capítulo 30✔️

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Pov.Thomas.

Eran las cinco de la madrugada cuando Diego, lleno de agitación, ingresó frenéticamente a mi habitación. A pesar de que me digan que Luna no siente frío, eso no me importa en lo más mínimo.

—Lo siento, Thomas, pero los de la Torre de vigilancia han pillado a un ejército de vampiros que se viene hacia acá. Ya tienes las tropas preparadas y están esperando tu señal. Además, los del Clan White Mountain están listos para echarnos una mano si algo sale mal.

—Vamos a prepararnos.

Lo primero que hice fue buscar a mi madre, a Alicia, a los padres de Luna y a Zoe con su hija para que se quedaran con Luna. Sabía que podía confiar en ellas.

Bajé las escaleras con el propósito de reunir y crear conciencia entre los soldados.

—Es hora de mostrar nuestra verdadera identidad y por qué somos la manada más fuerte. Estamos dispuestos a proteger a nuestros hermanos y hermanas con nuestras propias vidas. Vamos a dejar en claro quién tiene el control frente a esos hijos de mala perra.

Todos alzaron sus voces, un grito unificador que resonó en el aire, un símbolo de su determinación y valentía en la batalla que se avecinaba.

Sin perder más tiempo, las fuerzas enemigas invadieron nuestro hogar, y una oleada de furia me inundó al ver a Cristal liderando la carga enemiga.

—Thomas, por fin llega tu hora. —La voz de Cristal resonó, cargada de amenaza y rencor.

Los enfrentamientos comenzaron y el caos se desató. Era una guerra sin tregua, un enfrentamiento que parecía no tener fin.

El primero en lanzarse contra mí fue Castiel, con su mirada llena de rabia

—Estás rompiendo los acuerdos, Castiel.

—Yo no acordé nada contigo, maldito saco de pulgas.

Cristal me clavó una mirada furiosa y avanzó hacia mí. En ese momento, mis reflejos no fueron lo suficientemente rápidos como para esquivar el cuchillo de plata que me arrojó.

El dolor me atravesó y no pude evitar soltar un grito desgarrador. La quemadura de la plata estaba consumiendo mi carne, un tormento que avanzaba lentamente.

—Así me sentía yo con tus rechazos.

—¡Suelta a mi marido, maldita golfa!

Una energía lúgubre se liberó de su tortuoso letargo para protegerme. Se transformó en una loba blanca, hermosa y feroz, y se abalanzó sobre Cristal, derribándola al suelo.

Luché por incorporarme, mi Beta acudió en mi ayuda para ayudarme a ponerme en pie y unirme a la batalla. Mientras luchaba junto a mi manada, percibí un resplandor azul proveniente de Luna.

Era el aura que las leyendas lupinas habían contado durante generaciones. El poder de la loba azul, la reencarnación de la diosa Luna, tomando forma. Cristal al percatarse de esto, huyó con los pocos vampiros que quedaban con vida.

El humo de la batalla aún flotaba en el aire mientras mis músculos doloridos intentaban recuperarse del esfuerzo. La lucha había sido intensa, una vorágine de golpes, aullidos y destellos de poderes sobrenaturales. Mi mente todavía trataba de procesar todo lo que había sucedido mientras buscaba a Luna entre el caos que se estaba desvaneciendo.

Finalmente, la vi. 

Caminé hacia ella, dejando atrás el rastro de cuerpos caídos y heridas sanando. No importaba el desorden a mi alrededor; solo tenía ojos para Luna.

—Mi vida, estás a salvo. —murmuré, mi voz temblorosa por la intensidad del momento. Me arrodillé frente a ella, apartando su cabello para mirarla directamente a los ojos.

Ella me devolvió la mirada, y aunque se notaba el cansancio en sus ojos, también había una chispa de alivio y amor que me reconfortó más de lo que podría expresar con palabras.

—Nunca te dejé, amor mío —susurró, y sentí su aliento cálido sobre mi piel. La abracé con cuidado, como si quisiera asegurarme de que no fuera un sueño, de que realmente estaba allí a salvo en mis brazos.

En medio del caos y la destrucción a nuestro alrededor, nos aferramos el uno al otro, como si nuestra unión pudiera ser la fuerza que necesitábamos para enfrentar cualquier desafío que el futuro nos presentara. El estruendo de la batalla se desvaneció en segundo plano mientras nos perdíamos en ese abrazo, en ese momento que parecía detener el tiempo y sellar nuestro amor.

Las palabras se volvieron innecesarias. Sabíamos lo que significábamos el uno para el otro, y eso era suficiente. Aunque las heridas físicas y emocionales estaban presentes, también lo estaba la certeza de que juntos superaríamos cualquier obstáculo que se interpusiera en nuestro camino.

Finalmente, me aparté lo suficiente para poder mirarla a los ojos. Lentamente, acerqué mis labios a los suyos, dejando que el mundo desapareciera a nuestro alrededor mientras nos fundíamos en un beso lleno de amor, pasión y gratitud por haber sobrevivido a la tormenta.

Nuestra historia estaba lejos de haber terminado, pero en ese momento, en medio de los escombros de la batalla, encontramos un refugio en el otro. Juntos, éramos más fuertes, y estábamos dispuestos a enfrentar todo lo que el destino nos tenía preparado, sabiendo que mientras estuviéramos unidos, podíamos superar cualquier adversidad.

Nos separamos lentamente, con un último roce de labios que transmitía todo lo que sentíamos el uno por el otro. Aunque el mundo exterior seguía en caos, en ese instante solo éramos ella y yo, conectados de una manera profunda e inquebrantable.

—Eres mi fuerza, Luna —susurré, sintiendo cómo mis palabras vibraban en el aire que nos rodeaba. Ella sonrió, y en su mirada vi el reflejo de ese mismo sentimiento.

—Y tú eres mi razón para seguir luchando, Thomas.

—Y tú eres mi razón para seguir luchando, Thomas

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Hola amigas/os les quería decir que me gustaría que me ayudaran a crecer más. Cada estrellita que ustedes me dan me ayuda a seguir escribiendo . Gracias ❤️

¿No me temes?[TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora