Cap. 3

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Me despierto. Aún no ha sonado mi despertador.

Esta vez no me desperté por algún ruido. Es raro, tal vez sea la costumbre.

Estoy acostada boca arriba, intento moverme hacia la mesa de luz para ver la hora, pero no puedo. Estoy completamente paralizada. Intento gritar, pero tampoco puedo.

¿Qué pasa? 

Intento moverme, pero es en vano.

Solamente puedo mover los ojos. Miro a mi alrededor. No hay nada, todo está oscuro.

Sigo intentando moverme, pero ahora despacio, tal vez así lo logre.

Nada funciona.

De pronto, la ventana que está a mi izquierda se abre lento de par en par.

Otra vez el hombre sombra no, por favor, no.

Intento moverme, esta vez con desesperación. No consigo mover nada.

El hombre sombra se va acercando despacio hacia mí. Se queda quieto a los pies de mi cama. 

Y aquí estoy, paralizada con un hombre sombra a los pies de mi cama. Nada más normal.

Cuando creí que eso era todo, el hombre sombra empieza a tironear despacio mi sabana.  Una vez que la saca por completo me agarra los pies y empieza a tironear despacio. Comienzo a gritar fuertemente, pero ni un solo ruido sale de mi boca. Sus manos me arden. Sigo tratando de gritar lo más fuerte que puedo, hasta que un gemido sale de mis labios. En ese momento una cosa negra sale de debajo de mi cama. Sus ojos celestes están furiosos. El hombre sombra deja de tironear, mira al ser de ojos celestes y luego sigue tironeando. Miro a los ojos celestes y trato de hablar, pero no puedo, intento con todas mis fuerzas. Hasta que logro que la palabra salga de mis labios : "Ayúdame".

En ese momento los ojos celestes brillan intensamente y una boca se forma. Está sonriendo. Me da impresión porque es una larga sonrisa blanca sobre un rostro totalmente negro y unos ojos celestes demasiado brillantes.

El hombre sombra me suelta y yo logro moverme, me siento y miro mi pierna. Tengo unas marcas sobre mis tobillos al rojo vivo. Me arde, pero no me importa, solo me importa que el hombre sombra se aleje.

No sé que hacer. El hombre sombra mira hacia el ser de ojos brillantes. Me levanto y me pongo tras los ojos brillantes y le tomo la mano.

Sus ojos se iluminan mucho más. La habitación queda completamente iluminada por sus ojos. 

El hombre sombra desaparece tras la ventana, la cual se cierra estruendosamente.

La puerta de mi habitación se abre de golpe. Es Joaquin en bóxer. 

El ser de ojos brillantes se escurre bajo mi cama. La luz se enciende de golpe, pero parece que Joaquin no se dio cuenta.

-¿Qué sucede? ¿Estás bien?

-Sí, estoy bien Joaquin, el viento abrió y cerró mi ventana- miento de improviso.

Miro disimuladamente bajo mi cama y veo los ojos celestes. Sonrío al ver que ahora tiene una boca rara, como la del gato de "Alicia en el país de las maravillas", pero al menos sé que está sonriendo.

Joaquin va hacia la ventana.

-¿Como pudo abrirla el viento si está cerrada con la traba?

-Porque cuando se cerró la trabé, genio- miro su ropa interior y me tapo los ojos- ¡Degenerado! ¡vestíte cochino!

-¡Cierto!- exclama Joaquin- perdón, ya, bueno... voy a vestirme... aunque claro...voy a mi habitación... ya no.. Buenas noches- dice cerrando la puerta.

Me río ante lo idiota que es a veces.

Me siento en mi cama.

-¿Puedes salir?

No obtengo respuesta, pero luego de unos segundos el ser que ahora tiene una boca grande y terrorífica sale.

Se para frente a mí.

-Siéntate- golpeo levemente el colchón a mi lado.

Se sienta al lado mío. Me inclino un poco a la derecha para quedar frente suyo.

Lo examino un poco. Me acerco despacio para observarlo de cerca. 

El ser se queda inmóvil.

 -¿Qué eres? ¿Tienes nombre? ¿Por qué ahora tienes boca? ¿Quién era el que apareció hace un rato?

El ser se me queda viendo sin expresión en su rostro. Al parecer, cuando esta serio su boca desaparece o algo así.

-¿Por más que ahora tengas una boca, sigues siendo mudo?

Pestañea.

-¿Puedo ponerte nombre?

Pestañea.

Pienso un rato largo, pero no se me ocurre nada.

-Bueno, no se me ocurre nada- me río.

La boca aparece en su rostro y es como si se intentara reír.

-¿Cuantos años tenes?- me mira- Eso me lo podes responder, tenés manos.

Sonríe levemente, levanta ambas manos y sus diez dedos, luego baja cuatro.

Pienso unos segundos.

-¿Tenés dieciséis años?

Pestañea.

-¿Tus años son diferentes a los míos, algo así como con los perros?

No responde.

-Bueno, me olvido que solo es sí o no -sonríe levemente de nuevo, sonrío yo también- ¿Tus años son como los míos?

Pestañea.

-¿Desde cuando estás aquí?

Se queda quieto unos segundos, luego me señala y hace una seña con las manos.

-¿Desde que era pequeña?

Pestañea.

-¿Debajo de esta cama?

Pestañea dos veces.

-¿Estuviste debajo de otras camas?

Pestañea una vez.

El ser señala una pequeña cuna, un souvenir del primer año de Gabriel, que está sobre el escritorio.

-¿Estuviste debajo de una cuna? 

Pestañea.

-¿De quién?

El ser me señala.

El monstruo debajo de mi camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora