XI

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Oscuridad. Una terrible y profunda oscuridad. Eso era todo lo que veía Steven. Nada más que oscuridad. No sabía donde estaba ni qué era ese lugar. Mirase a donde mirase todo era negro. Si la luz hubiera conseguido abrirse paso a través de esa oscuridad habría quemado los ojos de Steven. Aparte de esas tinieblas rodeándolo todo había un suelo sólido bajo sus pies. "Al menos no me caeré."pensó.

Steven empezó a andar hacia... ninguna parte. No tenía a dónde ir en un lugar que no había nada más que oscuridad. Solo caminar, caminar y caminar. No paró pues no se sentía ni cansado ni fatigado. La monotonía del lugar no le dejaba pensar. Él se sentía bien en aquel sitio. Se sentía en calma. Tenía la sensación que siempre había estado allí. Que nunca había conocido a nadie más y no había visto la luz del Sol. Era como si hubiera despertado de un largo y profundo sueño. ¿Y si todo lo que había vivido no era la verdadera realidad? ¿Y si esa era la verdadera realidad? Todo era nada y la Nada lo era todo. ¿Y si había muerto? ¿Y si era el final de Steven Universe, una Gema de Cristal, hijo de Rose Quartz líder de la rebelión? Si era así podría volver a encontrarse con Perla y Amatista. Podría conocer a su madre...

Steven paró y se sentó. Contempló esa oscuridad. No más dolor, no más pérdida, no más lamentación. Ese lugar parecía una espiral que absorbía todo como un agujero negro se traga una galaxia. Sentía una paz y una tranquilidad allí... Una gran calma inundaba su ser y su alma.

Se levantó y miró al suelo. Donde había estado sentado habían crecido una flores rosas. Eran pequeñas pero realmente bellas. Se giró y vio que por donde había pasado había crecido un camino de rosas. Y, a lo lejos, el lugar ya no se veía negro, sino que se estaba tornando de un gris claro.

Steven empezó a correr siguiendo el camino de rosas. Cada vez que se acercaba más al origen podía ver como había crecido césped al rededor del camino. Era una hierba de un color verde intenso y fresco, como el césped en verano Según iba avanzando el ambiente iba clareciendo. De gris claro acabó en un blanco rosado. Y de ahí empezó a haber un tono rosa más fuerte pero era claro.

Llegó al final del camino y se paró. Pero no porque las rosas se acabaran, sino porque había una figura parada de espaldas más adelante. Esa figura era Perla, que estaba tarareando una bonita canción. Steven en ese momento creyó fuertemente su teoría sobre que ese era su fin. Se acercó hasta que estuvo a unos escasos centímetros de su amiga. 

Steven: ¿Perla? —preguntó dudoso.

La gema se giró. Vio que era Steven y le sonrió.

Steven: ¡Perla! —Abrazó a Perla con una gran alegría, tanta alegría tenía que hasta empezó a llorar.

Perla: No llores, pequeño, todo está bien —le acarició la cabeza—. Hay alguien que está deseando conocerte. Vamos.

Steven se separó de ella y la siguió. El ambiente ya no era el mismo que cuando Steven empezó su caminata. Ahora se encontraba en medio de un campo de verde hierba, cubierto por flores rosas. El cielo era de un color rosa claro suave. Y ya no estaba solo.

Perla se paró delante del portón de un jardín privado. Las paredes del exterior estaban cubiertas por enredaderas, y algunas de ellas tenían flores. Perla abrió y entró, permitiéndole el paso también a Steven.

El jardín no era muy grande. Tenía una fuente en el medio, con aguas cristalinas. Había árboles y flores. No había techo, por lo que estaba al aire libre. Y se respiraba una paz y tranquilidad inexplicables.

En esa fuente había alguien sentado. Alguien que Steven tenía por perdida, pero al igual que Perla, había vuelto: Amatista. Steven se acercó y ella, con una sonrisa, le acarició el pelo.

Amatista: Hay alguien deseando conocerte.

Steven oyó el portón abrirse y una voz dulce, melodiosa y suave.

???: ¿Steven?

El chico se dio la vuelta y la vio allí, de pie. Alguien que nunca pensó que vería: Rose Quartz, su madre. A Steven se le inundaron los ojos de lágrimas, corrió hacia ella y la abrazó. Rose correspondió el abrazo.

Rose: Por fin nos conocemos, mi pequeño.

Ambos de separaron y se dieron la mano. Avanzaron juntos hasta la fuente y Rose se sentó. Steven no sabía que decir, pues nunca tuvo idea de que pudiera conocer a su madre. Ella, mientras, hablaba.

Steven oyó algo a lo lejos, como un trueno. Miró al cielo abierto y vio unos nubarrones tapándolo.

Y sin previo aviso, un rayo negro le dio a Rose, que desapareció. El jardín se convirtió de repente en uno que parecía que había sido quemado. Perla estaba a un lado y Amatista al otro. Tenían expresiones de tristeza y dolor. E igual que un rayo negro cayó de repente sobre Rose, dos rayos verdes aparecieron y uno dio a Perla y el otro, momentos después, dio a Amatista. Steven retrocedió. Perla y Amatista se habían convertido en gemas corruptas, iguales a las que se transformaron después de la pelea con su clon.

El suelo empezó a resquebrajarse y Steven cayó por un hueco que se formó. Se encontró otra vez en la oscuridad, pero esta vez flotaba. Al final cayó a un agujero de luz.

[...]

Steven se despertó palidísimo, aterrado, con lágrimas y sudor frío. Se incorporó en la cama. "Solo a sido una pesadilla." pensó, tratando de calmarse, respirando lentamente.

Miró a su lado y no estaba Garnet. La llamó pero no recibió respuesta. Vio que había una nota en su mesilla, que decía así: Steven, mi clon ha aparecido en un bosque. Por favor, no vengas, por tu bien.

Steven se quedó perplejo. ¿Qué haría ahora?

Ataque a las Crystal GemsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora