Parte sin título 18

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Tenía un ipod en su mano y unos auriculares. Sonreí – quiero que escuches la música que yo escucho y que simplemente nos desconectemos de todo – asentí. Tomó la copa de mis manos y la dejó en la mesita de noche. Se recostó sobre la cama y me invitó. Me recosté a su lado con timidez. Me entregó uno de los auriculares y el otro lo puso en su oreja. Presionó los botones y una canción en italiano comenzó a sonar. Sonreí mirándolo y el giró su cabeza para mirarme a los ojos también y dedicarme una sonrisa dulce. Nos quedamos escuchando otras canciones italianas, hasta que comenzó a reproducirse ''Let her go'' de Passenger. Sentí un nudo en mi garganta, podría llorar. La mano de Martin se movió a la mía y la acarició suavemente. Me acerqué a su cuerpo, pasé mi brazo sobre su abdomen y apoyé mi cabeza en su hombro. Su pecho subía y bajaba lentamente , mientras que podía sentir sus latidos. No quería que ese momento terminara. Quería congelarlo y vivir esto por el resto de mis días. Sus dedos acariciaron mi cabello con cuidado y se me erizó la piel. Martin, el dueño de mis insomnios y de mis sueños ¿quién lo imaginaría? Me miró y sonreímos, acercándonos lentamente a nuestra debilidad. Nos besamos lentamente, con la canción de fondo, con nuestros corazones acelerados y nuestras mentes hechas un desastre. En la oscuridad, sobre la cama de Martin, con dos copas de champaña en la mesita de noche, con invitados riendo en el patio, con música en nuestros oídos, besos apasionados y muchos pensamientos nuestras cabezas. Ése momento no tiene precio. Se alejó lentamente de mi boca y sonrió - baciami per il resto della mia vita- susurró. Sonreí.

Mi piacerebbe bacio per il resto della mia vita e del mondo – respondí con seguridad. No pestañeó. Se quedó con la boca abierta mientras yo sonreía como torpe – Martin- dije luego. Seguía sorprendido hasta que tomó mi rostro con sus manos y me besó con ganas. Me encantaba cuando hacía eso. La noche se resumió así. Leímos un par de revistas de decoración, nos tomamos fotos graciosas y jugamos a las luchas. Algo simple pero muy dulce.

Hasta que mi alegría desapareció y mi mundo se derrumbó más allá del suelo.

Buenos días – dije sonriendo mientras acomodaba mi vestido. Marie me miró con preocupación.

Hola cariño – dijo con una sonrisa muy débil. ¿Qué pasaba? – Martin no está – aclaró. Alcé una ceja sin comprender – me dejó una nota que decía que tenía que ir a Estados Unidos y que lo sentía mucho por no haberme avisado pero era urgente – tragué despacio.

¿Qué? – dije a punto de desmayarme – no lo puedo creer, ayer hablamos y lo pasamos muy bien, yo, es que , no puedo creerlo, me dijo, no lo mencionó – Marie se acercó y me abrazó.

Toma – dijo – si quieres lee la carta – mis manos se sacudían despacio y estaba segura de que alguna lágrima se asomaría en menos de cinco segundos. Abrí el papel. Todo estaba en italiano pero había una parte que decía ''Que Diana lea esto'':

'' Diana. Sé que jamás me perdonarás por esto pero tenía que hacerlo. No tengo la capacidad de entrar a tu habitación, abrazarte y decirte ''adiós''. Ojalá que puedas perdonarme aunque lo dudo, yo no lo haría. Quiero decirte que fue una de las mejores noches que he tenido porque nunca me había sentido tan conectado con alguien. Eres y serás muy especial Diana, para mí y para muchas personas más. Tengo que ir a Atlanta porque no hay más opción y lamento tanto haberte dejado así. Quiero que cuando vuelvas, hagas tu vida como eras, sonrías, cantes y hagas todas esas cosas divertidas que la Diana que llegó a Roma hacía. Nunca te olvidaré, eso grábalo en tu mente y bueno, è stato un piacere conoscerti ''- Punto final. Doblé el papel y cerré los ojos de un segundo a otro. Que sea una pesadilla.

Diana- escuché y abrí los ojos pesadamente. Antonella, Marie e Ian estaban mirándome preocupados. Me levanté pero Ian me sostuvo.

Con cuidado – dijo acariciando mi brazo. No era una pesadilla. El papel estaba en el sofá, Martin no estaba. Miré al suelo totalmente traumada.

Iré a buscar un vaso de agua – dijo Marie alejándose. Ian me movió hasta el sofá y no me presionó para hablar. Tome el papel y lo lancé lejos con ira. Antonella se mordía el labio nerviosa. Marie se acercó y me entregó el vaso de agua, bebí lento.

Es un vestido muy bonito – dijo Antonella y sonreí. Ella no tenía la culpa pero detestaba que fuese hermana de Martin, se parecían mucho.

Gracias – dije con voz ronca - ¿qué ocurrió? – pregunté. Marie se acercó y suspiró.

Te desmayaste de la impresión supongo – me respondió. No podía tragar la noticia y mi corazón de vidrio se había caído al suelo, rompiéndose de inmediato y estrellando mis ilusiones con fuerza.

¿Quieres ir a comer helado o a tomar fotografías? – preguntó Ian tratando de relajarme.

No, gracias – dije suspirando.

Pues deberías – dijo Ian mirándome – te quedan pocos días en Roma, no me pagues así – sus palabras me tocaron y lo miré a los ojos - ¿Qué dices?- preguntó.

Bien – dije poniéndome de pie. Antonella se movió con rapidez para sostenerme pero le indiqué que estaba bien. Subí al dormitorio para ir por mi cartera. Estúpido Martin. Subí al auto de Ian y llegamos a una heladería que estaba en el centro. Suspiré – chocolate – Ian sonrió.

Chocolate bañado en una sonrisa extra por favor – habló y traté de sonreír – Diana- dijo llamando mi atención – hey – lo miré – sé que debes estar rota en tu interior y claro, estas enamorada de ese chico pero no puedes dejar que tu viaje sea en vano – mordí mi labio y miré al suelo – a todas las personas les han roto el corazón, desde falsas ilusiones hasta divorcios, eso sí que es serio pero eres joven, hermosa, divertida y eres afortunada porque tuviste la oportunidad de venir – lo miré a los ojos – Si Martin realmente es tu media naranja, la vida hará que se vuelvan a encontrar, quizás mañana o quizás en diez años más pero déjaselo al destino- Ian era muy sabio – no presiones al tiempo y toma los riesgos, la vida es una Diana, úsala antes de que se expire – quise llorar y sonreí. Lo abracé y cerré los ojos.

Gracias Ian – dije – eres un muy buen amigo, muy sabio y dulce – el asintió.

Lo sé – dijo con diversión – ahora come ese helado o terminaré el mío y devoraré el tuyo en menos de lo que crees – reímos. Ian me ayudó mucho, me distrajo y me llevó a pasear. Conocerlo fue una de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Los días pasaban y mi estadía en Roma se iba agotando. Ya estaba arreglando mi maleta y mis documentos. Tenía una idea en mi cabeza pero no estaba segura de traerla a la vida o no.

Antonella – le indiqué con mi mano. Ella sonrió y se acercó a mí – podemos hablar – pregunté con timidez.

Claro – dijo guiañandome un ojo. Entró a mi cuarto y nos sentamos sobre la cama.

¿Has cometido locuras por amor?- le pregunté esperando con ansias su respuesta. Ella sonrió y sus ojos brillaron.

Sí, varias – reía – una vez, me escapé a las dos de la madrugada para ir a ver al chico que me gustaba y valió la pena porque me tenía un osito de felpa y un pastel con mi nombre – contaba – fue una de las cosas más cursis pero tiernas que me han pasado – asentí.

Necesito tu ayuda – dije con seguridad. Ella alzó las cejas.

Cuenta conmigo – dijo tomando mis manos.



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