XXV. She's depressed

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Metí la llave en la cerradura y abrí. La casa estaba bien, no había desorden ni nada por el estilo. Subí lentamente a mi cuarto y lo que vi me sorprendió. Estaba tal y cómo lo había dejado por la mañana. No estaba pintado de rosa, ni tenía papel higiénico por todos lados como me esperaba, después de lo que le hice a Spencer.


—¡Hey, Alice! Por fin llegaste.


Di un pequeño brinco y miré hacia atrás. Spencer estaba en la puerta, colocándose una camisa elegante.


—Veo que...Tu cabello—dije, tocando el mío sin pensar —. Ya está...Mejor.

—Sí— respondió, ocupado con los botones de su camisa—. Duró dos días, pero lo resolví. Por cierto, si te quieres cambiar hazlo rápido.

—¿Cambiar? —exclamé un tanto alarmada—¿Para qué?

—Mamá ha despertado—finalizó de colocar los botones en su sitio.

—Sal de mi cuarto ahora—ordené. Spencer alzó las manos en señal de rendición.

—Pero que bipolar—susurró.

— Te escuché—dije, y cerré la puerta.


Mamá había despertado. Después de semanas, había despertado. Por fin la tendríamos devuelta en casa.

Pero algo me preocupaba. No sabía cómo se había tomado lo de la pérdida del bebé, y eso me daba miedo. Sí, estaba asustada. Más asustada que esta mañana al entrar al instituto. Al fin y al cabo, si Megan hubiese dicho algo malo sobre mí, lo cual ya había pasado antes, sabía que eso lo olvidarían. Pero con mi madre vivía en la misma casa. Convivía con ella todos los días. No quería ni imaginarme la cara de decepción que tendría todos los días al verme.

Porque YO era la culpable de que ella perdiese el bebé.

Por MI culpa mi hermano había muerto.

Si YO hubiese estado ahí la noche en la que él entró a la casa, nada hubiese pasado.

Pero por MI culpa, MI ESTÚPIDA culpa, mi madre había estado más de un mes en el hospital, mi hermano había muerto, mi padre estaba en la cárcel, mi hermano había tenido que faltar por un tiempo la Universidad, mi otro hermano había faltado a varias reuniones y compromisos importantes con su empresa y su novio, mi hermana pequeña había tenido que vivir temporalmente con sus abuelos. Y yo, aquí. Sin problemas. Ocupándome de mí misma, como la estúpida egoísta que era.

Caminé hasta la pequeña mesa de noche al lado de mi cama y tomé el libro que estaba al lado de la lámpara. Lo abrí por la mitad y la cogí. Una pequeña cuchilla descansaba allí. En las páginas había pequeñas manchas de sangre, lo mismo que en la cuchilla, lo cual era prueba que aquél era uno de mis instrumentos que utilizaba calmarme. Tenía varias, ocultas en distintos lugares para que ni Mike ni Luke las vieran. La cogí.


—¡Sal ahora o entro y te saco arrastrada!—oí que Spencer exclamaba al otro lado de la puerta. Dejé la cuchilla donde estaba, pero al instante me arrepentí y la guardé en el bolsillo. Caminé hacia la puerta y la abrí. Spencer estaba apoyado en el marco.

—Me asombra tu ternura, Spen.

—Lo sé. Ahora camina, mujer, que no tenemos todo el día—miró el reloj en su muñeca—. El horario de visitas es de tres a cinco de la tarde; y, como soy tan bueno en matemáticas, calculo que, si son las tres y media, a las cuatro de la tarde estaremos en el hospital, y eso nos deja una...

Bloodstream - Ed SheeranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora