Seguimos conversando y Xavier me interrumpió - ¡Diana! – dijo y todos miramos – te buscan – dijo apuntando y vi a un sujeto avanzar un paso. Martin.
Era
Martin.
Martin.
Estaba de pie con su mirada frágil.
Aquí.
No me olvidó.
Mi corazón se detuvo por un microsegundo que parecía un año. Mi mente funcionaba en cámara lenta y mi voz no salía. Estaba en shock.
Hija – dijo mi madre confundida – ve a hablar con tu visita, nosotros seguiremos la conversación. Mi vista no salía de la figura de Martin mirándome con sus ojos tristes y sus manos juntas de una manera muy tímida. Mi madre no lo había reconocido. Gracias al cielo. Traté de ponerme de pie pero no podía, todos mis sentidos estaban bloqueados por su presencia y no podía creer lo que estaba sucediendo.
No puede ser – dije en voz baja y mis amigas me miraron con duda. Con dificultad, caminé hasta la puerta y con un nudo en la garganta miré a Xavier.
Hablaré con él – dije acariciando su brazo. Xavier asintió y se dirigió a la mesa otra vez. No podía hablar. No podía mirarlo. No podía creerlo.
Diana – dijo con su voz grave. Mis ojos ardían y comenzaría a llorar en cualquier momento. Llevé mi mano a mi pecho y aguante las lágrimas.
Salgamos – dije abriendo la puerta pero mi madre escuchó.
Hija, yo ya me iba – se puso de pie y mis hermanos la siguieron – tus hermano irá a la casa de su amigo Patrick y tu hermana irá de compras con Alice – ambos asintieron.
Nosotras también – hablaron a coro mis amigas. Las miré confundidas y me guiñaron un ojo. Arreglaron las cosas y se despidieron con un abrazo y un beso en la mejilla. Xavier sonrió y caminó hasta su departamento sin antes decirme ''cualquier cosa, estoy al lado''. Quedamos Martin, yo y Cake jugando con una pelota.
Sé que estás más confundida que nunca – dijo Martin – tuve que preguntarle a Antonella tu dirección y no la tenía, luego tuve que contactar a Ian, tu amigo y el me la dio luego de varios intentos – explicó – tengo mucho que explicarte – negué.
No – dije seca – no sufrí en vano – aclaré – tuve días grises por tu culpa Martin – sus ojos se afligieron – debes ir a hacer tu vida, ahora porque si sigues acá, será más difícil para mí – confesé. Se acercó.
Déjame hablar – su voz me acarició los oídos – fui un estúpido, un idiota, un imbécil, un egoísta, un enfermo y más – hablaba – me equivoqué, cometí un error y todo por querer un futuro seguro – alcé una ceja sin comprender – mi padre – dijo – es que , quiero hablar en un lugar cómodo. Te invito a cenar – negué.
Ya comí – trataba de ser lo más dura posible y es que me extrañaba no haberme desmayado de la impresión.
Déjame invitarte – insistió.
Martin ¿te das cuenta? – hablé – estoy en shock, no puedo creer que estás acá, frente a mí, mirándome e invitándome a comer ¿Qué diablos ocurre contigo? – alcé la voz - ¿te afectó la boda? – miró al suelo – no me molestes más por favor.
Diana – su voz diciendo mi nombre me afectaba más – déjame explicarte todo por favor – pidió – si quieres, me dejas contarte y nunca más te molestaré, te dejaré en paz y nunca volverás a saber de mí – cerré los ojos unos segundos.
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Te encontré en Roma.
Romance'' Si la vida te da oportunidades únicas, debes tomarlas. Son como aventuras que tatuarás en tu memoria''.