Cap. 14

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Me río, me río fuertemente. Me río por lo que dijo, porque estoy totalmente empapada, porque no sé dónde estoy, porque no sé a donde me quiere llevar el chico, me río porque cada vez estoy más loca, me río porque esto no es verdad, porque todo es un sueño del que me voy a despertar y me voy a reír aun más.

El chico me mira serio, tal vez no sabe qué hacer o cómo reaccionar. Pero, de pronto me abraza. Es uno de esos abrazos de "Todo va a estar bien" o tal vez quiere decir "No estás loca".

Ya no sé qué pensar.

Sólo quiero ir a mi habitación y llorar hasta dormirme.

-No estás loca- me susurra- Todo va a estar bien, vamos, no quiero que te enfermes.

Asiento con la cabeza.

Ahora me da igual si es un psicópata que lee mentes o algo así. Me toma la mano y despacio me guía hasta llegar a una pequeña casa. De un solo piso. Con un lindo patio con muchas flores de colores. Entramos y enseguida me trae una toalla.

No sé de dónde la sacó, ni me importa.

Me cubro los hombros con la toalla.

-¿Quieres un té?

Asiento con la cabeza.

-Primero cambiáte, por este pasillo, la segunda puerta de la derecha.

Miro y hay una pasillo enfrente de mí, a la derecha, una habitación con una mesa y no veo más porque la puerta está entre abierta, a mi izquierda, una sala de estar de la que veo que sale a la cocina. La casa es pequeña, pero linda.

Sigo por el pasillo, mientras toco con las puntas de los dedos las paredes, hasta llegar a la segunda puerta, pero hay dos. Una a cada lado. Miro a la de la izquierda. Miro a la de la derecha.

¿Cuál era?

Me arrimo a la puerta que está a mi izquierda y la abro lentamente. Enciendo la luz al entrar.

Es una habitación normal, una cama, muebles, un ropero. Nada raro. Estoy por salir cuando veo una foto que llama mi atención. Me acerco a verla. La foto es de un muchacho, se nota que es más grande que yo. Rubio, de ojos verdes. Es bastante parecido a mi padre, bueno, a los recuerdos de mi padre, ya que mi no madre, Sara, tiró y quemó todas las fotografías suyas.

Levanto el marco y lo observo más de cerca. Mierda, es igual. Saco la fotografía del marco y la doy vuelta, donde se ve escrito con lapicera negra.

"Daniel, mi muchacho, mi orgullo." y al lado la fecha de la foto.

No hay dudas, es una foto de mi padre.

Dejo la foto sobre el mueble y abro un cajón y reviso. Un paquete de cigarrillos, unos preservativos, llaves, revistas de chicas desnudas...

Cierro el cajón. No hay nada que me interese. Abro el de abajo. Ropa interior y medias; lo cierro y abro el de abajo. Hay un libro y un par de hojas sueltas.

Saco el cajón entero; lo pongo sobre la cama y me siento.

Primero, miro las hojas. Son dibujos. De las seis hojas sueltas, cinco son de una mujer. En dos la mujer está desnuda. A juzgar por el dibujo, la mujer era rubia, ya que de lo contrario, lo hubiese pintado. No hay ningún dibujo con color, todos son a lápiz. En los otros tres dibujos, la mujer lleva vestidos largos, con grandes escotes. El otro dibujo, el cual no es de una mujer, es de un lugar, rejas; parecen las de un cementerio o algo así, parecen descuidadas. Sólo es eso, unas rejas negras.

Nada de esos dibujos me llama la atención, tal vez quién habrá sido esa mujer y qué habrá sido de mi padre. Abro el cuaderno. 

En la primera página lleva algo escrito con una lapicera azul.

El monstruo debajo de mi camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora