A minutos de pisar mi tierra. Busqué mi bolso de mano y miré mi teléfono. Diez y quince de la mañana. Hice el ajetreo y busqué a mis amigos y a mi madre entre las personas. Traté de quitar de mi cabeza el recuerdo de la primera vez que vi a Martin en el aeropuerto con Marie. Entrecerré los ojos preocupada hasta que una mano en el aire me distrajo, era mi madre. Sonreí y corrí con dificultad por la maleta y los bolsos. Nos miramos y sin pensarlo nos abrazamos con mucha fuerza. Eso necesitaba. Un abrazo de mamá. Besó mi mejilla y acarició mi rostro.
Hija – habló – te extrañamos mucho – sonreí y miré al costado. Ahí estaban mis hermanos y mis mejores amigos. Los abracé uno por uno. Caminamos hasta el auto y reí al escuchar a mi madre totalmente emocionada contarme todo lo que había ocurrido mientras yo estaba viajando – y compré unos cojines que te encantarán, se verán espectaculares en tu cama y además, una manta que ... - mi hermano la interrumpió.
Mamá, ya, deja que Diana nos cuente sobre su viaje – reímos y mi madre negó con la cabeza.
Lo pasé increíble – dije mirando hacia la calle, aunque sabía que mi corazón estaba herido aún.
¿Roma es romántico? – preguntó mi amiga Denisse. Mala idea, pensé.
Es hermoso – dije jugando con mis dedos – todo es muy bonito, hacía mucho calor y comí bastante helado y pizza – reí.
¿Cómo son las personas?- preguntó mi hermana. Otra pregunta indeseada.
Todos son muy agradables – expliqué – conocí gente increíble, me hice muy amiga de un chico llamado Ian, creo que se los comenté por un correo electrónico - aclaré – muy agradables todos – sonreí.
¿Y cómo está Marie y Martin? – preguntó mi madre. Otra vez esa puñalada en mi indefenso pecho. Suspiré.
Marie es una mujer grandiosa y muy dulce – sonreí – y bueno, Martin, es – pensé unos segundos – guapo, astuto, culto y muy extraño a su manera – dije sonriendo – y Antonella, muy simpática – mi madre sonreía.
Deben estar tan grandes – habló mi madre – y muy lindos – mi cabeza repetía ''SÍ, MUY LINDO''.
Tengo fotos – dije apuntando mi bolso – ahí podrás ver a todos – ella asintió con alegría.
Espero que Antonella no sea tu nueva mejor amiga – burló Denisse y reí.
Tú lo eres y lo seguirás siendo – reí y ella me lanzó un beso en el aire. Llegamos a casa y mi madre tenía una especie de bienvenida con mi padre y más amigos. No podía dejar de sonreír.
Supongo que ya manejas el italiano – dijo mi padre mientras todos ponían su atención en mí. Reí.
Muy poco – dije con el vaso en la mano – fanculo – exclamé y comencé a reír – ciao, bella, baciami, pizza – todos rieron – no me cuesta entenderlo pero hablarlo me complica – todos asintieron.
''Yo podría ser tu profesor de italiano'' – la voz de Martin apareció en mi cabeza, recordándome como me hacía sonreír y sonrojar cuando íbamos a cenar.
¿Diana? – preguntó mi madre – íbamos a pedir pizza pero pensé '' Quizás Diana no quiera comer otra pizza que no sea de Roma'' – reí – entonces, compré hamburguesas y otras cosas. La abracé.
Nunca es suficiente para la pizza – burlé y mi madre aplaudió. Hoy dormiría en la casa de mi madre, así que subí a la que era mi habitación con mis amigas para poder hablar con privacidad. Les conté sobre Martin y ellas atentas escucharon toda mi historia. Denisse me abrazó.
Tómalo como un amor de verano – dijo acariciando mi espalda. Me separé.
Sí – dije acomodando mi cabello – una buena historia – Carla, mi otra amiga, sonrió.
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Te encontré en Roma.
Romansa'' Si la vida te da oportunidades únicas, debes tomarlas. Son como aventuras que tatuarás en tu memoria''.