17- Amenaza

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Nada más cruzar el puente, se dieron cuenta de que algo no iba bien. Corrieron lo más rápido que pudieron hacia el lugar de dónde provenían las voces. Llegaron a casa de Jack y vieron a todo el pueblo en su puerta. Unos maldecían, otros gritaban y otros lloraban.

Ádrian e Isaac se fueron abriendo paso entre la multitud y pronto vieron un cuerpo tendido en el suelo sobre un charco de sangre. Anne lloraba, arrodillada sobre el pecho de su marido. Roger se acercó a Isaac en cuanto lo vio aparecer.

—¡Roger! ¿Qué ha pasado? —preguntó Isaac llevándose la mano al pecho y apretando su capa.

—Se han marchado hace solo unos minutos.

—¿Quién ha sido? —Ádrian se tapó la nariz con la mano para evitar el olor de la sangre. Apartó la vista del cadáver y miró a Roger a los ojos—. ¿Qué ha pasado aquí?

—El líder de los Shartan ha aparecido con unos cuantos vampiros y... —Roger dejó de hablar al ver algo extraño en Isaac. Parecía agitado y los ojos verdes empezaron a teñírsele de rojo—. Isaac, ¿te encuentras bien? —El vampiro también lo miró. Isaac abrió la boca dejando ver sus colmillos y un gruñido salió de su garganta.

—¡Maldita sea! —Ádrian lo placó antes de que llegara al cuerpo sin vida de Jack y dio un salto con él en los brazos. Aterrizó en el tejado de la casa y volvió a dar otro salto alejándose aún más. Todos los que vieron la reacción de Isaac se quedaron petrificados.

El vampiro se lo llevó lejos del pueblo y se adentró en el bosque. Isaac forcejeaba, fuera de sí, intentando escapar y volver al lugar. Ádrian no quería hacerle daño, así que continuó apretándolo entre sus brazos en vez de dejarlo inconsciente. Entonces, sintió los colmillos del joven atravesarle la garganta. Soltó un gemido y apretó la cabeza de Isaac contra su cuello, permitiéndole saciar su sed. Cuando lo notó más calmado, lo apartó. Isaac volvió en sí enseguida y miró al vampiro, aterrorizado.

—Ádrian, yo... Jack —tartamudeó.

—Ya ha pasado. —Le envolvió de nuevo con sus brazos y escuchó los sollozos de Isaac.

—Jack ha muerto y yo iba a...

—No pienses en eso. No has hecho nada de lo que debas arrepentirte. No le has hecho daño a nadie.

—Ha sido horrible. —Las lágrimas empapaban sus mejillas.

—Lo sé, Isaac, lo sé. —Lo apartó con delicadeza y besó su frente—. ¿Ahora entiendes por qué no quería hacerlo? —Isaac asintió con la vista perdida—. Ya no hay vuelta atrás. Debes reponerte y volver con los tuyos. Tenemos que enterarnos de lo que ha ocurrido y explicarles por qué has actuado así. Seguramente estarán pensando que te he convertido. —El chico hundió el rostro en el pecho de Ádrian y agarró con fuerza su capa—. No puedo volver, me odiarán.

—Lo entenderán. Ellos te quieren y te respetan.

—¡¿Cómo van a seguir haciéndolo después de lo que les he mostrado?! —Levantó la vista y miró al vampiro, furioso.

—Lo harán. —Le acarició la mejilla limpiando sus lágrimas con el pulgar y sonrió suavemente—. Confía en mí.

Isaac lo miró a los ojos intentando descifrar algo a lo que llevaba demasiado tiempo dándole vueltas.

—¿Por qué me siento tan confundido cuando estoy a tu lado? —susurró, y se detuvo a escasos milímetros de su boca. Podía sentir el aliento helado del vampiro y su respiración precipitada—. No es por la sangre, ¿verdad?

Ádrian negó con la cabeza y acarició sus labios en un breve beso.

—Pensé que era el único que se sentía así... —dijo antes de volver a besarlo.

Bajo la piel del vampiro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora