XXII. The drugs don't work

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Salí del baño y me dirigí al salón de clases cabizbaja, el profesor ya había llegado, pero no me recriminó por haber entrado tarde. Durante todo el día evité las miradas interrogatorias de Mike y Luke. En el descanso, no tuve más remedio que huir de ellos. Ya sabía que ellos me iban a preguntar quién era Ed, porqué le había hablado, que eramos él y yo, y lo más importante, qué había hecho yo en el baño. Inconscientemente toqué con suavidad las pulseras que ocultaban mi muñeca. Necesitaba salir, necesitaba huir. Pero no me iba a arriesgar a salir del colegio ahora, así que decidí quedarme el resto de clases. La campana sonó, indicando el final del descanso. Esperé a que la cafetería y los corredores quedaran casi vacios y me encaminé al aula de matemáticas. Al entrar me dirigí automáticamente a mi puesto, rezando para que ni Luke ni Michael se me acercaran.


No pude evitar pensar en Edward. Su sola reacción al mirarme, el hecho de que sea novio de la más perra del colegio...¿Porqué ella? ¿Porqué, de todas las chicas que hay en el mundo, tenía que escoger a Megan? No le había dicho nada a Edward de mi pasado con ella, pero si se lo hubiese dicho, ¿Las cosas cambiarían? Quería creer que sí, quería creer que todo era una maldita pesadilla, una borrachera, quería...

"La vida no es justa".

Sus palabras llegaron en el momento preciso. Recordé aquella noche en la cual las había dicho. Cómo sus ojos perdieron el brillo por un instante.


-Señorita Woodgate, ¿Me podría decir cuál es la regla matemática para averiguar una cantidad que está con otra cantidad dada en la misma relación que otras dos también conocidas?

-La regla de tres -dije de memoria. No podía creer que este fuera el último año en el instituto y todavía siguiésemos viendo los temas de primer año.

-Muy bien -dijo, acomodándose las gafas-. Pero para la próxima deje de pensar en otras cosas aparte de las clases de matemáticas.


"Touché, profesor Crouch, le gané"


Maldición, debía de dejar de pensar en Edward. Debía meterme en la cabeza que él era novio de Megan, y que, fuese lo que fuese lo nuestro, se había acabado.

Al finalizar todas las clases salí corriendo del instituto. Odiaba huir de mis mejores amigos, pero debía hacerlo. Ellos me impedirían lo que iba a hacer ahora.

Marqué el numero que ya de memoria sabía y lo dejé timbrar.


-¿Aló?

+Nick, hola.

-¡Alice! Hace tiempo no nos hablábamos.

+Lo sé.

-¿Y qué tal estás?

+No muy bien, Nick. Hay momentos en los que me gustaría salir del mundo, escapar...

-¿Volar?

+Sí, exacto.

-Y si no me equivoco, ese es uno de esos momentos, ¿No?

+Sí -reí.

-Pues, entonces, cariño, tengo la solución perfecta.

***

Las cervezas se repartían como los besos y las caricias, todos estaban eufóricos en el patio trasero del pub, y yo no era la excepción. Tomé otra calcomanía que tenía un elefante rosado y la puse en mi boca, lamiendo el inverso. Mientras esperaba, tomé el porro que Nick me había ofrecido. Jamás había probado marihuana y LSD, pero realmente era increíble. Todas esas formas y colores, las voces, la sensación de volar, tenía todo el mundo en mis manos, me sentía la persona más sabia de todas. La combinación entres las dos drogas con alcohol era simplemente inexplicable.

Bloodstream - Ed SheeranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora