Capítulo 4: "Platica mañanera".
Me di cuenta demasiado tarde, ya estaba enamorada, no había nada que hacer, absolutamente nada.
Lo supe el primer día que el vino a mi casa, claro, no por mi, si no porque era amigo de mi primo, jugaban juntos fútbol, y ese día mía papá se ofreció a llevarlos a la cancha.
Estaba lavando traste, era de mañana, yo no estaba arreglada, estaba en pijama, estaba segura que su juego era a las 5:15 pm, pero no, era a las 10:15 am, así que cuando llegó me tomo por sorpresa, estaba terminando justamente de lavar los trastes.
Juro que jamás en mi vida me había arreglado tan rápido.
Subí tan rápido como mis piernas me lo permitieron y agarre mi bata, como me daba pena bajar al baño de abajo, me bañé en el de la planta alta, salí y rápidamente me vestí, use mi blusa favorita; sólo la usaba cuando me sentía feliz, me puse unos jeans con mis botas converse.
Cuando bajé me paré en seco, lo vi sentado en un sofá de la sala.
Se veía tan guapo, no sé cómo no me había percatado antes de cuan atractivo era.En mi mente pasaron muchas palabras de como acercarme a saludarlo, hasta que al final él fue el que se acercó a mi.
- Hola, pequeña.-dijo mientras se rascaba el hombro izquierdo.
- Hola. -dije como si lo preguntara.
Algunas veces llegaba a actuar muy tonta, porque él me ponía nerviosa.
- Tiene mucho que no hablamos ¿como has estado?
- La verdad es que muy bien. -respondí.
- Mi hermano me dijo que les dejaron un trabajo muy pesado de biología, ¿como te va con el trabajo? -preguntó.
- La verdad es que ya lo he terminado. -respondí con satisfacción- ¿nunca te ha pasado que intentas concentrarte en un trabajo, pero el amor de tu vida no deja de besarte?
Negó con la cabeza, claramente confundido.
- No, pues a mí tampoco, por eso es que lo terminé rápido. -respondí riendo.
El también se rió.
Quería que supiera lo mejor de mi, aunque eso no cambiara que solo me veía como una amiga, o peor; como una hermana.
- Que bien, pero si necesitas ayuda en algo, házmelo saber.-dijo todavía riendo, y buscando mi mirada.
Odiaba que hiciera eso, cada vez que lo hacia, me perdía completamente en el.
- Gracias, Ray. -respondi rápidamente para que no se diera cuanta por mis ojos lo que pensaba.
En ese momento entro Luck y dijo que ya era hora de que se fuera.
- Deséame suerte, pequeña.
- La suerte es para los perdedores. Te deseo éxito. -le dije guiñándole un ojo.
- Gracias, cuando meta un gol pensaré en ti. -dijo sonriendo.