Capitulo 15

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  Comencé a caminar para salir de aquella habitación y los pasos de Martina fueron torpes detrás de mí, ya que yo tiraba de su mano para que lo hiciera. Giré mi cabeza para mirarla.
—Pero, ¿Qué demonios haces? —me preguntó.
—Tú solo camina —le dije y tiré más de su mano, para acercarla a mí.
Domínguez salió de la habitación.
—Martina, ¿A dónde vas? —le preguntó.
—Tenemos cosas que hacer Dominguez —contesté por ella.
—Martina, te estoy hablando —dijo él. Detuve nuestros pasos y me giré a verlo.
—¿Acaso no te has dado cuenta de que estas enfermo? Así de pie y encima descalzo no vas a curarte más Dominguez, será mejor que vuelvas a la cama.
Vi como su cara se tornaba rojo de la rabia.
—Martina, vuelve aquí —le exigió de manera autoritaria, como si ella fuera un perro o algo así.
Ella lo miró fijo por unos cuantos segundos, y luego me miró a mí.
—No soy una de tus criadas, para hacer lo que quieras —le dijo ella. Sonreí levemente y ella me volvió a mirar —Vamos.
—Vamos, cariño —dije y volvimos a caminar.
Tuve unas ganas tremendas de girar a ver como había quedado Diego, pero no lo hice, para poder llegar más rápido a la salida. Además de que había dejado sin protección a Betty. Salimos y con cuidado ella soltó mi mano.
—Ya no es necesario que me agarres de la mano —me dijo.
—Está bien, está bien —le dije y me subí a la moto —Sube, vamos.
—¿A dónde? —me preguntó frunciendo el entrecejo.
—Tú solo sube, yo luego te digo.
Se subió y prendí marcha hacia lo de Stephie. Sabía perfectamente que si le decía que la llevaría a lo de Stephie se iba a negar rotundamente. Llegamos a una pequeña casa, que se encontraba cerca de la Universidad. Allí vivía la rubia insoportable de Stephie Camarena.
Tini se bajó y luego me bajé yo.
—¿Podrías decirme en donde estamos? —volvió a preguntar.
—Ya lo veraz —dije y tomé de su mano, para caminar hasta la puerta de la casa.
Toqué el timbré y más rápido de lo que esperaba la puerta se abrió. Una sonrisa de oreja a oreja se dibujaba en el rostro de la rubia.
—Viniste —dijo con voz chillona.
Sentí como la mano de Martina apretaba con fuerza la mía. Entonces, con un solo tirón la presenté adelante, para que la viera. La sonrisa de Stephie se esfumó más rápido que un 'hola que tal' Sus ojos verdes miel se clavaron con asombro y enojo sobre la pequeña figura de Martina. Arrastrando la vista me miró a mí. Yo solo sonreía como si nada pasara.
—¿No sabía que venías acompañado? —me dijo apretando los dientes.
—Y desde ahora en más, va a ser así casi siempre —le dije.
Volvió su vista a Martina y vi como su rostro cambiada radicalmente.
—Entren —sentenció y entró a su casa.
—¿Qué es esto? ¿Por qué me trajiste aquí? ¿Acaso quieres vengarte de mí por haber ido a lo de Diego? —me preguntó por lo bajo.
—No, no es eso. Te traje como escudo anti-Stephie —dije por lo bajo para que la rubia que estaba delante nuestro no escuchara —Además de que no iba a dejarte con el neandertal de Diego.
—Me debes una grande, Blanco—musitó. La miré de costado y le sonreí.
—Demás está decirlo, cuando quieras te pago cariño —dije.
Stephie detuvo su paso y se giró a vernos. Quizás nos escuchó.
—Pueden sentarse ahí, ya traigo las cosas para el trabajo —dijo de mala gana y se metió en una puerta.
—Creo que no puede odiarme más porque no tiene capacidad mental para hacerlo —dijo Martina mientras se sentaba.
—No le hagas caso, está loca —le dije mientras me sentaba a su lado.
—Si, y es por tu culpa —me dijo.
—Ya, ya cariño, no me sigas retando —le pedí.
Stephie entró y apoyó, con algo de fuerza, los libros sobre la mesa. Despreocupada Martina, sacó su celular y comenzó a escribir en el. Miré a Stephie, y esta se sentó frente a mí.
—Bueno, ¿Qué hay que hacer? —le pregunté.
—Es un trabajo que mandó la profesora de contaduría. Quiere que realicemos un análisis general de no se que cosa.
—Análisis general del consumidor final —habló Martina sin dejar de escribir en su celular.
Stephie le lanzó una venenosa mirada y volvió la vista a mí. Traté de no reír, pero me fue imposible. Así que la rubia me miró con enojo.
—Si, ¿y que más? —le dije para que volviera a concentrarse en el tema.
—Eso, y hacer un grafico con las estadísticas del mes —me dijo.
—Empecemos —dije y tomé el papel. Pero mis ganas de ir al baño impidieron que empezáramos. —Stephie, ¿Dónde está el baño?
—Esa puerta de allí —me dijo y me la señaló con el dedo.
—Ya vuelvo señoritas —me disculpé y salí de allí.
Entré al baño, hice lo necesario y volví a salir. Detuve mis pasos al escuchar la voz de Stephie.
—Te lo advierto querida, va a ser mejor que te alejes de Jorge—le dijo.
—Escúchame bien peliteñida —le habló la morena —Me parece que al fin la tintura barata que utilizas quemó las pocas neuronas que tenías. Ya no me van tus estúpidas amenazas. Y si no quieres terminar peor que la primera vez, mejor cierra la boca...
—Eres una... —entré a la sala antes de que la cosa pasara a mayores. Refrené una sonrisa, la morena había dejado bien en claro quien de las dos era más peligrosa.
—Bueno, ahora si podemos comenzar —dije mientras me sentaba de nuevo.
Los minutos pasaban y yo ya me estaba volviendo loco con todo esto.
Es que es increíble que haya gente como Stephie en el mundo. De verdad es algo que no logro entender.
—Stephie, linda, pon atención. Las cosas no son así —le dije por décima quinta vez.
Era la décima quinta vez que le explicaba lo mismo. Ella soltó una tonta risita.
¡Aaag, como exaspera! Y aun no puedo creer como tuve el valor de acostarme con ella, pero nunca más lo hago. Lo juro por mi hombría, que jamás me vuelvo a acostar con chicas así.
Aunque como ya dije una vez nunca hago caso de mis propias palabras.
—Es que no lo entiendo —dijo ella.
Miré de reojo a Tini, y seguía concentrada con su celular. Solté un suspiro.
—No importa Stephie, ¿Por qué no vas a traer algo de comer? —le pregunté.
Ella asintió y se puso de pie para ir a buscar lo que le encargué. Giré mi cabeza para mirar a Martina. Ella levantó su vista del celular para mirarme también.
—¿Qué sucede? —me preguntó.
—No soy un genio, no pongo atención en clases, pero dime por favor que no fue mi imaginación la completa falta de, ya no inteligencia, sino SENTIDO COMUN en Stephie —le dije. Ella sonrió levemente.
—Vamos Blanco ¿Acaso no conoces la clase de chica que está frente a ti? No tiene ni dos dedos de frente, y se cree dueña del mundo —dijo y volvió su vista a su celular.
—¿Qué estás haciendo con el celular? —le pregunté.
—Estoy jugando —contestó sin dejar de mirar la pantalla.
—Ayúdame —le dije.
Volvió a clavar su vista en mí, y sentí muchos deseos de besarla. Pero no a la fuerza, de besarla y que ella estuviera completamente de acuerdo con ello.
Soltó un suspiro y guardó el celular para acercarse a la hoja que yo tenía en mi mano.
Más rápido de lo que hubiese esperado, la morena y yo terminamos el bendito trabajo. Con personas así si da gusto trabajar y hacer las cosas.
—Gracias —le susurré cuando vimos que Stephie entraba a la sala con una bandeja en la mano. Me puse de pie y tomé la mano de Martina para que también lo hiciera. Stephie nos miró bien, y apoyó la bandeja sobre la mesa —Stephie, ya terminé el trabajo. Y perdón por no esperarte para hacerlo juntos, pero tengo que irme a hacer unos tramites muy importantes.
—Pero... —habló ella.
—Nos vemos el lunes en la Universidad —dije mientras empujaba levemente a Martina para que caminara hacia la puerta —No te olvides de llevar el trabajo por favor. Adiós y gracias por tu hospitalidad.
—Adiós —escuché como decía. Salimos de su casa y seguí empujando levemente a Martina hasta la moto. Ella se giró a verme cuando llegamos.
—¿Qué? —le dije.
—¿Sabes? Me dio pena —dijo. Sonreí.
—¿Quién?
—La rubia teñida.
—Cariño, no le tengas pena. Ya te dije que esta loca. Ahora sube a la moto, vamos a un lugar que conozco.
—No, no quiero ir a ningún lugar contigo.
—¿Por qué no?
—Porque eres un hombre horrible, un insensible, nada te importa... ni siquiera lo que esa loca sienta —me dijo.


Peligrosa Obsesión - Jortini (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora