Capitulo 30

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Martina se puso de pie y me miró fijamente. Ella parecía estar bastante enojada.
-Fue la película más horrorosa que vi en mi vida... y no quiero volver a verla nunca más -me dijo hablando rápido.
-No me pareció eso, cuando me pediste que volviera a ponerla -le dije sonriente.
Su boca y sus ojos se abrieron indignados.
-No puedo creer que hayas dicho eso -me acusó.
-¡Ya basta! -dijo Mechi mientras se ponía de pie también. Yo también lo hice -¡No entiendo nada de lo que dicen! ¡Ya me cansaron! ¡Arréglense, peléense! ¡Vayan a tener sexo por ahí, a ver si se les quita lo insoportable!
Se fue dejándonos solos. Apreté los dientes ante lo último que había dicho mi prima. Si ella supiera que ese es el puto problema.
-Quiero que te mantengas alejado de mí, porque o sino vas a arrepentirte, ¿escuchaste?
-Solo dime una cosa...
-¿Quieres saber si lo disfruté? ¿Si lo gocé? Si, si lo gocé, lo disfruté, eres toda una maquina lujuriosa... Pero no quiero volver a repetirlo -me dijo y comenzó a caminar para salir de la cafetería. Mis piernas tardaron un poco en responder a la orden de mi cerebro, para seguirla. Pero lo hicieron y corrí hasta alcanzarla.
-Solo quiero saber que demonios te pasa -le dije, mientras la tomaba con cuidado del brazo para que dejara de caminar -No entiendo porque actúas de esta manera...
-¿Qué? ¿Acaso quieres que siga alimentando tu ego? -me preguntó y soltó una leve risa irónica -Ya está Blanco, lograste lo que querías conmigo. ¡Me acosté contigo! ¡Un aplauso para el señor, por favor! -dijo elevando su voz y aplaudiendo un poco -¿Y ahora que quieres?
-Yo... yo no lo se -le dije perturbado por sus palabras.
-Ahora, que venga la siguiente ¿verdad? -me dijo. La miré fijo a los ojos - Así es como funcionas y yo no pretendo poder cambiar eso.
-Quiero estar bien contigo Martina -le dije soltando un suspiro.
-Está bien, está bien, aquí no pasó nada... ya no quiero peleas, ni vueltas, ni enredos. Solo que ya no sigas... olvídalo, yo ya lo olvidé -me dijo.
-Pero si pasó... y yo no quiero olvidarlo... no puedo -dije bajando un poco más el tono de mi voz en las últimas dos palabras.
-¿Y que quieres que haga? -me preguntó y vi como sus ojos se humedecían. Sentí una presión en medio de mi pecho -¿Qué me acueste contigo cada vez que tengas ganas?
Apartó su mirada de mí y miró hacia el suelo. Un nudo se había formado en mi garganta, haciendo que me costara un poco hablar y hasta tragar mi saliva.
Con un poco de duda me acerque a ella. Tomé su rostro con mi mano e hice que me mirara a los ojos. Sus ojos estaban poblados de lágrimas. Cristalinos y vidriosos.
-Para ser honesto eso... me haría muy feliz -le dije. Una lágrima no pudo quedarse en su lugar y resbaló fría por su mejilla. Aquella imagen me destrozó por dentro. Con uno de mis dedos la sequé suavemente -Pero jamás te lo pediría.
-Ya no sigas más Jorge... aunque no parezca me haces daño.
-Yo no quiero hacerte daño.
-Entonces... ya déjame, por favor -me pidió y comenzó a salirse de mi agarre.
Lentamente comenzó a alejarse más y más. Hasta que estuvo lo suficientemente alejada de mí, se dio vuelta y comenzó a caminar por el largo pasillo. Yo solo me quedé ahí mirando como ella se perdía por el camino.
Pero ya intente dejarte centenares de veces, Martina. Y cada vez encuentro una manera más espectacular para fallar. Soy un maldito cerdo egoísta.
El resto del día en la Universidad se me pasó lento y pesado. No había vuelto a ver a Martina por ningún lado.
Pero lo raro también fue que tampoco volví a ver a mi prima, ni a Lodo.
Ruggero me dijo que Lodo se había ido porque tenía que realizar unos trabajos con su madre, y de Mercedes... bueno de ella no supe nada.
Llegué a mi departamento y tiré las llaves sobre la mesa, para luego entrar al baño. Me duché y salí para acostarme un rato a descansar.
Tomé el control y prendí la tele. Sentí unas voces provenientes de afuera y el sonido de una llave. Apagué la tele y me escondí detrás del sillón. De seguro esa era Mechi y venía en compañía de alguien.
-Que cansada estoy -escuché la voz de mi prima.
-Si, hoy fue un día bastante largo -dijo Lodo.
Me acomodé mejor detrás del sillón para que ellas no me vieran.
-¿Quieres algo para tomar? -le preguntó Mechi.
-Un poco de agua -dijo ella.
Escuché como se sentaban en las sillas de alrededor de la mesada de la cocina.
-Ya se porque hoy estaba tan tensa Martina -dijo la rubia.
-¿Por qué? -le preguntó Lodo.
-Ayer Jorge fue a su casa a buscarla... y ya sabes ellos...
-¿Qué?
-Tú sabes que entre ellos hay mucha química.
Asentí con la cabeza.
-Si, lo se.
-Bueno, ellos terminaron haciéndolo -dijo Mechi.
-No puedo creerlo.
-Tarde o temprano iba a pasar, yo lo sabía. Pero no sabía que iba a afectarla tanto.
Fruncí el ceño al escuchar eso de mi prima.
-¿Afectarla? -dijo la chica de ojos verdes.
-Si, a Martina le pasa algo con Jorge... Es así aunque quiera negármelo rotundamente, yo se que le pasa algo con él. Y esta asustada la pobre... imagínate se enamoró de Diego, era un idiota en potencia, aunque no lo parecía. ¿Y ahora Jorge? Está bien, es mi primo, lo adoro. Pero es tan cínicamente idiota y mujeriego. No hay que ser un genio ni nada para saber que en algún momento, la terminaría engañando -dijo ella.
Eso no es así, a Martina no le afectó. Comencé a pensar en las cosas que mi prima acaba de decir. ¿A Martina le afectó?
¡Demonios soy un completo imbécil! La única chica a la que si bien no... bueno tal vez... no, no, definitivamente NO AMO pero si me importa lo que piense de mí no quiere saber nada conmigo antes de siquiera intentarlo.
-Yo la conozco bien, Martina se deja ver como una chica fuerte, y decidida, tiene un carácter especial y amo sus convicciones inamovibles... es lo que más admiro de ella. Pero cuando logras entrar a su mundo, ves lo sensible y frágil que es -agregó Mechi.
-Pobre, ella es tan buena -dijo Lodo -Debemos hacer algo por ella.
-Si, lo se -dijo mi prima.
-¿Acaso estas pensando lo mismo que yo? -dijo la pequeña genio.
-¿Qué estas pensando tú?
-Es hora de buscarle un candidato a Martina -dijo contenta.
-Creo que me leíste la mente genio, es hora de buscarle el candidato ideal para ella y creo que ya se quien es -dijo la rubia.
-¿Quién? -dijo Lodo con tono intrigado.
-Pablo Espinosa- sentenció.
¡Diablos! Ella no podía estar hablando enserio.
-¿Pablo Espinosa? ¿El presidente del centro de estudiantes de la Universidad? ¿El que estudia sociología y letras? -preguntó.
-Ese mismo -afirmó Mechi.
-¿Lo conoces? -le preguntó.
-Sin querer el otro día me choqué con el yendo a clases y se me cayeron todos los libros. Me ayudó a recogerlos y fue muy amable y para nada se comporto como un baboso -dijo ella.
Tal vez porque el bobo sea medio rarito, primita mía. Pensé entre una extraña sensación de molestia ya que ella estaba alardeando de un extraño, al cual le quería entregar a MI Martina.
-¿Tú crees que le gustará a Martina? -preguntó la de anteojitos.
-Conociéndola... podría ser -dijo mí la rubia.
¡Genial! Ahora ni en la familia se puede confiar.
Gracias por esas ideas Mercedes Blanco, primita adorada de mi alma, eres un amor. Ya veremos quien dormirá hoy por la noche en la cama, querida mía. Ya lo veremos...
-No creo que JORGE te lo agradezca -dijo Lodo, pronunciando mí nombre un poco más fuerte de lo que se amerita.
-Esto lo hago por el bien de MI mejor amiga. ¿Verdad que lo entiendes Jorge? -me preguntó.
Entonces me quedé quieto esperando a que esto no estuviera pasando. Ellas sabían que yo estaba aquí, escondido como una rata. Lentamente me incorporé.
-¿Desde cuando saben que estoy aquí? - les pregunte.
-Desde que gruñiste cuando nombré a Pablo Espinosa-me dijo Mechi.
-Que lindo lo tuyo primita, entregarle a Martina en bandeja a ese tipejo -le dije con tono molesto.
-¿Qué quieres? ¿Qué te la deje a ti para que la lastimes? Olvídalo -me dijo ella.
-No te atrevas a meterte en esto Jorge -me dijo Lodo amenazadoramente -Si todo sale bien, mejor para todos -¿Acaso no estás pensando en mí pequeña diabólica? -Y no, no estoy pensando en ti, pequeño mujeriego...
Me quedé congelado. ¿Cómo sabía que yo había pensado aquello?
-¿Qué como lo sabía? -preguntó Mechi y rió -Fácil primito, te estamos leyendo la mente. Buuuuu -hizo un tono de fantasma. Miró a Lodo -No hay que ser psíquico, el pobre es tan predecible.
-Hubiese preferido que dijeras que estabas leyendo mi mente -le dije entrecerrando los ojos y mirándola mal.
-Bueno volviendo al tema importante -dijo Mechi y sonrió -Tenemos que hacer que Martina y Pablo se encuentren.
-¿Cómo? -preguntó Lodo.
-Si, eso ¿Cómo? -dije molesto.
-¿Sabes si acaso él va seguido a la biblioteca? -le dijo.
-Mmm, si, si. Él va bastante seguido a buscar los libros de braille, ¿sabías que le enseña a leer a niños ciegos?
-¿De verdad? Oooh, es tan tierno. ¿Y como podemos hacer para que se encuentren?
-Ustedes dos son unas malditas traidoras -las acusé. Ambas se giraron a verme con una despectiva mirada.
-Si no quieres oír, vete -me dijo mi prima.
-Si, molestas -me dijo Lodo.
-¿Sabes que pequeña diabólica? Calladita te ves más bonita -le dije.
Ella me sacó la lengua como nena de 5 años y volvió su vista a mi prima. Comenzaron a hablar en voz más baja, impidiendo que yo pudiera escucharlas.
¿Quién las necesita? Yo no voy a dejar que anden armando ninguna clase de salida ni nada con Espinosa y Martina
Me dejé caer en el sillón y prendí la tele para tratar de concentrar mi atención en otra cosa, mientras que aquellas dos traidoras planeaban como clavarme una daga por la espalda. Ellas reían y hablaban muy animadamente. Las ganas de saber que era lo que estaban tramando comenzaron a carcomerme la conciencia.
¿Qué pasa si a Martina le gusta Pablo?
¿Qué pasa si acepta salir con él?
¿Qué pasa si a él le comienza a gustar?
¿Qué pasa si me meto en el medio?
Sonreí maliciosamente al cruzarse por mi mente la idea de frustrar cualquier plan que incluya hacer que Martina salga con algún tipejo.
-¿De que sonríes? -me preguntó Mechi haciendo que saliera de mis pensamientos.
Me giré a verla y me senté cómodamente en el sillón.
-De nada, ¿Por qué? -le dije sin dejar de sonreír.
-Porque yo conozco esa sonrisa. Esa es una sonrisa de que tu cabeza está maquinando alguna idea macabra para arruinar alguna cosa.
-¿Por qué crees eso de mí? -dije haciéndome el inocente.
-¿Será porque te conozco?
-¿O por qué es predecible? -dijo Lodo.
-No chicas, están equivocada -me puse de pie y caminé hasta ellas. Coloqué una de mis manos sobre el hombro de Lodo -¿Y saben que? tienen razón en todo lo que dijeron, así que si necesitan mi ayuda para hacer que Martina salga con Pablo, no duden en avisarme que haré lo que sea.
Miré a mi alrededor fijándome si ella no estaba por ahí. No, no había ninguna señal de ella.
-¿Se puede saber qué demonios haces? -me preguntó Xabi.
-Estoy mirando -le dije y volví a mirar para todos lados.
-Si, ya lo sé. Pero ¿Qué miras? -me dijo él.
-Nada, nada. No me hagas caso -dije y dejé de mirar. Xabi me miró frunciendo el ceño.
-¿Hay algo que quieras contarnos? -me dijo Ruggero. Lo miré bien.
¡Oh, diablos! Lodo, ya le fue con el cuento.
-¿Tu noviecita ya te fue con el chisme? -le dije con tono burlón.
-¿Qué? ¿Qué pasó? -preguntó Xabi.
-¿Sabes con quien se acostó ayer a la madrugada Jorge? -le dijo Rugge.
-No, ¿Con quién?
--- Ruggero -le dije para que se detuviera.
-Con Martina -le dijo. Xabi se giró a verme sin poder creerlo.
-No es cierto -me dijo.
-¡Maldita sea, Rugge! No tuviste que haberlo dicho -dije enojado.
-No, no puedo creer que lo hayas conseguido -me dijo Xabi aun sin poder creerlo.
-Bueno, ya esta no quiero hablar del tema -le dije y volví a mirar a mí alrededor.
Estábamos en la Universidad, ayer por la tarde me la pasé peleando con Mercedes y Lodo y también riendo un poco. Aquellas dos me acusaron de ser un cínico que necesita urgentemente la ayuda de un profesional. Y puede ser que tengan razón, pero yo ni iba a dejar que se salieran con la suya. Hoy era un día nuevo y yo tenía que estar muy alerta para vigilar a Martina.
El auto que yo estaba esperando que llegara, llegó y se estacionó a unos cuantos metros de donde estábamos nosotros. Las tres bajaron al mismo tiempo. Mi mirada se posó en mi prima. Al instante mechi me miró fijamente. Sonrió triunfante y me sacó la lengua en forma de burla. Vi como las tres entraban a la Universidad y comencé a empujar a mis amigos para que caminaran.
-¿Qué sucede? -preguntó Xabi
-Caminen, caminen. No podemos perder de vista a esas tres -les dije y los seguí empujando.
Las divisé caminando hacia uno de los salones, entonces apresuré nuestros pasos y sigilosamente nos acercamos más a ellas.
-Hoy tenemos que ir a la biblioteca antes del medio día, Martina-le dijo mi rubia prima.
-¿Para qué? -preguntó la morena.
-Tienen que ayudarme a dar unos libros, ¿sí? -dijo Lodo
Entrecerré los ojos, pequeñas manipuladoras. ¿Con que ese es su plan? Hacerlos cruzarse en la biblioteca, que ella le de sus libros. No lo van a lograr...
-Claro, no hay ningún problema -dijo Martina.
-Claro que si hay un problema -susurré.
-¿Cuál es el problema? -me preguntó Xabi.
Detuvimos nuestros pasos justo antes de entrar al salón. Ellas ya habían entrado.
-Que la loca de mi prima y la pequeña diabólica, quieren hacer que Martina salga con un tipejo -les conté.
-¿Qué tipejo? -me preguntó Rugge. Entrecerré los ojos y miré hacia la puerta del salón.
-Pablo Espinosa-sentencié.
-¿Pablo? ¿El presidente del centro? -dijo Louis.
-Ese mismo -afirmé.
-¿Y qué tiene de malo? -dijo Rugge.
-¿Cómo que tiene de malo Ruggero? Absolutamente todo -le dije.
-Pero ¿Acaso no era que Martina solo te interesaba para una noche? Bueno, ya la obtuviste. ¿Ahora qué quieres de la pobre? -me acusó Xabi.
-Esto no tiene nada que ver conmigo -mentí.
-¿A no? ¿Entonces? -dijo Rugge.
-Solo me preocupa que quieran involucrarla con... cualquiera -dije. Xabi miró a Rugge y sonrió.
-Nunca había escuchando una mentira tan grande -le dijo divertido.
-Bueno, ¿de quién son amigos? ¿Míos o de ella? -les pregunté.
-Nos agrada Martina -dijo Xabi-Es una buena chica, y es como la hermana que nunca tuve.
-Y tú eres un cerdo -acotó Rugge.
-Lo que sea -les gruñí -¿Van a ayudarme?
-¿A qué? -dijo el italiano
-A impedir que ella conozca a Espinosa-les dije.
-Listo, acaba de perder completamente el juicio -dijo Xabiani.
-¿Estas bromeando cierto? Si yo tuviera una hermana se la entregaría a Pablo... ¿Tienes idea de lo bueno que es? No podrían encontrar un mejor candidato para Martina -aseguró mi querido amigo Ruggero.
-Tú no me mereces llamarte amigo -le aseguré.
-Yo votaría por Pablo para presidente del país, si alguna vez se postulara -agregó Ponce.
-¿Seguirán alabando al enemigo o van a ayudarme? -les dije algo nervioso.
-¿Enemigo? -dijo algo confundido Rugge.
-No te entiendo -me habló Xabi-Me confundes... con razón las chicas quieren alejar de ti a Martina.
-¡Perfecto! Lo haré todo yo solo... con amigos así, quien necesita enemigos. Hasta Dominguez, me hubiese apoyado más en esto que ustedes -les reproché.
-¿Espera un segundo? -me dijo Rugge y sonrió -¿Con eso nos estas queriendo decir que estas CELOSO de que Martina salga con otro?
-Solo estoy diciendo que voy a proteger a mi AMIGA de una desilusión -le dije sin mirarlo a la cara.
-Mayor desilusión que tú, no creo -me dijo Xabi. Lo miré asesinamente.
-Conmigo ya sabe lo que tiene, no hay más. Pero con un extraño, y más de esos que son buenos, son los peores. No hay que fiarse -dije hablando como todo un sabio.
Rugge soltó un cansado suspiró y apoyó su mano en mi hombro.
-Solo porque eres mi amigo, mi hermano, voy a ayudarte tratando de sacarle un poco de información a Lodo.
-Te advierto que es terrible -le dije. El sonrió divertido.
-Lo sé -dijo con tono bobo. Miró a Xabi y lo empujó levemente -A ver cuando te le declaras aMechi, para que le puedas sacar información también.
-Sería algo más que información lo que le sacaría -dijo poniendo cara de idiota enamorado. Lo miré preocupado.
-Si claro, estoy completamente seguro de que ella le sacaría información a él -le dije a Rugge.
Una figura salió del salón y comenzó a caminar por el pasillo. Me incorporé de la pared, en la que estaba apoyado, para mirarla. Era Martina.
Mis ojos se abrieron bien al ver que caminando hacia ella venía Espinosa. ¡Oh diablos, esto no podía ser cierto! Vimos como Mechi se asomaba por la puerta y sonreía al ver a Pablo.
-¡Martina! -la llamó fuerte.
La morena se giró a verla al instante, y al instante en que hizo eso se chocó de frente con él. Espinosa fue rápido y la tomó de la cintura, impidiendo así una caída segura por parte de ella. La escenita se estaba llevando más miradas de las que realmente se ameritaba. Sentí como la sangre corría más rápido por mis venas al ver como él la estaba mirando. Y aun no la había soltado.
-No pudo haber sido mejor -dijo Mechi sonriente.


Peligrosa Obsesión - Jortini (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora