XVII.

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Abro la puerta de la cafetería como cada mañana.

El jefe aun no ha llegado.

Me dirijo a ponerme manos a la obra con la cocina.

Los demás empleados no han llegado todavía.

Siempre suelo ser yo la primera.

Barro, friego y quito el polvo.

Todo está mejor ahora.

Satisfecha con mi trabajo me pongo un café.

Con leche y mucho azúcar.

No me acostumbro a ese sabor amargo.

Me siento detrás de la barra.

Estoy sola allí.

Se escucha la campanilla de la puerta.

Es el jefe.

Viene muy acalorado.

¿Qué le habrá ocurrido?

Me mira y se sienta a mi lado.

Espero a que hable.

-Bien Clara, tengo algo que anunciarte.- mira al frente un segundo para enfocar su vista en mi.

-Dígame.- estoy nerviosa,¿Se le habrá ocurrido despedirme?

- Eres la dueña oficial de esta cafetería.

Intento asimilar aquellas palabras.

¿Cómo es posible?

¿Yo?¿Dueña?

Al ver que no digo nada sigue hablando.

-Mi hija vino ayer. Hacia al menos diez años que no la veía. Me contó que su madre había muerto...Yo... nunca había tenido un trato cordial con mi ex mujer desde nuestro divorcio, pero me apenó muchísimo.

Me dijo que había estado diez años buscándome, su madre al parecer no quería que estuviera cerca. Ya sabes, resentimiento. Me explicó que antes de morir se lo contó todo. El por qué nos divorciamos, y el por qué no la busqué... obviamente, porque yo tampoco sabía donde estaba.

Ahora, me ha pedido que me marche con ella... tengo dos nietos en la otra parte del mundo...- hace una pausa para respirar.- y yo ya estoy demasiado viejo. Por ello, he venido aquí con la confianza plena en ti, y sabiendo que harás de este negocio que ha formado parte de mi vida un maravilloso lugar.

Para de hablar.

Me ha impresionado su historia.

Claro, por eso estaba en el grupo de los incomprendidos.

Cada viejo incomprendido tiene una gran historia.

Le cojo de la mano que tiene apoyada en la barra.

Observa la mano y me mira.

-Le prometo que cuidaré de este negocio.

El viejo me da un abrazo sin articular palabra.

Eso hace que se me salte una lágrima.

Esto es importante para mí aunque no lo sepa.

-Gracias.-Dice en un susurro.

El olor a tabaco emana de su chaqueta.

El café invade la sala.









Puntos suspensivos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora