19- Víspera

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Isaac despertó entre los brazos de Ádrian y con la cara enterrada en su cuello. Un hambre voraz se le despertó nada más sentir la fragancia del vampiro. Sin tener tiempo siquiera de pensar, los colmillos aparecieron tras sus labios y se hincaron en el frío y duro cuello de su acompañante, que abrió los ojos, sobresaltado, al sentir la presión. Isaac gemía mientras la sangre se deslizaba por su cuello, yendo a parar a cada rincón de su cuerpo y haciéndole recuperar fuerzas. Ádrian sostuvo la cabeza del chico dejando que calmara su sed, cada vez más insaciable, pero pronto empezó a sentirse débil e intentó apartar al joven, que no parecía volver en sí y seguía succionando. Finalmente, Ádrian tuvo que empujarlo con fuerza para que lo soltara. El chico gruñó y cayó al suelo de espaldas.

—Si sigues bebiendo, me matarás —dijo el vampiro llevándose la mano a la herida del cuello. El joven se incorporó y lo miró. Entonces, los recuerdos le volvieron a la mente y desvió la mirada, con las mejillas encendidas. Ádrian, al ver su expresión, decidió no mencionar el tema—. Pronto anochecerá y necesito alimentarme antes de que lleguen los vampiros. —Se miró la mano y la cerró en un puño—. Estoy demasiado débil.

—No debería haber bebido de ti. Lo siento —murmuró Isaac.

—Tú también necesitabas alimentarte, y mejor que haya sido de mí. —Le sonrió con gentileza y la habitación quedó en un incómodo silencio, hasta que alguien golpeó la puerta. La voz de Roger sonó tras esta.

—¡Abrid! —Ambos se miraron e Isaac se levantó del suelo.

—Espera. —El vampiro se interpuso entre él y la puerta.

—Es Roger, no va a hacernos ningún daño. —Al ver que Ádrian no cedía, se cruzó de brazos y lo miró a los ojos—. Es mi familia, nadie va a hacerme daño, y a ti tampoco. El sol todavía no se ha puesto, así que no corremos peligro de que los vampiros estén ahí fuera. ¿Quieres tranquilizarte? —El vampiro suspiró y se giró hacia la puerta.

—Yo abriré. —Giró la llave y el pomo lentamente, y abrió con sumo cuidado. Solo Roger estaba allí y llevaba dos botellas en las manos. Las alzó y se las entregó al vampiro.

—Entre todos hemos reunido esta sangre. Creo que habrá suficiente para ambos. —Miró de reojo a Isaac.

—¿Es vuestra sangre? —preguntó Ádrian.

—Aún está caliente.

—¡Roger! —gritó Isaac—. ¿Por qué?

—Tenemos una guerra que ganar y necesitamos vuestra ayuda —respondió clavando la vista en los ojos del vampiro—. Si no estáis en plenas facultades, no serviréis de nada, y la muerte de Jack y la de los demás habrá sido en vano. —Volvió la vista a su hijo y le sonrió—. Eres quien más está dando en este asunto. Sé que no te gusta que te ayuden y que no quieres ver a nadie sufrir. —Roger se acercó lentamente a él, apoyándose en su bastón, y le puso la mano sobre el hombro—. Esta guerra es de todos, hijo. Deja que los demás también pongamos de nuestra parte.

—Pero... —Isaac se sonrojó y agachó la mirada— no hacía falta que...

—Os agradezco vuestra aportación —dijo el vampiro atrayendo sus miradas—. Dudo que el chico pueda probar vuestra sangre sin sentirse culpable por ello, pero, puesto que ya ha desayunado, me beberé las dos botellas. Sería una lástima no aprovechar este regalo. —Isaac lo fulminó con la mirada y el vampiro le respondió con una sonrisa.

—Espero que te dé suficiente fuerza para ayudarnos en nuestra causa. —Roger se dirigió hacia la puerta—. No dejas de ser un vampiro, pero todos confiamos en ti. —Ádrian le sonrió y asintió con la cabeza, e Isaac se dirigió hacia la ventana y abrió un dedo la gruesa cortina para ver al sol ocultar sus últimos rayos tras las montañas. Roger aprovechó su distracción para acercarse un poco más al vampiro y susurrarle al oído—: Cuida de él, por favor. —Salió por la puerta lentamente y la cerró con un golpe seco.

—¿Quieres ir fuera mientras me tomo esto? —dejó una botella sobre la mesita y abrió la otra.

—¿De verdad piensas hacerlo?

El vampiro encogió los hombros.

—No voy a desperdiciarla.

—Me das asco —gruñó, y se dirigió hacia la puerta.

—¿Hace unas horas no podías resistirte a mí y ahora te doy asco? Deberías aclarar tu mente. —No sabía por qué le hablaba así, lo último que quería era hacerle daño. El chico se detuvo antes de abrir la puerta y guardó silencio frente a ese comentario. El vampiro suspiró, cambiando el tono a uno más amable—. Salió de ellos, yo jamás les pedí su sangre. —Isaac abandonó la habitación y el portazo que dio resonó en los oídos del vampiro—. Tal vez sea yo quien deba aclararse... —murmuró antes de llevarse la botella a la boca y dar un largo trago.

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Bajo la piel del vampiro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora