4: "Sinceridad"

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Volví a mi cuarto en un estado de confusión extrema y como quien empaca para irse de vacaciones tomé mi mochila y guarde mi campera negra. Me cambie el pijama, me puse unos pantalones y botas sin taco hasta la rodilla y un jersey lila, me cepillé y peiné. Mi cabeza daba vueltas, no entendía, estaba en un estado de shock, y a pesar de los gritos desgarradores al otro lado de la puerta cerrada yo me miraba en el espejo, quería irme de ahí pero no reaccionaba.
Tocaron la puerta de mi cuarto. Nada, no me moví.
-¡No salgas de ahí Lia!- una vpz conocida me despertó de aquel trance. Era la voz de Marcus. Sacudí mi cabeza, tenía que salir, ayudar a mis compañeros.
Al abrir la puerta y ver en lo que el exterior se había mi mandíbula se aflojó, estaba boquiabierta. Unas criaturas de piel grisácea gateaban y trepaban las paredes a todo velocidad, envolviendo en un extraño líquido plateado -parecía aluminio-.
Entre la multitud de chicos gritando vi a Marcus, estaba alejando a las criaturas, las golpeaban con un pedazo de madera que al extremo tenía filo. Detrás de él estaban Verónica, Bruno y Mila.
-¡No tenías que sal...
Ya no pude escuchar nada más, una flecha en mi espalda me adormeció y caí dormida al suelo.

*****

Mis ojos empezaron a abrirse lentamente, una punzada en mi cabeza provocó que me escondiera el rostro entre mis manos.
-Ay- me quejé.
-Shhhh- me callaron. Levanté la cabeza, eran Verónica y Marcus.
-¿Dónde estamos?- pregunté con la voz muy débil.
-¿Cómo vamos a saberlo?- respondió con un bufido Marcus-. Nos obligaron a ir con ellos.
-¿Y por qué fueron?- pregunté.
-Para que n...
Una joven entró a la oscura habitación de cuatro paredes de acero. Llevaba un pañuelo en la cabeza, era calva, sus ojos verdes parecían dos esmeraldas con el contraste de su pálida y grisácea piel y sus ojeras tan oscuras. Sus labios estaban cortados y su sonrisa era débil y triste.
Se acercó a nosotros y nos dejó un plato de arroz y un vaso de agua a cada uno. Marcus lo pateó y rompió el plato. La chica se sobresaltó.
-T-te ent-tiendo- tartamudeó ella juntando los restos de comida y cerámica.
-¿Qué le hicieron a Bruno?- el tono de voz de Marcus era amenazante y tranquilo. Verónica echó a llorar.
-Está bien- dijo acercándose a Verónica.
-¡No la toques!- exclamé desesperada y descubriendo que una cadena rodeaba mi tobillo.
-S-solo ib-ba a consolarla- respondió ella, podía ver sinceridad y sufrimiento en sus ojos, aún así quería que se mantuviese lejos de ella.
La puerta del cuarto volvió a abrirse y Bruno entró, se tambaleaba, tenía cortes profundos y golpes. Se descompensó y cayó al suelo. Verónica lo atrajo hacia ella, estaba encadenada y no podía acercarse. Recostó la cabeza de Bruno en su regazó y besó su frente. Posó una mano en su pecho, este subía y bajaba de una manera casi imperceptible. Una lágrima de Verónica cayó en el párpado de Bruno.
Ahora, en el umbral de la puerta había un chico castaño, bronceado y alto, aunque Marcus y Bruno lo pasaban de altura.
-Esto pasa cuando se resisten- dijo el chico señalando a Bruno. Marcus se deshizo de su cadena y sorprendió al extraño acorralándolo y apoyando con fuerza su antebrazo sobre el cuello de su desconocido.
-Marcus, se que no te importa nada de lo que pueda pasarte, pero...- antes de que termine de hablar Marcus lo soltó y se apartó. Aterrizó al lado mio y me quitó mi cadena.
-Gracias- susurré. Él se limitó a sonreír amargamente, y como idiota, mi pulso se aceleró. Nunca me había sonreído sinceramente, su sonrisa era realmente hermosa. Si me sonriera más seguido sinceramente yo... Sacudí la cabeza, ¡que idiota era!
Quitó también la cadena de Verónica. Bruno empezó a entrar en razón. Verónica acarició su cabellera castaña, dejando que la cortina negra que tenía por cabello tapara delicadamente parte de su rostro y parte del rostro ensangrentado de Bruno.
-¿A qué nos trajiste?- exigí. El chico de cabello castaño envió una mirada furtiva a la chica de pañuelo.
-Mi nombre es Julian, ella es Gala- señalo a la chica de pañuelo-. A esta altura me odiarán, los elegí. Ustedes van a ayudarme, voy a rescatar a mis amigos, después de ello, serán completamente libres, podrán volver al domo o bien irse y desaparecer para que nadie pueda volver a encontrarlos jamás.
-¿Y tus amigos?- preguntó Verónica secando sus lágrinas.
-Están con la Ministra Surce, los secuestró.
-¿Ministra qué?- Marcus arqueó una ceja.
-¿Nunca les hablaron del otro domo?- preguntó Gala. Negué con la cabeza-. Bien- suspiró, como preparada para explicarlo todo- . Cuando la radiación inundó el mundo solo dos domos llegaron a crearse. El de la Ministra Stchzon y el domo de la Ministra Surce y su Marido, el Ministro Surce. Yo... yo no estoy contaminada, vivía en ese domo, me protegían. Conocí a Julian, Ángel, Lisa, ellos si estaban contaminados, lo están y créanme, desearía ser así- tosió. Julian se acuclilló a su lado y le dio un vaso de agua, ella bebió un sorbo-. Empecé a tener curiosidad por el mundo que estaba fuera del domo, quería saber como se sentía que el viento golpeé tu rostro y tu cuerpo, así este me matara o no...
-¿Por eso estás calva?- preguntó bruscamente Marcus. Le di un codazo-¿Qué?- dijo alzando las manos, en señal de que no había echo nada malo.
-Eso no se pregunta- susurré regañándolo, él soltó un bufido.
-Es cierto, la radiación me fue destruyendo... pero eso no fue en aquel momento- hizo una pausa-. Cuando mi curiosidad creció por el afuera, también creció por averiguar contra que los enviaban a luchar... Descubrí cosas terribles, cosas que quizás no me atreva a decir jamás. Solo fuí capaz de irme, escaparme. Ellos vinieron conmigo- hizo referencia a a Julian, Ángel y Lisa-, nos siguieron, atraparon a dos de nosotros... -tosió con más intensidad esta vez e hizo una seña a Julian, se levantó y se fue.
-No me importa si nos creen o no, si ustedes cooperan prometo darles la completa libertad para que hagan lo que quieran de sus vidas- se levantó-. Y cooperar es lo mejor que pueden hacer- cerró la puerta bruscamente.
Todos nos quedamos en silencio. Verónica lloraba casi sin emitir un sonido, Bruno estaba a su lado con la cabeza apoyada en el hombro de Verónica. Marcus estaba parado, parecía impaciente, nervioso. Yo estaba sentada, mi cabeza zumbaba y mi espalda estaba dolorida, aún seguía confundida. Que sea un sueño, por favor, un puto sueño, pensaba.

Destruye © [No Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora