VI

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Garnet: ¡Perla! —Garnet cayó al suelo de rodillas

Peri-Perla tenía agarrada a Perla de tal forma que no se pudiera escapar. Aunque la descarga no la dejaba moverse, pues convulsionaba su cuerpo. Perla estaba sufriendo. Notaba cómo su mente y alma se iban rompiendo en miles de trozos y perdiéndose en la oscuridad. Lágrimas resbalaban por sus mejillas y sus ropas estaban rompiéndose. De su piel empezaban a emerger como pequeños cristales.

Amatista sacó su látigo. Pero según lo estaba sacando de su gema, Peri-Perla paró con la sacudida de energía que le estaba dando a Perla. Steven, Garnet y Amatista la miraron. Garnet abrió al máximo los ojos, consciente de lo que iba a pasar, gracias a su visión futura.

Garnet: No... —susurró. Cogió a Steven y a Amatista y los refugió entre sus brazos, dándole la espalda a ambas Perlas.

Peri-Perla, sin soltar a Perla, explotó. Garnet se dió la vuelta. Miró a Perla, que tenía más volumen que hace unos momentos. Su cuerpo estaba tirado en el suelo, bocabajo, con trozos verdes que soltaban humo esparcidos a su alrededor.

Steven la vio y sus ojos se le humedecieron. Se puso a llorar en el hombro de Amatista. Garnet se acercó tranquilamente a su amiga, pero con tristeza en su interior.

Garnet: Perla...

Perla levantó la mirada, lagrimosa, y la miró. Su cuerpo tenía cristales sobresaliendo de su interior. Su cara se había deformado un poco; ahora tenía una especie de pico y su cabeza se había alargado hacia atrás. Apenas tenía ropa visible, y sus manos eran garras con uñas de cristal.

Perla: Ma...mata...me —tartamudeó.

Garnet: No... No puedo —sostuvo la cara de Perla con ambas manos, mirándola a los ojos—. Lo siento.

Garnet se fue hasta el centro de la roca.

Garnet: Amatista, llévate a Steven al portal y esperadme. He de hacer una última cosa.

Amatista cogió a Steven, pero el muchacho estaba llorando muchísimo y se debatió en los brazos de su amiga morada. Al final se escapó y corrió hacia Perla, pero Garnet le cogió con una mano.

Garnet: Vete, Steven.

Garnet le dio Steven a Amatista, y ésta se lo llevó de allí lo más rápido que pudo.

Garnet invocó uno de sus guantes. Echó una última mirada a Perla y, con muchísima fuerza, golpeó el suelo, que se rompió en varios trozos de roca. Garnet saltó a tiempo para evitar la caída. Pero Perla cayó, junto con los demás grandes trozos de piedra, perdiéndose en una nube de polvo cuando llegaron al suelo.

Garnet aterrizó en la zona donde empezaban las rocas flotantes. Miró hacia donde la enorme roca había estado hace unos momentos. Una lágrima resbaló por su mejilla. Sus piernas fallaron, y se dejó caer de rodillas. Y, una vez en el suelo, lloró la pérdida de su amiga.

Garnet: Lo siento, Perla —susurró entre lágrimas—.

[...]

Steven dormía sobre el portal, con un dolor tremendo en su interior. Amatista estaba sentada al lado suya, vigilándole, con el mismo dolor por la pérdida de Perla. Le miraba entristecido. Puede que a veces se enfadara con Perla, pero eran compañeras y se tenían un enorme aprecio.

Garnet apareció, con los puños cerrados, y con un paso firme. Pasó al lado de Amatista y se subió al portal. Ni siquiera la miró.

Garnet: Hora de irse.

Amatista se levantó y se puso a su lado.

Amatista: ¿Y Perla? ¿Qué ha pasado con ella? ¿La has... guardado en una burbuja?

Garnet: No... he sido capaz. No podía encerrarla... — activó el portal, de vuelta a casa.

Cuando aparecieron en su destino, Amatista se bajó rápidamente del portal. Se puso delante del sofá. Garnet se puso en la pared de enfrente. Dejaron a Steven sobre el portal, medio dormido.

Amatista: Si hubiéramos llegado antes... Perla seguiría viva. ¡Es tu culpa!

Garnet: ¿Mi... culpa?

Amatista: ¿No se suponía que tenías visión futura? ¡Podrías haber visto lo que pasaría! ¡Podríamos haberla salvado! Pero no. No pudiste. Tu visión futura funciona cuando quiere. ¿No se suponía que eras una poderosa fusi...?

Garnet: No metas el tema de la fusión aquí —la interrumpió fríamente.

Amatista: Al menos podrías haber sentido algo. Podrías haber hecho que su dolor remitiera. Podrías haber evitado el nuestro. ¡Podrías haber acabado el suyo!

Garnet: ¡¿Quién dice que no sienta dolor por su pérdida?! ¡Yo cargo con dos dolores! Ruby y Sapphire sufren tanto como tú, Steven, yo... No sabes de lo que hablas.

Amatista: ¡La culpa es tuya! —Sacó su látigo, y Garnet invocó sus guantes.

Garnet: Si pelea quieres, pelea tendrás.

Las gemas habían estado tan concentradas en su discusión que no se dieron cuenta que Steven se había despertado. El niño corrió, invocó su escudo y se interpuso entre Garnet y Amatista cuando la fusión iba a atacar. El golpe de Garnet rebotó en el escudo y la mandó hacia atrás. Steven se giró rápidamente y le lanzó el escudo a Amatista, que la lanzó contra el sofá.

Steven: ¡Basta! Las gemas no deberían pelearse con otras gemas. Y mucho menos si son amigas. Lo de Perla nos pilló a todos por sorpresa y todos sentimos lo mismo. No nos echemos las culpas unos a otros —empezó a llorar, y Garnet y Amatista abrazaron a Steven.

Estuvieron así un rato, hasta que alguien se puso en la puerta. Las gemas se asombraron, pues las escaleras estaban rotas. Y esa persona se suponía que no debería estar allí.

Ataque a las Crystal GemsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora