Noah hoy se había comportado de forma realmente extraña y cada vez me desconcertaba más. Creía que se burlaría de mí por haberme dejado la mochila con todo el material y los libros, pero no fue así, él, para mi sorpresa, había compartido sus cosas conmigo. Muchas de las cosas que hacía y decía Noah no concordaban, eso era algo que había aprendido. Así que empecé a replantearme si de verdad él me odiaba tanto como decía e intentaba demostrar.
El peor momento del día, quizás, fue en literatura cuando estábamos analizando la biografía de esa escritora. Sé que para Noah no tuvo que significar nada, pero yo no paraba de ponerme nervioso cada vez que nuestras manos chocaban sobre el maldito ruiseñor. Y aunque lo hubiese pasado realmente mal... fue un momento especial para mí.
Después de que Noah gritase a un chico de la clase cuando intentó leer (que no entendía por qué diablos lo hizo) intenté por todos los medios no abusar de su ayuda y pedí el resto de cosas para clase a Martín. Noté que, desde el momento en que lo hice, Noah se puso algo más tenso y hablaba mucho más con la chica de delante, Claudia, y volvió a imponerme la ley del hielo.
Sin la mochila me sentía inseguro, como si sobrase del instituto. Así que, aun con el material y tomando apuntes, se sentía mal dentro del instituto. ¿Pero quién no iba a sentirse mal cuando el chico que se sentaba al lado desprendía tanta perfección? Sabía que Noah era ese tipo de chico que mágicamente sacaba todo con matrículas de honor, y eso me hacía sentir inferior en todos los aspectos posibles. Cuando finalmente acabó la clase busqué rápidamente a Martín, situado a unos asientos lejanos. Ayer tuve que llamarle por teléfono para disculparme por irme sin él, me comporté como un niño pequeño y Martín era demasiado paciente conmigo, así que decidí no volver a dejarle solo.
— ¿Hoy no tendré que perseguirte? —Me sonrió Martín mientras guardaba su libro en la mochila. —Espero que no sea así, que hoy tenemos una cita.
— ¿Qué quieres decir con una cita? —Noté un leve rubor en mis mejillas. La forma en que dijo que teníamos una cita fue muy directa. — ¿A qué te refieres?
— ¿Recuerdas que me invitaron a una comida grupal? —Yo asentí aunque realmente no me acordaba demasiado de ello. — Pues eso significa que nos han invitado a los dos.
Me hizo realmente feliz que Martín me tuviese tan en cuenta, así que, con vergüenza hice un gesto en señal de que aceptaba ir con él. Nos dirigíamos a la salida hablando de mi torpeza y despreocupación por no traer la mochila y una vez allí vi el grupo con el que íbamos a compartir parte de la tarde. No dudé en empezar a esconderme detrás de la espalda de Martín.
— "Mierda" —Pensé—Es Noah.
— ¿Quieres que te monte a caballito? Si es eso creo que llamaremos demasiado la atención, ¿sabes? — Empezó a reírse mientras sujetaba mis manos.
—Acabo de acordarme de quién te propuso ir a la comida...—Dije agarrándome cada vez más a su espalda y encogiéndome—No sé si quiero ir.
—Creo que es una buena oportunidad para que vea que no eres mala persona. Vamos, yo creo que será divertido y además... tú y yo no hemos salido nunca juntos.
De verdad que no quería ir a esa quedada. Pero algo dentro de mí me decía que se lo debía a Martín, por lo del otro día... y por todo en realidad. Así que, aun con la atenta mirada de Noah a lo lejos, empecé a despegarme de la espalda de Martín y a avanzar mientras observaba el suelo.
— ¿Por qué viene este? —Interrogó Noah sin pensárselo dos veces mientras me miraba a mí— Nadie le ha invitado.
Lo dicho. No entendía a este chico y realmente empezaba a cansarme de él.
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La teoría del caos. (Gay/Yaoi)
RomanceKilian Prescott, un chico de 18 años abiertamente bisexual que no cree en el amor, lleva casi un año entero sin salir de su casa sin ninguna razón aparente. Decidirá proseguir con sus estudios en un nuevo centro, donde se reencontrará con un viejo c...