Cap. 12

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Luego de hablar con Joaquin, pedí estar sola. Una vez que me aseguré de estarlo, cerré las cortinas y puse un trapo en el cerrojo de la puerta.

Me acerco a la cama, despacio me agacho y miro debajo de ésta. Ahí está. El monstruo debajo de mi cama. Sonrío al volverlo a ver. De cierta forma ya lo extrañaba.

Él me sonríe.

-Salí- le digo suavemente.

Pestañea dos veces.

-¿Por qué no?

No pestañea.

-¿Alguien te puede ver?

Pestañea una vez.

-¿Quién?- susurro.

El ser levanta un dedo y señala detrás de mí.

Me levanto de un salto, esperando ver a Joaquin o a Ian, pero en cambio de eso, veo a la niña. De pie, frente a mí, con su largo pelo rojizo, sus pies descalzos y su vestido lila.

-¿Quién sos?- le pregunto con voz segura.

-Charlotte- dice con voz apagada.

-¿Qué haces acá?

-Nada, sólo soy una mensajera.

-¿Mensajera de quién?

-No estoy autorizada a decirte eso.

-¿A qué estás autorizada, entonces?

-A decirte que corres peligro- hace una pequeña pausa- Los de blanco son malos- otra pequeña pausa- Sólo puedes confiar en él- pequeña pausa- Sigue tus instintos -luego de eso, la chica, Charlotte, desaparece.

¿Qué mierda fue eso?

Me agacho y miro al monstruo.

-¿Ella dice la verdad?

El ser pestañea.

-¿A qué se refiere con que estoy en...? -un golpe en la puerta hace que me levante -¿Qué pasa?

-Ángeles, soy yo, tenemos que hablar los tres- la voz de Joaquin suena preocupada y a la vez enojada.

Abro todas las cortinas y la puerta. Ambos chicos entran.

Me siento sobre la cama, con la delicadeza de no abrirme de piernas. Joquin se sienta en el sillón e Ian a los pies de la cama, mirándome.

Abro la boca para preguntar, pero Joaquin me interrumpe.

-¿Él es tu novio?- pregunta de manera acusadora.

-No lo recuerdas, lo era -dice Ian.

-No es cierto, sino yo lo sabría.-replica Joaquin.

-No sabes todo sobre ella.-le contesta Ian.

-Sí lo sé, soy su hermano, bueno... lo era.

-Escucha, Ángeles- Ian me mira a los ojos- Vos me conocés, aunque no lo recuerdes es cierto, somos novios, o lo fuimos- me toma la mano- Todo tiene un tiempo, y aun no es el tiempo de que te cuente todo, pero debes creerme, tenés que venir conmigo.

Joaquin separa nuestras manos y me levanta bruscamente por el brazo.

-Ella no irá a ningún lado con vos- me abraza de manera protectora- Ella se queda conmigo.

-¿Para qué? ¿Para que le beses la espalda mientras duerme?

-¡¿Qué?!- me suelto del abrazo de Joaquin y me pongo entre ellos, de frente a Joaquin.

-¿Como sabes eso?- Joaquin pregunta incrédulo.

-No lo niegas.- dice Ian.

-Es verdad- admito- ¡Sos un psicópata!- le grito.

-¿Y él? ¿Cómo crees que lo sabe?

Me doy vuelta, quedando de frente a Ian.

-¿Cómo sabes eso, Ian?

-Te espíe esa noche. Quería saber si estabas bien y vi cómo te besaba la espalda y luego se hacia el dormido.

-¿Dónde aprendieron a ser tan psicópatas?- les pregunto, incrédula.

-Ves, es un loco -acusa Joaquin.

-Él es el loco, Ángeles, vamos.

-No, vos te quedás conmigo.

-No, ella viene conmigo.

-¡Ella es mía, se queda acá!- grita Joaquin.

Miro debajo de la cama, donde el monstruo señala a la puerta. Despacio y sin llamar la atención me voy. Voy hacia la cocina, luego salgo al patio y me columpio.

-Vete -alguien me susurra.

-Vete -me vuelven a susurrar.

-¿Quién sos?- pregunto.

-Tu monstruo -susurra detrás de mi oreja.

Me doy vuelta y  por un segundo veo sus ojos celestes brillantes antes que desaparezcan.

-Lo haré.

Me levanto y corro hacia las rejas, las salto y cruzo la calle, doblo a la derecha y corro una cuadra antes de cansarme; troto dos cuadras más y doblo a la izquierda. Camino unas cuadras y vuelvo a doblar. Me detengo en una esquina al darme cuenta de que ya no sé donde estoy.

Estoy perdida y sola... ¿o no?

El monstruo debajo de mi camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora