Luego de hablar con Joaquin, pedí estar sola. Una vez que me aseguré de estarlo, cerré las cortinas y puse un trapo en el cerrojo de la puerta.
Me acerco a la cama, despacio me agacho y miro debajo de ésta. Ahí está. El monstruo debajo de mi cama. Sonrío al volverlo a ver. De cierta forma ya lo extrañaba.
Él me sonríe.
-Salí- le digo suavemente.
Pestañea dos veces.
-¿Por qué no?
No pestañea.
-¿Alguien te puede ver?
Pestañea una vez.
-¿Quién?- susurro.
El ser levanta un dedo y señala detrás de mí.
Me levanto de un salto, esperando ver a Joaquin o a Ian, pero en cambio de eso, veo a la niña. De pie, frente a mí, con su largo pelo rojizo, sus pies descalzos y su vestido lila.
-¿Quién sos?- le pregunto con voz segura.
-Charlotte- dice con voz apagada.
-¿Qué haces acá?
-Nada, sólo soy una mensajera.
-¿Mensajera de quién?
-No estoy autorizada a decirte eso.
-¿A qué estás autorizada, entonces?
-A decirte que corres peligro- hace una pequeña pausa- Los de blanco son malos- otra pequeña pausa- Sólo puedes confiar en él- pequeña pausa- Sigue tus instintos -luego de eso, la chica, Charlotte, desaparece.
¿Qué mierda fue eso?
Me agacho y miro al monstruo.
-¿Ella dice la verdad?
El ser pestañea.
-¿A qué se refiere con que estoy en...? -un golpe en la puerta hace que me levante -¿Qué pasa?
-Ángeles, soy yo, tenemos que hablar los tres- la voz de Joaquin suena preocupada y a la vez enojada.
Abro todas las cortinas y la puerta. Ambos chicos entran.
Me siento sobre la cama, con la delicadeza de no abrirme de piernas. Joquin se sienta en el sillón e Ian a los pies de la cama, mirándome.
Abro la boca para preguntar, pero Joaquin me interrumpe.
-¿Él es tu novio?- pregunta de manera acusadora.
-No lo recuerdas, lo era -dice Ian.
-No es cierto, sino yo lo sabría.-replica Joaquin.
-No sabes todo sobre ella.-le contesta Ian.
-Sí lo sé, soy su hermano, bueno... lo era.
-Escucha, Ángeles- Ian me mira a los ojos- Vos me conocés, aunque no lo recuerdes es cierto, somos novios, o lo fuimos- me toma la mano- Todo tiene un tiempo, y aun no es el tiempo de que te cuente todo, pero debes creerme, tenés que venir conmigo.
Joaquin separa nuestras manos y me levanta bruscamente por el brazo.
-Ella no irá a ningún lado con vos- me abraza de manera protectora- Ella se queda conmigo.
-¿Para qué? ¿Para que le beses la espalda mientras duerme?
-¡¿Qué?!- me suelto del abrazo de Joaquin y me pongo entre ellos, de frente a Joaquin.
-¿Como sabes eso?- Joaquin pregunta incrédulo.
-No lo niegas.- dice Ian.
-Es verdad- admito- ¡Sos un psicópata!- le grito.
-¿Y él? ¿Cómo crees que lo sabe?
Me doy vuelta, quedando de frente a Ian.
-¿Cómo sabes eso, Ian?
-Te espíe esa noche. Quería saber si estabas bien y vi cómo te besaba la espalda y luego se hacia el dormido.
-¿Dónde aprendieron a ser tan psicópatas?- les pregunto, incrédula.
-Ves, es un loco -acusa Joaquin.
-Él es el loco, Ángeles, vamos.
-No, vos te quedás conmigo.
-No, ella viene conmigo.
-¡Ella es mía, se queda acá!- grita Joaquin.
Miro debajo de la cama, donde el monstruo señala a la puerta. Despacio y sin llamar la atención me voy. Voy hacia la cocina, luego salgo al patio y me columpio.
-Vete -alguien me susurra.
-Vete -me vuelven a susurrar.
-¿Quién sos?- pregunto.
-Tu monstruo -susurra detrás de mi oreja.
Me doy vuelta y por un segundo veo sus ojos celestes brillantes antes que desaparezcan.
-Lo haré.
Me levanto y corro hacia las rejas, las salto y cruzo la calle, doblo a la derecha y corro una cuadra antes de cansarme; troto dos cuadras más y doblo a la izquierda. Camino unas cuadras y vuelvo a doblar. Me detengo en una esquina al darme cuenta de que ya no sé donde estoy.
Estoy perdida y sola... ¿o no?
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El monstruo debajo de mi cama
RandomÚltimamente, todas las noches a la misma hora de la madrugada, María de los Ángeles se despierta por un ruido. Pero cuando enciende la luz no hay nada ni nadie. Su padre y su abuela desaparecieron hace tiempo y nadie sabe de ellos. ¿Tendrá algo que...