Capitulo 26

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La clase pasó lenta para mí. El comportamiento de Martina me tenía más que confundido.El timbré sonó y todos salimos. No dejé de seguir con la mirada a Martina, hablaba efusivamente con mi prima. Me alejé de mis amigos y caminé hasta ellas dos.

-¿Qué hacen? -les pregunté.
-¿Sabes? Me llaman en la rectoría, luego te sigo contando Mechi-dijo sin mirarme.
Comenzó a caminar alejándose de nosotros.
-¿Me puedes decir que demonios le pasa? -le dije a mi prima.
-No lo se -dijo y quiso caminar para alejarse de mí, pero la detuve.
-Si lo sabes, y vas a decírmelo -le dije mirándola amenazadoramente.
-¿Sabes donde puedes meterte tu mirada asesina, verdad? -preguntó y empujó mi brazo para pasar.
-¡Ya vas a querer mi habitación! ¡Ya vas a llorar por ella! ¡Y yo no te la voy a dar! -le dije elevando mi voz, ya que se estaba alejando.
Giré para ir al jardín y fumar un cigarrillo, pero detuve mis pasos al verlo allí mirándome con una sonrisa cínica.
-Te soltaron, Domínguez-le dije.
-No podían tenerme ahí siempre, Blanco-dijo. Reí por lo bajo y lo miré con diversión.
-¿Te gusto la cárcel? Es un lugar muy parecido a ti -dije.
-Si, puede ser -afirmó y caminó un poco más hacia mí -Ya se la verdad de todo Blanco, ¿y sabes? No estoy enojado, ni nada de eso. Es más quería pedirte perdón...
-¿Perdón? ¿Por qué?
-Y por como me comporte, yo no quería herir tus sentimientos -dijo con sonrisa irónica. Estaba logrando sacarme de nuevo -Yo actué así porque pensé que tenías algo con Martina...
-Y si lo tengo -le dije.
-Ya quisieras -me dijo divertido. Se acercó más y apoyó una de sus manos en mi hombro. Lo miré despectivamente -Conozco perfectamente a Martina, de los pies a la cabeza. Conozco su forma de ser, su forma de pensar... Y se que todo lo que dijo en el juicio fue solo para sacarte de allí. Y lo entiendo, ella haría cualquier cosa por un AMIGO.
-Pues no le parezco muy amigo cuando nos revolcamos -dije despreocupado.
-Martina no se acuesta con cualquiera, y mucho menos con tipos como tú. Que tienen más nombres de mujeres en una cama, que un propio motel de mala muerte.
-Ella parece disfrutarlo bastante...
-Como digas Blanco, ya entendí como es la cosa. Tú estás loquito por ella, ella ni te registra y por eso estas un poco 'extraño' últimamente.
-Si no quieres terminar peor que la última vez, mejor cállate -le advertí.
Se alejó de mí y puso sus manos en el aire.
-Tranquilo, tranquilo. Yo no quiero pelea, solo quería aclararte que ya no hace falta que sigas esforzándote por mostrar algo que no sucede...
-Está bien, puede ser que aun no me la haya llevado a la cama. Pero ¿Quién te ha dicho que no lo voy a hacer? Falta menos de lo que imaginas para que eso suceda -dije muy seguro de aquello.
Me miró con ojos venenosos. Él sabía que yo estaba hablando muy enserio.
-Eso lo veremos.
-Si, si lo verás. Cuando ella haya sido mía, vendré a refregártelo en la cara. Tal vez nos grabe, para que veas como lo goza.
-Infeliz... -murmuró.
-Tranquilo Dieguito, no quiero pelear contigo. Solo quiero que dejes de esforzarte para ser un imbécil, te sale muy bien por si solo.
-¿Pasa algo amigo? -me preguntó Xabiani apareciendo detrás de Dominguez. Del otro lado aparecido Rugge.
-No, nada muchachos. Solo intercambiamos opiniones con Diego, ¿no es así? -le pregunté.
Me miró fijo y luego se fue sin decir nada.
-¿Qué quería? -preguntó Ruggero.
-Nada, es solo un pobre idiota -le dije despreocupado.
Las horas comenzaron a pasar y la actitud de Martina parecía empeorar, ahora no solo no me miraba, ni siquiera me hablaba. Yo de verdad creo que ella quiere acabar conmigo y luego anotarlo como una victoria realizada en su vida.
En esas horas que pasaron mi humor había empeorado, ni siquiera yo mismo podía aguantarme. Mis amigos se acercaron a mí y gruñí frustrado.
-Uuuh, ¿Qué sucede Blanco? -preguntó Xabi.
-No molesten -les advertí, mientras terminaba mi cigarrillo y tiraba la colilla con fuerza.
-Ya se lo que te tiene así -dijo Rugge y apoyó una de sus manos sobre mi hombro. Lo miré de reojo, como advirtiéndole que no se pasara de listo -Has perdido tu talento, ¿verdad?
Lo miré realmente sorprendido, como se nota que estos dos me conocen.
-¿Cómo supiste? -dije mientras seguíamos caminando.
-Ni siquiera tu padre logra ponerte de ese humor, cuando no tienes sexo -me aclaró el italiano.
-Lo que Ruggero dice tiene sentido -habló Xabi -Jorge, tú definitivamente eres un ninfomaníaco.
-Eres un sexo-dependiente -agregó Pasquarelli.
-No puedes estar mucho tiempo sin ello... te vuelves completamente loco.
-¡Es que no puedo entenderlo! -bramé nervioso -¡No puedo acostarme con ninguna! ¡No me producen nada! ¡Estoy con ellas y... y no... no me excito!
-Pues claro -dijo Rugge soltando un suspiro -Tantos años de desenfreno tenían que cobrar su factura.
Fruncí el ceño ante su tonta teoría.
-Apenas tengo 19 años -dije y volví mi vista al frene.
Los tres nos dirigíamos a otro día de clases. Las malditas clases, en la maldita Universidad.
-¿Y hace cuanto no pasas más de un mes sin acostarte con nadie? -me preguntó Xabi. Lo miré extrañado y me puse a pensar.
-No... nunca -dije. Los miré consecutivamente -¿Debería ver a un medico?
-Me parece amigo que tu carrera sexual ha llegado a su fin. Debiste pensar un poco antes de usarla tanto -aseguró Xabi.
-Claro no debemos ser pesimistas, estamos en el siglo XXI. Existen los tratamientos y diversas cosas para solucionarlo -me alarmó más mi buen amigo italiano.
-Ya Rugge, lo estamos asustando. Mira su cara -le dijo Ponce divertido -Amigo lo que a ti te pasa es simple y tan claro como el agua.
-¿Qué es? -le pregunté esperanzado de que me diera una respuesta.
-Necesitas un psicólogo -sentenciaron los dos al unísono.
Mi mirada se distrajo por su diminuta figura caminando descaradamente al salón.
-No, no -aseguré y ambos miraron lo que yo miraba -Lo que yo necesito acaba de entrar a ese salón, y me está volviendo completamente loco.
Ambos se miraron entre si y entramos. La divisé sentada al lado de Mechi. Mi rubia prima me miró y me sonrió, mientras que ella seguía con sin siquiera dirigirme la mirada.
¡No consigo entender que pasó con ella! Ayer estaba todo bien, se quedó a cuidarme... éramos muy felices. Y ahora no somos nada. No dejé de mirarla en ni un solo segundo. Ella parecía no notarlo, pero estoy completamente seguro de que si lo notaba.
Ella estaba muy consciente de que yo la estaba mirando, tiene ese sexto sentido que tiene todas las mujeres. Pero aun así no es capaz de mirarme. ¡No es capaz!
Y yo ya no puedo tolerar su indiferencia, su desprecio y su... forma de ser. Todo lo que me sucede es culpa de ella, absolutamente todo. Yo no puedo acostarme con ninguna otra, porque estoy completamente seguro de que ella me ha tirado algún embrujo o algo parecido...
¡Oh,Blanco! ¡Escucha lo que estas diciendo! ¿Embrujo? ¿Qué idiotez es esa? Lo único que necesito es acostarme con Martina Stoessel, sacarme las malditas ganas que le tengo y volver a ser el mismo de antes. Solo eso. Simplemente eso... Todas las tonterías y cursilerías que me dijo Susan el otro día eran totalmente incoherentes y sin sentido.
Yo solo necesito S-E-X-O con ella y asunto arreglado. Primero tengo que arreglar las cosas, pedirle perdón y volver a tomar confianza. Entablar una especie de... 'amistad' para luego llevármela a la cama. Pero maldita sea, ¿Cuánto tiempo va a llevarme eso?
-¡Jorge! -me llamó Xabi sacándome de mis pensamientos. Me giré a verlo.
-¿Qué? -le dije.
-Ya terminó la clase -afirmó mi amigo.
-¿Cómo? -dije y me puse de pie.
Ya nadie estaba en ese salón.
-No -dijo Rugge mirándome con cara de preocupación -De verdad ya me estas asustando.
-Bueno, no importa -les dije -Pero vamos, salgamos de este maldito lugar.
El resto del día se me pasó lento y pesado. La indiferencia de Martina cada vez me hacía sentir un poco más impotente.
¡Es que no es posible! ¡Ni siquiera se giró a verme cuando coqueteaba descaradamente delante de ella con alguna de las otras del lugar!
Al parecer de verdad... de verdad ya no le importo ni en lo más mínimo.
Llegué a mi casa y me tiré exhausto en mi lindo sillón, había ido a la oficina de Fernando y se me había hecho tarde allí. Tomé el control y prendí la tele.
-Conquístala, llevándole música a la puerta de su casa. Estamos completamente seguros de que caerá rendida a tus pies.
No puedo creer que la tele me acabara de decir eso. Era como... una sugerencia. Pero... ¿de donde voy a sacar yo músicos a estas horas y un lunes?
Mechi se acercó a mí y se sentó a mi lado.
-¿Qué te pasa? -me preguntó.
-No te importa, ocultadora de información -le dije resentido.
-Si lo dices por Martina, de verdad te digo que no se que le pasa. Te juro que hoy le pregunte, y me dijo que de verdad ya no quiere tener nada que ver contigo, y que si para hacer eso tendría que dejar de hablarte y mirarte, pues que estaba dispuesta a hacerlo.
-¿Me hablas enserio? -dije sin poder creerlo.
-Eso me dijo ella -aseguró.
-Tengo que irme -dije y me puse de pie -No me esperes despierta...
Corrí hasta el baño duché, me cambié y salí de mi casa lo más rápido que pude. Ya eran las 12 de la noche y si seguía perdiendo mi tiempo iba a llegar más tarde aun.
-¿Están listos? -les pregunté. Todos ellos asintieron. Había estado casi 2 horas buscando músicos y les había ofrecido el doble de lo que cobraban para que vinieran conmigo -Cuando escuchen un regaño, luego de eso... comienzan a tocar.
Todos volvieron a asentir. Los hice subir en el ascensor y nos bajamos en el piso 6.
Yo ya había encontrado la forma de entrar al edificio sin que nadie me abriera con la llave. Eso se llama ser un genio. Les hice un gesto para que se quedaran escondidos del lado de los ascensores, mientras yo iba hacia el loft. Me acomodé bien y respiré profundamente.
Mi plan de arrepentimiento y conquista comenzaba aquí. Toqué el timbre, y luego miré mi reloj. Maldije por lo bajo al darme cuenta de que ya eran las dos de la mañana. Pero ya estaba jugado, no iba a irme hasta que me atendiera...
Volví a tocar, ya que nadie contestaba. Volví a hacerlo dos veces más.
-¡Ya va, maldita sea! -la escuché gritar desde adentro.
Eso, para nada, pero para nada, es un buen comienzo. La puerta se abrió y su pequeña figura estaba metida dentro de un sexy camisón, le llegaba hasta por apenas arriba de las rodillas. Tenía el pelo todo desordenado y una cara de dormida terrible. Sus ojos se abrieron bien.
-¡Grítame, aviéntame con lo que quieras, golpéame, ódiame, pero ya no me ignores! Me estas acabando -le dije antes de que me pudiera decir algo.
-No puedo creerlo -habló ella -¡Son las dos de la mañana Blanco, estaba durmiendo! ¿No pudiste decirme esto mañana en la Universidad?
La música comenzó a sonar y ella frunció el ceño. Yo sonreí para mi mismo. Ella clavó sus ojos en mí.
-Te traje música -le hablé. Me miró frustrada.
-A veces de verdad me parece que te esfuerzas en ser intolerable, ¿Acaso lo quieres convertir en un deporte? -me preguntó -Tengo vecinos...
-No lo hice con malas intenciones -me disculpé poniendo mi mejor cara de niño bueno.
Ella soltó un suspiro y me miró.
-Dile a los músicos que se vayan, y entra. Así terminamos enserio con esto -me dijo y entró a su departamento. Me di vuelta e hice mi mejor gesto de 'victoria' Fui hasta donde estaban los muchachos y los despaché, lo más rápido que pude. Volví y subí. La puerta estaba abierta. Entré y ella estaba haciendo algo en su pequeña cocina. Me acerqué y me miró.
-Eres tremendo, ¿sabes? -me dijo. Sonreí levemente.
-Algo tenía que hacer para que me hablaras, ya no... no podía aguantar tu... soberbia.
-¿Mi soberbia? ¿Me estas llamando soberbia? -preguntó clavando su chocolate mirada en mí.
-Si cariño, eres muy, pero muy soberbia...
-Solo con la gente que lo merece, y creo que tú lo mereces -dijo. Se acercó a mí y me entregó un vaso de jugo. La miré y miré el vaso.
-¿No tienes algo más... fuerte?
-¿Alcohol?
-Podría ser -dije.
-No, yo no voy a darte alcohol -me dijo.
-Vamos, no seas miedosa, tomemos un poco... para entrar en confianza.
-Yo no quiero entrar en confianza contigo -me aseguró.
-¿Qué pasó? ¿Qué hice de malo para que hoy me ignoraras completamente? -le pregunté.
Me miró fijo y se alejó de mí, se agachó a buscar algo debajo de una de las mesadas. Me quedó al frente una linda vista de su trasero al estar agachada. Tragué saliva sonoramente... hace tanto, para mi gusto, que no estoy con una. Mucho menos una así, como ella.
-Si, aquí hay algo -dijo y se incorporó.
-¿Qué es?
-Vodka.
-Mmm, amo el vodka.
-Eres un asqueroso y repugnante alcohólico.
-Y con orgullo.
Negó con la cabeza y se acercó a mí para agarrar mi vaso y llenarlo con aquel espeso líquido transparente. Cuando lo llenó, la miré y lo tomé de un trago. Ella me miró bien.
-Por dios, eres un loco -aseguró. Reí por lo bajo y volví a llenar el vaso.
-Deberías probarlo -le dije.
-No, no. Ni loca -me dijo. Alcé el brazo hasta sus ojos y lo acerqué un poco ella -No, no voy a tomar eso...
-Vamos vegetarianita, nada va a pasarte. Además de que esto no viene de ningún animal. No te va a venir nada mal tomar un poco...
Mordió sus labios y miró el vaso, para luego mirarme a mí. Pude leer en sus ojos, el debate que estaba dentro de su cabeza. Se preguntaba porque me había dejado entrar, y porque estaba planteándose tomar aquello. Levantó su mano y tomó el vaso.
Reí divertido al ver la expresión de su cara cuando el líquido entraba en su boca. Lo alejó y un poco de vodka se escurrió por sus labios. Cerró los ojos con fuerza y respiró profundamente.
-Esto... esto es un asco -dijo cuando al fin pudo hablar.
-Claro, como si nunca hubieses tomado alcohol -dije negando con la cabeza levemente.
-Si, si tome alcohol en mi vida... pero nunca esto -me dijo -Es horrible.
-Pero no sabes lo bien que te hace -dije divertido. Nos sentamos en el sillón frente a la tele y ella la prendió, como queriendo estar con alguien más que conmigo sola en su casa.
La miré y tomé un poco más de la botella para luego pasársela.
-¿Acaso quieres embriagarte? -me preguntó.
-¿Por qué no? -le dije. Ella tomó la botella y bebió un largo trago. Reí cuando lo alejó de ella y volvió a fruncir el ceño -Ya te esta gustando, ¿verdad?
-Es horrible -dijo y rió -Pero... se vuelve... adictivo.
-Como todas las cosas que dan placer -acoté y la miré fijo.
Ella apartó la mirada de mí y dirigió su vista al frente.
-¿Sabes? Nunca te pregunte sobre tu color favorito -me dijo. La miré extrañado.
-¿Quieres saberlo? -le pregunté.
-Si, ¿Por qué no?
-Me gusta mucho el rojo... es un color lindo, fuerte...
-Apasionado -agregó ella y tomó un poco de vodka. Sonreí sin que me viera.
-¿Y tú color favorito?
-No tengo un color favorito... me gustan todos los colores.
-Oh, eres una chica multi-color
Ella rió divertida y la miré divertido.
-Que palabra más tonta...
-Demasiado diría yo -dije sin dejar de reír.
-¿Celtics o Lakers? -me dijo. La miré como si eso fuera obvio.
-Lakers, eso no se pregunta.
-Tenía mis dudas, eres medio extraño...
-¿Enserio lo crees? -ella negó divertida y mordió sus labios.
-Mmm, ¿Qué más puedo preguntarte? Tus defectos, dime tus defectos... No, ya se todos tus defectos. Mejor tus virtudes... No, también las se -dijo divertida.
-Ya se, yo digo tus defectos y virtudes, y tú dices las mías -le dije.
-De acuerdo -me dijo. Asentí y la miré fijo. Era mejor que ella comenzara.
-Comienza tú -dije.
-Bueno, primero diré tus defectos. Eres impulsivo, cínico, irrespetuoso algunas veces, mujeriego, egocéntrico, narcisista, vicioso, ninfomano -dijo todo de corrido y sin respirar. La miré realmente divertido.
-Ahora yo -dije calmando mi risa -Tú eres soberbia, testaruda, terca, mal pensada, irracional y muy, muy vengadora.
-¿Yo soy mal pensada? -dijo sin poder creerlo.
-Muy mal pensada -dije divertido -Ahora di mis virtudes...
Se quedó callada mirándome fijo. Tal vez no quería decir mis virtudes.
-Bueno no tienes muchas virtudes... Bueno si tienes varias virtudes -dijo bajando la mirada.
-Anda, dímelas -le dije queriendo escuchar aquello.
-Tú... tú eres sincero, directo, apasionado, tierno, divertido, inteligente... y eres un chico bastante guapo -dijo despacio y sin mirarme.
-¿Bastante guapo? Yo diría completamente guapo -le dije, ella rió por lo bajo.
-Pero ahora me toca a mí. Resumiendo... tú eres un amor, te podría comer a mordiscos. Pero si de verdad quieres saberlo eres... hermosa, dulce, inteligente, muy inteligente, centrada, con convicciones inamovibles, simpática, divertida. Pero sobre todo, eres la cosa más sexy que yo haya visto jamás...
-Me falto decir que eres muuuuuuy versero -agregó.
-Y tú muy desconfiada -le dije.
-Y tú muy tonto...
-Y tú muy loca...
-¿Quieres pelar?
-Inténtalo -la desafié.
-Tú inténtalo -me dijo mirándome fijamente.
-No, yo te reté primero...
-Me tienes miedo... Cobarde.
-La cobarde eres tú, tú eres la que siempre está huyendo de mí -negó con la cabeza -Si, no te hagas la tonta. Sabes de qué hablo.
-Yo huyo de tu intento de abuso.
-¿Yo quiero abusar de ti?
-Si, si quieres -me dijo.
-Si, si quiero, ¿Y que? -pregunté mirándola fijo.
-Ya basta -dijo -Creo que si seguimos así vamos a terminar por agarrarnos a los golpes.
-¿Para luego reconciliarnos? Yo creo que no tendría ningún problema...
-Jorge... -dijo con tono de advertencia.
-¿Qué? Es la verdad cariño, como tú misma dijiste soy muy directo.
-Creo que se tuve que ponerlo como defecto, no como virtud.
-Te encanta que yo sea así, admítelo...
Seguimos hablando mientras sin darnos cuenta tomábamos vodka, como si fuera agua. Siempre se podía hablar con ella de lo que fuera, porque es una mujer inteligente, la cual tiene criterio y decisión. Hasta comenzamos a hablar de fútbol. Tomé la botella y volví a tomar un largo trago.
Ya no quemaba como al principio, y podía decirse que el alcohol en sangre que yo tenía ya era el de un ebrio. Martina no dejaba de reír, hasta cuando estábamos callados reía. Me quitó la botella de la mano.
-Dame eso acá -dijo y bebió haciendo que otra vez se le derramara por los labios. Rió divertida y se limpió la boca -Tengo un secreto para contarte -habló en voz más baja como si alguien pudiera escucharla. Me acerqué un poco más a ella -Pero no se lo digas a nadie...
-Te lo prometo -le dije y tomé un poco más.
-¿Me lo juras?
-Te lo juro cariño -levanté mi mano en forma de juramento.
-Es sobre Diego -susurró. Reí por lo bajo.
-¿Dominguez?
-Si - dijo asintiendo.
-¿Qué pasa con Dominguez? -le pregunté.
-No era nada bueno en la cama.


Peligrosa Obsesión - Jortini (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora