Capítulo 23

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Está tan cerca de mí que puedo sentir su respiración calmada a milímetros. Los hormigueos se apoderan de mi estómago, dirigiendo temblores a mi columna vertebral. No debo levantar la mirada, o correré el riesgo de no resistirme y pegar mis labios a los suyos. Puedo ver como levanta su mano lentamente hasta llegar a la mía, entrelazando sus largos dedos en los míos que están heladísimos por el frío que hace. No me aguanto y miro hacía arriba. Él tiene su cabeza gacha, con los ojos atentos a la unión de nuestras manos.

Me parece increíble lo hermosos que pueden llegar a ser los ojos de Julian. Son tan mieles, tan profundos, penetrantes, a la vez tan frágiles y transparentes. Puedes saber su estado de ánimo o si está mintiendo si lo miras fijamente. Posee un brillo especial que siempre lo ha tenido, desde que lo conocí, que baila rápidamente en sus pupilas, deslizándose por su iris y rodeando el color avellana, haciendo que se vean más claros cuando está emocionado o feliz. Ahora, el brillo está patinando por el círculo miel, provocando que se torne de un color más claro y puedo ver el reflejo de nuestras manos en sus negras pupilas.

—Julian... —digo alejándome un poco de él. Volviendo a la posición normal.

Él eleva su cabeza y me mira. Trago con dificultad saliva, intentando que el bulto que se ha formado ahí pase por mi garganta y que desaparezca. Me mojo los labios y abro la boca para continuar.

—¿Por qué trajiste a Nicole?

Se que mi pregunta lo incomoda en la manera que mete sus manos en los bolsillos de su chaqueta y que cruza la pierna derecha sobre la izquierda. Primero le da una mirada fugaz a su alrededor y luego me analiza de pies a cabeza. Está formulando su respuesta.

—Ella te quiere, Ori. Yo no la invité. No había hablado con ella como hace... ¿una semana? Tal vez más. Nicole se enteró y me llamó para saber como estabas. Me dijo que si podía traerla. ¿Tú crees que le diría que no?

Me impresiona que siempre que saco el tema de Nicole y su relación bastante cercana se ponga tan molesto, cortante y frustrado. Le enoja tanto hablar del tema que arrastra las palabras, no toma bien el aire para respirar por lo que hace que atropelle a su propia habla. No se le entiende mucho porque lo dice en un tono muy bajo, pero logro entender por lo menos un medio de lo que dijo.

—Está bien. Me alegro —creo que mi frase envuelta en sarcasmo es demasiado obvia y Julian lo nota inmediatamente. Esconde una sonrisa y cruza los brazos encima de su pecho.

—¿Te enojaste ya? ¿Tan pronto?

Sí, por lo que me acabas de decir me he puesto furiosa. ¡Gracias Julian! Todo iba tan bien.

—¿Podría irme? No quiero seguir hablando contigo —musito.

Julian suelta una carcajada sin humor y me provoca más enojo. Mierda, no quiero estar enojada. ¡Pero su actitud me supera!

—¿Y ahora que hice? —pregunta divertido levantando las cejas, alzando los brazos y colocando cara de inocente. No le sale para nada. Su media sonrisa me parece seductora y preciosa, entonces dejo de mirarlo para no distraerme y ocultar el rojo intenso que cubre a mis mejillas.

—Eres tan... tan... ¡tú! Tu actitud me tiene harta, sabes que es un caso delicado para mí y tú ya te estás como burlando de mí, ¿cómo no me enojaré? No estoy en condiciones para pelear. Mi mamá está a punto de pasar al otro lado y sé que... —no me deja terminar porque estoy justo saliendo por la puerta del baño, pero su brazo presionando al mío me detiene. Resoplo enojada.

—Ya sé, —suspira—. crees que no me interesa, ¿verdad?

—¡Pero eso parece, Julian! ¿Por qué siempre piensas que te estoy atacando? ¡No es así!

—¿Tal vez por qué siempre estás diciéndome todos mis defectos, las cosas que hago mal, que siempre tengo la culpa yo? ¿No piensas que debería sentirme así?

—Es porque te quiero. Y quiero que seas mejor. Por eso te digo las cosas —le respondo con las lágrimas asomándose por mis ojos y con el corazón apretado en el pecho.

Abrazos Gratis (Orian Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora