XXI. Cool Kids

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Y ellos dicen

"Desearía ser como los chicos geniales, como los chicos geniales

Porque todos los chicos geniales parecen encajar" -Cool Kids




Genial. Hoy era el último día de mis (improvisadas) vacaciones. Eso significaba que tenía que volver al instituto, ver de nuevo a Megan Larson y oír su estridente voz, junto con el séquito de estúpidos y estúpidas que le siguen. Lo único bueno era que por fin iba a ver a Ed. Desde el día en el que me había dicho lo que había ocurrido en Londres entre el señor y él no había vuelto a saber de él. Necesitaba saber qué le pasaba, porqué no llamaba, no sé, necesitaba saber de él.

"Te preocupas como si estuviese secuestrado" me dije a mi misma.


-¡Hey, Alice! -dijo Spencer sacudiendo una mano enfrente de mi rostro- ¡Tierra llamando a Alice! ¿Hay alguien ahí?

-Claro que sí, idiota -respondí, parpadeando varias veces.

-Pues no parece. ¿En quién pensabas? -se sentó a mi lado en el sofá, mi lugar favorito por todas las "vacaciones".

-En nadie.

-Pues no parece -le dio un gran mordisco a su sandwich de pollo.

-¿No dejas de comer nunca?

-¿Y tu alguna vez comes?. Me preocupas.

-Yo sí como -dije incómoda-. No es mi culpa que nunca me veas comer.

-Si tu lo dices...-se encogió de hombros- ¿Que ves? -se refirió al televisor, que estaba en mute.

-Nada. ¿Quieres ver algo?

-¡Sí!. Veamos The Big Bang Theory.

-Vale.


Después de un rato de ver las estupideces de Sheldon y de intentar asesinar a Spencer por decirme que Penny y Leonard se casaban en la próxima temporada; no pude aguantar más las ganas y subí corriendo a mi cuarto con la excusa de entrar al baño. Apenas entré, cerré la puerta con llave y saqué una báscula *(la cosa dónde te subes y sale tu peso)* de debajo de la cama. Me despoje de todo lo que pudiese agregar más peso y me subí. Esperé unos segundos antes de ver el resultado que ella había arrojado.

"Cuarenta y ocho kilogramos"


Me sentía decepcionada. Arruinada. Inútil. Fea. Gorda. Un estorbo. Mi meta siempre había sido llegar a la talla cero, y comiendo como una vaca no lo iba a lograr. Debía dejar de comer. ¡Debía ser perfecta!.

Corrí hacia el baño y me agaché al lado del retrete. Sabía que en todo el día no había comido más que una manzana y un par de uvas, pero me sentía gorda. Obesa.

Metí dos dedos a mi garganta y las arcadas empezaron. Me desagradaba, pero era necesario. Un líquido ácido pasó mi garganta, y no quité los dedos suficientemente rápido, así que quedaron mojados con el vómito. Pero no paré. El número 48 seguía en mi mente, torturándome. Matándome.

No sabía que era yo la que me mataba.

Cuando las arcadas cesaron y sentía mi estómago vacío, me levanté y me lavé las manos. Salí del baño y bajé las escaleras rápidamente.


-Pensé que el retrete te había tragado. Ya iba yo a hacer una fiesta.

-Sí, claro, Spencer.

Bloodstream - Ed SheeranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora