Un misterioso secreto"

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—Que sorpresa tenerte por aquí, April —dijo con una sonrisa de lado. No sabía que hacer, si correr o quedarme ahí como estatua.

—¿Que... quieres? —dije con mi voz quebrada.

—Sabes lo que quiero April —lo mencionó con tanta malicia y perversidad.

—¿Sucede algo April? —reconocí la voz masculina de Connor, sin darme cuenta y en cuestiones de segundos, ya me encontraba aferrada a él.

—¿Ahora éste es tu nueva conquista...?

—Callate Max.

—Mira, seas quien seas, alejate de April —dijo firme Connor para luego darnos vuelta y caminar a la salida, no sin antes escuchar una risa a lo lejos.

—¿Quién era ese?

—Solo, sólo olvidalo —salí corriendo de la heladería con mis ojos cristalizados. Me subí a mi auto y conduje un buen rato, tenía miedo, temor, de que todo volviera hacer como antes. Yo no quería eso, y ahora no sabía que hacer.

¿Por que ahora?, ¿por qué cuando empezaba a sentirme segura?, ¿por qué?

Después de estar una hora recorriendo toda la ciudad, decidí volver a casa. Eran las 8:37pm, seguro mamá me mataría por no llevarle los chocolates, estacioné el auto en una acera, y entre al mini súper mercado y le compré los chocolates a mamá.

Llegué a casa y no pasaron ni 2 minutos cuando escuché el motor del camaro de Connor estacionar. No quería que me interrogara, así que me adentré a la casa.

—¡April! —gritó Connor.

—¿Que mierdas quieres?

—Quiero saber quién era ese.

—Hey chicos, ¿que pasa? —miré a mi madre quien salía de la cocina junto con Emma, fruncieron el ceño.

—Nada mamá, solo cosas de adolescentes —sonreí por lo bajo, pero creo que me salió una mueca.

—Bueno esta bien cariño. ¿En dónde estabas?, mira la hora que es —señaló su reloj.

—Ahm, bue... bueno mamá, es que, es que mi auto se apago en mitad de camino y Connor me ayudó.

—Entonces habría que llevarlo otra vez con el mecánico, para que lo revise.

—No, no hace falta señora Anna, ya encontré la falla y lo arregle, así que no se preocupe —miré a Connor con complicidad.

—Ah mamá, por cierto, te traje tus chocolates favoritos —sonreí y los saqué de mi morral y se los entregué.

—Gracias hija.

—Y señora Emma, también le traje a usted —le entregué un par de barras.

—Oh, gracias cariño, no hacía falta.

—Claro que sí, usted es como mi tía.

—Ay April, no me diga usted ni señora, me haces sentir como vieja —sonreí.

—Está bien Emma —la abracé y subí a mi habitación y sin pensarlo, comencé a sollozar.

No lo entendía, no comprendía que hacía el allí.

—April, que sucede —escuché como Connor entraba y cerraba la puerta.

—No es nada Connor.

—Ok si entonces no es nada, ¿por qué estás así? —se acomodó en el respaldo de mi cama. Lo miré, seguro parecía una tonta llorando y con los ojos rojos en frente de un chico lindo.

"Intercambiando diferencias"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora