Esta vez no desperté en un lugar extraño que me hiciese dudar de dónde me encontraba, con solo ver el techo de aquella habitación me di cuenta perfectamente de que era la mía. No tardé tampoco es segregar toda la sangre que mi nariz producía habitualmente después de cada episodio temporal. Estaba acostumbrándome a todo aquello, los dolores de cabeza, la poca fuerza que tenía en el cuerpo... Me quedé varios minutos tumbado en la cama, sin pensar en nada, hasta que fui recobrando la energía y alcancé mi móvil.
— Debo ver si Noah está entre mis contactos...—Dije con la voz entrecortada y con poca energía.
Sostuve el móvil frente a mí y busqué entre los contactos de whatsapp, no encontraba a Noah, pero sí encontré otra cosa. Una conversación reciente con Alba.
— ¿Por qué tengo a Alba y no a Noah? —Estaba empezando a impacientarme, no sabía cómo estaba Noah, así que escribí a Alba.
"Oye, Alba, ¿cómo está tu hermano?" Le escribí de forma seca y contundente. Ella no tardó en contestarme y además de forma rápida, pero fue con un audio.
— ¿Para qué quieres saber cómo está el inútil de mi hermano? —Salió desde el altavoz del móvil.
"¿En serio?" —Pensé. Después de todo... ¿Ella volvía a tratar a Noah como una basura? Estaba enfadado pero a la vez muy emocionado y feliz, Noah estaba bien. Le escribí otra vez más a Alba para poder quedar con ella, antes de ver a Noah quería que ella fuese más amable con su hermano.
Me pareció bastante extraña la situación, porque antes diría que la Alba que conocí tiempo atrás tenía una aura mucho más madura y mayor. Y ahora era todo lo contrario, parecía una adolescente de mi edad, aunque no era así. Ella aceptó quedar conmigo en el centro comercial, añadiendo que no tenía nada mejor que hacer.
Tuve que coger el tren, ya que la casa de los hermanos Calavera seguía siendo la misma, o al menos, estaba en el mismo lugar. El centro comercial mejor valorado de la ciudad estaba en un punto céntrico, es por eso que ambos teníamos que desplazarnos, ya que nuestro barrio estaba algo más alejado. Una vez allí me senté en el bordillo de una fuente, a la espera de la tan problemática hermana Calavera.
— ¿Te importa que te acompañe, joven? —Escuché decir frente a mí con una voz muy calmada y familiar.
—Cla-claro...—No me esperaba la pregunta, ya que normalmente las personas se sientan sin pedir permiso en sitios públicos como era aquel.
Eché un pequeño vistazo a la cara de aquel hombre mayor y no tardé en darme cuenta de que por qué se me hacía tan familiar su voz. Era Samuel, el hombre de avanzada edad que conocí el primer día de instituto en el tren, el mismo hombre con el que peleó Martín.
— ¡Tú otra vez! —Le dije con entusiasmo.
— ¿Nos conocemos...?—Dijo él mirándome con extrañez en los ojos y alejándose poco a poco de mí.
— ¿Ya no lo recuerdas? —Inflé ligeramente mis mejillas. Me parecía muy mal de su parte que no se acordase de mí y yo de él sí.
—Claro que me acuerdo chico, claro que me acuerdo. —Y empezó a reír con esa voz tan escandalosa que me recodaba a Papá Noel. — ¿Cómo fue tu primer día de instituto?
— ¿Cómo sabe que era mi primer día? —Le pregunté con curiosidad.
—Bueno, para alguien que toma el tren cada día es fácil notar cuando se llena de jóvenes como vosotros...—Empezó a explicarme él.
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La teoría del caos. (Gay/Yaoi)
RomanceKilian Prescott, un chico de 18 años abiertamente bisexual que no cree en el amor, lleva casi un año entero sin salir de su casa sin ninguna razón aparente. Decidirá proseguir con sus estudios en un nuevo centro, donde se reencontrará con un viejo c...