#5: Cambio de imagen

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Primavera.

Tener de amigo a Óscar, el hermano mayor, tatuador e intimidante de Manuel, ha sido de lejos, la más grata sorpresa que he tenido desde que conozco a Dylan. Él siempre me recibe con un té maravilloso, galletas caseras y muy buenos consejos. Es por eso que me hallo yendo una vez a la semana a beber té con él mientras conversamos. Como es el caso de hoy.

—Entonces, ¿se te volvió a declarar? —me pregunta Oscar y asiento con una cara de pesadez.

Resulta que Brandon desde la fiesta ha estado particularmente interesado en atraer mi atención y aprovecha cada oportunidad para decirme que está enamorado de mí.

—Hoy fue con una cartulina —respondo apretando los labios—. Le pregunté hasta cuándo iba a parar de molestarme y me respondió "hasta que me creas", ¿qué clase de respuesta es esa?

—¿Le crees? —me pregunta entrecerrando los ojos.

—¡Claro que no! —exclamo y bajo mi taza para cruzarme de brazos—. Sería una imbécil si lo hiciera.

—En el caso hipotético dónde fuera sincero —sugiere y lo miro arqueando una ceja—, ¿saldrías con él?

Me quedo en silencio varios segundos, tratando de analizar la respuesta. Y frunciendo el ceño dándome cuenta que parte de mí, accedería a salir con él por más estúpido que eso sea.

—Sin comentarios —respondo haciendo que Oscar se ría divertido.

—Quisiera que mis hermanos fueran tan adorables como tú —dice con una sonrisa—. Pero tengo que aguantar a una ama de casa perfeccionista, a un soldador tonto, al militar y al médico otaku.

—¿Solo Manuel estudió? —pregunto curiosa por las descripciones que le dio a sus hermanos.

—Bueno, fue el único que pudo —me cuenta con media sonrisa—. Nuestros padres fallecieron cuando Manuel tenía 7 años, yo tenía 18 y me hice cargo de la familia desde entonces. Flor solía hacerles de comer cuando podía, conoció a un hombre que se la robó y ahora es feliz con sus hijos propios. Alejandro nunca quiso estudiar y estaba muy ocupado trabajando para obligarlo, así que cuando dejó la preparatoria y se puso a trabajar en un taller de soldadura, no pude decirle mucho. Es feliz, a su manera, también conoció a una mujer y se casaron, Jaime se enlistó en la marina cuando cumplió 18 años, según para ser dentista pero solo me mintió para que no se lo impidiera. Manuel es el único que me queda, el cual vive encerrado en su habitación y sus únicos amigos son Rubí y Dylan, sus amigos del preescolar.

—Sí, Dylan me contó que eran inseparables —comento riendo nerviosa recordando todas las veces que Dylan se queja de sus dos amigos.

—Los padres de Dylan me sugirieron adoptar a Manuel para que no le faltara nada —comenta Oscar y parece reírse por el recuerdo—. Flor les dijo hasta de lo que se iban a morir ese día. Ahora que lo pienso, nosotros terminamos adoptando a Dylan.

—Él nunca habla de su familia —comento encogiendo mis hombros.

—No hay mucho que él pueda decir —comenta Oscar mordiendo una galleta—. Su madre se casó con un sujeto que lo echó de casa, él intentó llevarse a su madre pero no quiso, por lo que Dylan habla de ella como si no existiera, le dolió bastante.

¿Qué hacer antes de morir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora