Empezaba a estar cansado de todo, y a la vez me invadía un sentimiento pasivo de desesperación.
— ¿Tan difícil es conseguir que nadie muera? —Me pregunté a mí mismo resignado.
Cuando recibí la noticia sobre el suicidio de Martín no supe cómo sentirme. Quería muchísimo a Martín, él fue quién me apoyó cuando más solo estuve y cuando más necesitaba sentir seguridad en mi vida. Quizás fue por las diferentes muertes que presencié o causé... Noah, Alba, el hijo de Alba y ahora... Martín. Quizás fue por todas esas muertes que ya no me ponía a llorar sin parar, que no se me desfiguraba la cara del horror y que mi cuerpo no paraba de temblar... no, todo eso ya no tenía cabida dentro de mi nuevo yo.
Le di mi pésame a la mujer mayor, la cual se veía destrozada y no pude evitar pensar que ella también moriría brevemente. Ahora mismo me daba miedo el simple hecho de respirar. Solo pensaba que cualquier cosa que hiciese mataría a alguien más. Empecé a pensar en todos mis seres queridos, como mi madre, mi hermana... Me daba miedo seguir intentándolo, pero sabía que tenía que hacerlo, no podía dejar las cosas como estaban.
Me dirigí al cementerio del barrio, en el cual estaba Martín enterrado. Él siempre dijo que quería que le incinerasen pero por lo visto cuando uno comete un suicidio no puede incinerarse hasta pasados unos años.
Odiaba los cementerios desde siempre, sentía que me quitaban toda la energía que tenía en el cuerpo. Pero esta vez era muy diferente, al estar en él, frente a la tumba de Martín solo sentí una especie de brisa cálida y serena. Empezaba a entender la muerte, al menos, eso pensaba. Para mi sorpresa no estaba solo en aquel lugar, había alguien que no había visto desde hacía muchísimo tiempo, ni siquiera sabía si en este mundo él y yo nos conocíamos. Era Gus.
Iba trajeado, con una corbata azul que conseguía que sus ojos se viesen aún más vidriosos y azules de lo que eran. Estaba pálido y se le veía especialmente serio, esperando a una considerable distancia de mí.
Echaba de menos ese tiempo en que estaba con Noah, donde todo era cálido y Gus siempre estaba en medio metiendo las castañas en el fuego en vez de sacarlas. Para mí era la mejor época que viví y que empezaba a pensar que la que viviría jamás. Empecé a acercarme a él mentalizándome de que las cosas podrían acabar siendo completamente diferentes a lo que yo esperaba de él.
— Ha pasado mucho tiempo desde que no hablábamos, ¿no crees? —Le dije sin ningún tipo de emoción en mis palabras.
—Más tiempo del que me hubiese gustado, Lindo. —Contestó él, también con una entonación muerta y oxidada.
— ¿Qué piensas de estos sitios? Ya sabes, los cementerios. —Le pregunté.
—Pienso que son una advertencia para los vivos. Quieren decir "la muerte existe, aprovecha tu vida". Así que venir a visitarlos me parece absurdo. —Acabó por decir él.
—Sin embargo, aquí estás.
—No estoy aquí por los muertos, estoy aquí por ti, Lindo. Odio a los muertos.
— ¿Qué quieres decir con eso de que odias a los muertos, Gus?
—Si sigues intentándolo ya no habrá vuelta atrás. —Dijo Gus con la voz más seria y cortada que le había escuchado usar en toda mi vida.
— ¿Qué? —Fue lo último que alcancé a decir.
—Kilian, lo has intentado, déjalo estar como está. Noah está bien, Alba está bien, tú estás bien... Ya basta, por favor.
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La teoría del caos. (Gay/Yaoi)
RomanceKilian Prescott, un chico de 18 años abiertamente bisexual que no cree en el amor, lleva casi un año entero sin salir de su casa sin ninguna razón aparente. Decidirá proseguir con sus estudios en un nuevo centro, donde se reencontrará con un viejo c...