9: "Memorias"

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-Deben ser unos cuarenta guardias, Marcus- dije-, nosotros solo somos dos, no podemos contra ellos.

-Si, si que podemos- dijo-, hasta tengo un plan.

-A ver, ¿cuál es tu tan brillante idea?- dije arqueando una ceja.

-Yo libero a Lisa y a Ángel...

-¿Y yo peleo con todos los guardias? Estás de broma, ¿qué clase de droga estuviste consumiendo últimamente? Porque hay que admitir que es muy efectiva matando neuronas- empecé a protestar-. Además, ¿cómo estás tan seguro de que son ellos?

-Los guardias los llamaron varias veces por esos nombres a ambos y respondieron, en el caso de que no lo sean deberías sentirte bien por haberles devuelto a dos personas su libertad.

-De cualquier manera yo no voy a poder sola con CUARENTA guardias- dije enfatizando en la palabra "cuarenta".

-Ese es el trato y no acepto un no como respuesta dijo dándole una patada a una pared y llamando la atención de los guardias, él se escondió.

-Cobarde- murmuré mirándolo. Salí del escondite. Llegaron varios disparos a mi pero logré evadirlos todos. Empezaron a acercarse. Un guardia sujeto mis brazos y otro mis piernas, logré librar mis piernas descargando una fuerte patada en la mandíbula del guardia ,que había sujetado mis piernas, y cayó inconsciente al suelo. Más hombres se empezaron a acercar. Me sujete con fuerza a los brazos del guardia que sostenía mis muñecas, e impulsándome, logré patear su cabeza y tirarlo al suelo inconsciente, también. Otro guardia, este más alto que los demás por una buena diferencia, encestó un puñetazo en mi barriga, pateé su entrepierna y se acuclilló del dolor, sujeté su cabello y le di un rodillazo en la cabeza. Tomé el arma que llevaba y disparé al resto de los guardias en la cabeza, el arma no estaba calibrada para matar, solo desmayar. Antes de que pudiese acercar ya estaba a mi lado Marcus junto a un chico de piel oscura y rastas negras hasta la cintura y una chica de cabello de colores corto arriba y rapado a los costados y atrás, el rostro de la chica estaba repleto de pecas. Sus ojos verdes inspiraban confianza al igual que los ojos chocolate del chico.

-Soy Lisa, él es Ángel- dijo estrechándome la mano. Ángel asintió en forma de saludo-. Fue genial como peleaste.

-Gracias- sonreí. Al salir del pasillo secreto Julian y Bruno estaban esperando. Lisa y Ángel saludaron de manera muy cálida a Julian.

-Eso de recién fue genial- dijo Bruno abrazándome.

-¿Me viste?- dije, ya empezaba a ruborizarme, era muy tímida y no me dejaba del todo cómoda la idea de que me hubiesen visto todos.

-Te dije podías- dijo Marcus sonriéndome. Mi corazón se aceleró.

-Lía- me llamó Julian. Fui hasta donde estaba.

-¿Qué?- dije de mala gana.

-Se que no te agrada todo esto, solo te pido que te quedes con nosotros, que pelees así, y si lo hicieses todo terminaría mucho antes, y el resto de tu vida tendrías una total libertad para elegir que hacer y que no- aclaró su garganta-, solo tendrías que decir acepto, no te cuesta nada. Te damos un techo, comida y cuando todo termine y nosotros ganemos vas a ser libre para siempre.

-¿Y si no ganamos?

-Vamos a ganar si estás en el equipo- dijo-, ¿vas a aceptar?- suspiré y asentí. No tenía nada que perder, y a mi domo no podría volver-. Genial- me dio una palmada en la espalda-. Ahora, a salir de esta pocilga.

Al cabo de media hora ya estábamos en la cabaña de Gala, no habíamos tenido ningún conflicto al salir del domo. Gala y Julian se veían felices de estar con Ángel y Lisa. Verónica hablaba con Bruno y Marcus. El pequeño artefacto de Marcus vibró, parecía un televisor pequeño, era por el cual habíamos visto la muerte de Lara. Recordarlo hacía que lágrimas atentaran con salir de mis ojos. Marcus frunció el ceño e hizo una mueca de dolor al ver la pantalla.

-Hola, Marcus- la voz de la Ministra-, hoy me acompaña Mila- Verónica y Bruno se sentaron a cada lado de Bruno para ver. Me senté al lado de Verónica- ¿Las últimas palabras, Mila?- cuando la ministra terminó de formular su pregunta sentí como se me helaba la sangre, volví a sentir tristeza. Ver a Mila, una persona tan activa sorberse las lágrimas y decir sus últimas palabras antes de morir era desgarrador.

-Bueno...-suspiró, y secando sus lágrimas volvió a sonreír, con sus clásicos labios rojos-. Primero quiero decirles que no vuelvan a este puto lugar sin importar que nos maten a todos, ustedes son los únicos que pueden cambiar algo- la Ministra también sonreía, para nuestra sorpresa-. Quiero desearles lo mejor a todos ustedes, Marcus, Lia, Verónica y Bruno. También quiero avisarles que ayer a media noche mutilaron a Sebastian, creo que cuando lo vi así supe que yo iba a ser la siguiente, pero no estoy mal por eso, lo que más mal me pone es que no te podré hablar más, Marcus. En serio, gracias por todo, fuiste y vas a ser el mejor amigo que tuve en todo el mundo y que por estos últimos minutos tengo. Quiero contarte que si le dije todo a Sebastian... y me besó, y... fue hermoso, por eso se que no estoy mal por morir, se que en ese lindo cielo al que voy a ir voy a estar con él y voy a verte desde las nubes y voy a darte muchas fuerzas. También quiero decirte que uno jamás sabe cuanto tiempo va a vivir, así que te pido que te animes y hagas por fin lo que querías, si fuiste tan valiente en tantas cosas, ¿por qué en esta no?- suspiró y sonrió-. Cuando mi mamá estaba muriéndose me dijo que morir es como dormirse, así de placentero, solo que al despertarte vas a estar acostado sobre una cómoda nube con dos lindas alas de ángel, y de ahí podrás ayudar a todos tus amigos- rió-, se que es así. Los quiero a todos, te quiero mucho Marcus, nunca dejen de pelear, y recuerden: "En un camino siempre hay montañas, lo que importa no es lo que hay al otro lado de ellas, sino la subida por ellas"- besó sus manos y las sopló como si nos tirara besos, ahora sonreía y lloraba a la vez-. Los quiero, te quiero Marcus, gracias por tu amistad- cerró sus ojos y amplió su sonrisa.

-Que conmovedor- dijo la Ministra sarcásticamente, posó el revólver en la cien de Mila y disparó. Mila había muerto, con sus ojos cerrados y sus hermosas pestañas, con una sonrisa y sus mejillas sonrosadas, con su cabello rubio lacio adornándole el rostro. Marcus cerró los ojos y se dejó caer contra la pared, le pasó el aparato a Verónica, se paró y salió de la habitación.



Destruye © [No Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora