Mi chaqueta negra se encuentra atada alrededor de mi cintura, el carmín de mis labios empieza a desgastarse del tiempo, mis botas empiezan a coger el color del negro azabache.
A pesar de que mis rodillas estén magulladas, y el asfalto esté frío, seguiré adelante.
Aun cuando la noche llegue, y los buitres estén al acecho, no me dejaré domar.
Respiro ese aire helado de medianoche, mientras mis pupilas reflejan la luz de la luna, brillante, sagaz, misteriosa.
Mi aliento empieza a hacer pequeñas nubes en el aire, evaporándose a los pocos segundos, como un destello.
Cojo mis sentimientos, y los tiro a la botella que tengo en frente, saboreando ese sabor amargo a soledad, degustar esos recuerdos olvidados en mi cabeza, no darles nombre, llevar la botella a mis labios.
Se termina.
Mis auriculares me esperan alrededor de mi cuello, como serpientes. Los coloco, subo volumen, a tope, sin control.
Las calles llevan la banda sonora de mis oídos, aun no sé qué hago vagando por aquí todavía.
Un gato negro.
Mala suerte querida.
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Puntos suspensivos.
PoesíaPierde tu mente, encuentra a tu alma. Sensaciones. Momentos. twitter.com/@helencp98 Dedicado a @begioKid