#9: Crear ambiciones

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Septiembre.

—¡Feliz cumpleaños! —exclamamos en cuanto Dylan por la puerta de la casa de Manuel.

Él finge sorpresa de forma digna de un oscar, mientras Sam, su novio, le da palmaditas en la espalda con una amplia sonrisa. Después de todo, él es el único que no sabe que Dylan sabía de esta fiesta.

Hace unas semanas, Sam inició con los planes a escondidas de Dylan. Éste, creyendo que le era infiel, lo siguió hasta descubrir que Sam estaba escogiendo meticulosamente todos y cada uno de los detalles para la pequeña fiesta que le quería organizar a Dylan. Avergonzado, nuestro amigo nos pidió que le ayudaramos y que nunca le dijéramos sobre lo sucedido, su relación es tan bonita que me provoca una ternura inmensa.

—¿Tú organizaste esto? —le pregunta Dylan a Sam y éste asiente con una amplia sonrisa.

—Lamento ser un poco distante últimamente, me emocionaba la idea de ver tu cara al ver esto y casi te lo digo varias veces —dice Sam y siento la mano de Rosa en mi hombro, como un soporte para no romperse en llanto por lo tierno que es el novio de Dylan.

Te entiendo, amiga.

—Incluso le pregunté a Oscar por las tradiciones de tus cumpleaños para no olvidar nada —continua Sam mientras Dylan tiene una sonrisa radiante viendo a su novio—. Me dijo que siempre festejas el cumpleaños con Manuel y Rubí así que traje un pastel de tres sabores para que puedan disfrutarlo.

—Te amo —dice Manuel cubriendo su rostro con una servilleta haciendo que me ría divertida por su reacción.

—Imagina tener amigos de toda la vida que cumplan años en la misma semana que tú —dice Rosa mientras toma una papa frita de la mesa y ladeo la cabeza.

—Rubí cumple años el 14 de septiembre —me explica Manuel pasando una mano por mis hombros, en un abrazo casual mientras puedo sentir la mirada de mal humor de la mencionada sobre mí—. Dylan el 13 y yo el 12.

—Que miedo —comento con una pequeña risa al notar que hay demasiadas coincidencias en sus vidas.

—Como si necesitaramos más señales de que debíamos ser amigos —comenta Rubí rodando los ojos mientras sostiene una papa frita en su mano, en un gesto de diva.

Es la primera vez que puedo verla siendo casual. Usa una falda negra ajustada que muestra sus grandes caderas, una blusa con un escote v que disimula con unos collares y unas botas largas que la hace simple pero hermosa. Su maquillaje es suave pero es perfecto para ella, como si fuera una experta en saber que le favorece.

—Yo también quiero conexiones cósmicas con mis amigos —se queja Rosa haciendo que desvíe la vista de Rubí para verla hacer un berrinche.

A diferencia de Rubí, Rosa tiene un busto pequeño, usa ropa holgada y colorida, casi nunca usa maquillaje y su cabello está suelto y salvaje, como ella. Es como esas imágenes que ves de un hippie en Internet pero un poco más moderno.

—¡Jazz! ¿Por qué no naciste en noviembre? —me reclama Rosa mientras me jalonea, alejandome del agarre de Manuel.

—No lo sé —respondo aguantando la risa por su berrinche mientras me sacude.

—Debemos tener algo en común —dice Rosa y veo como su rostro sé ilumina—. ¡Ya sé! ¡Ambas somos diestras!

—En realidad, soy zurda —le confieso y Rosa vuelve a sacudirme frustrada.

¿Qué hacer antes de morir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora