XIX.

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201.

202.

203.

Como cada día, al atardecer.

Llamo y me recibe una enfermera.

Abre la puerta.

Mi madre está sentada en su silla de mimbre.

Mirando por la ventana.

A ningún lado, como siempre.

Me siento junto a ella y me mira.

Esta vez sus ojos color agua están vidriosos.

Como dos pantanos con secretos en su interior.

La observo mientras pasa sus ojos por mi cara.

Está rara.

-Hija, ¿qué tal en el colegio?.- sonríe.

Yo me quedo petrificada asimilando esas palabras.

¿Sabe que soy su hija?.- pienso desconcertada.

- Muy bien, ha sido entretenido.-yo solo puedo contestar siguiendo el hilo de la conversación aunque ya no esté en el colegio.

Me está hablando como su hija.

Su hija pequeña.

La hija que fui en un pasado.

-¿ Qué has aprendido hoy?.- me coge de la mano y me la acaricia.

Estoy resistiendo las ganas de llorar.

¿Qué he aprendido?.- me pregunto en mi cabeza.

-Pues.... he aprendido...a valorar más las cosas y a reconstruir mis heridas.-sigue Clara, no te pares ahora.- He aprendido que la vida no son solo caídas y que existen cosas mejores.
He aprendido a querer y que me quieran...- hago una pausa acordandome de Hugo y Emily.-He aprendido a dejarme ser salvada y a soñar despierta.
He aprendido que solo yo soy dueña de mi destino.-y qué destino pienso.-Dueña de mí misma.- termino diciendo.

Mi madre me observa.

Sus ojos se han desbordado.

Y llora.

Pero sin ruido, solo son gotas en su rostro.

- Cariño, tu padre y yo estamos muy orgullosos de ti. ¿Lo sabes no?- esta vez se incorpora para mirarme seria.- Te queremos muchísimo, pase lo que pase, hagas lo que hagas. Estamos contigo.

Yo solo soy capaz de llorar.

Llorar de la felicidad.

Todos mis miedos se han desvanecido.

Todas mis inseguridades se han ido.

Soy libre.

Nos abrazamos y nos quedamos así.

Madre e hija.

Ahora, han pasado dos semanas de aquel suceso.

Y lo recuerdo leyendo la lápida de mis dos padres.

No es la historia más bonita del mundo.

Pero es mi historia.

Hugo viene con un ramo de margaritas en sus manos.

Las preferidas de mi madre.

Me las tiende.

Yo las coloco delicadamente entre las dos lápidas.

Os quiero- digo en un susurro inaudible.

Hugo me abraza y me va alejando poco a poco de aquel lugar lleno de recuerdos.

Hojas secas caen de las ramas de los árboles.

Dos pájaros revolotean sobre las flores.

Mis padres también son libres.- pienso.

Puntos suspensivos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora