2008.
Los coros de los chicos sonaban con eco dentro de la cabeza de Jazmín Pérez mientras ella parpadeaba tratando de quitar el agua de mar en exceso de su rostro y con sus manos buscaba sus lentes. Todo daba vueltas y ella buscaba ponerse de pie mientras le lanzaban lo que ella quería creer que eran cáscaras de frutas. Las risas, los clic de las fotos que le tomaban, Jazmín se preguntó si estaba en el infierno, no podía sentirse más débil, más humillada, más derrotada.
—Oh, está llorando —escuchó que dijo Grace Blue, Jazmín sabía que era ella, reconocía su risa burlona y su voz chillona.
—No te preocupes, Japonesa —le dijo Esmeralda García en tono cruel y burlón—. Ahí va tu novio para hacerte compañía.
Jazmín logró levantar la mirada justo a tiempo para ver como lanzaban a un chico al mar junto con ella. Gustavo Mendoza había cometido el error estúpido de tratar de detener todo el acto cruel en contra de la chica de quince años. Debía odiarla, pensó Jazmín mientras sentía que su corazón no terminaba de romperse, era su culpa que a él le pasará eso, se decía.
—Ya basta —trató de decir Jazmín con voz cortada, su respiración agitada no la dejaba hablar, estaba sobre sus piernas en el mar y las lágrimas caían en contra de su voluntad.
Escucho pasos acercarse a ella, Jazmín levantó la mirada para encontrarse con Esmeralda. Una chica de cuerpo atlético, producto de sus años en rugby, con su cabello castaño claro y sus ojos crueles viéndola. La causante de sus pesadillas se agachó para quedar a su altura y tomar la barbilla de la miope con fuerza.
—Eres muy inteligente, así que solo diré esto una vez —le dijo con voz clara y un tono desdeñable—. No te metas en mis asuntos de nuevo. Esto que ha pasado es una advertencia, no me quieres de enemiga.
—¡Ya basta! —gritó Gustavo, estaba empapado de agua de mar y tenía un golpe rojo en la mejilla, pero su expresión era firme.
—Eres todo un príncipe azul —dijo Esmeralda con asco poniéndose de pie—. Eres patético, Gustavo. Deja de creerte un héroe y acepta que eres una sucia cucaracha que nos tiraría de un risco si eso te beneficiara. Eres falso y rastrero, pero te respeto. No pierdas ese respeto por defender a Doña Perfecta, eres más que eso.
Jazmín no podía escuchar más de lo que Esmeralda decía. No dejaba de temblar, se sentía asustada, aterrada. Si su padre la viera estaría decepcionada de ella, de que la viesen llorar, derrotada en el suelo, empapada de mar y basura. Ella solo agarró aire y... Corrió.
Sin lentes, un zapato, mojada y destrozada emocionalmente. Jazmín Pérez solo corría lo más rápido que podía mientras escuchaba a Grace Blue, a Vania González, a Brandon Pedraza y a todos los chicos que la atormentaban correr detrás de ella hasta que chocó con alguien, la tomó de los brazos y la refugió detrás de ella.
—Buenas tardes —dijo la voz de Eduardo en un tono calmado—. ¿Puedo ayudarlos?
—Nuestra amiga salió corriendo y queríamos ver si estaba bien —mintió Vania.
—¡Buen intento! Cualquiera que conoce a Jazmín sabe que no tiene amigos —replicó Eduardo mientras la afectada no sabía si reír o llorar ante la ingeniosa respuesta de lo más cercano que podría considerar un amigo.
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¿Qué hacer antes de morir?
أدب نسائي«Jazmín Pérez. Hija del respetable abogado Julián Pérez y de la famosa psiquiatra Julia Ortega-Núñez, conocida por sus libros sobre crianza. Hermana de Joseph Pérez, el prodigio musical de Tijuacali con solo nueve años y José Pérez. Miembro del cuad...