15 "Contradicciones"

8 3 2
                                    

     Cuando la tierra zumbó me di cuenta que no solo nos atacaban desde arriba de nuestro escondite, si no que también bajo tierra. 

     - Tenemos que salir del escondite ahora- dijo Marcus quitando las tablas de madera flojas para poder salir.

     - Eso es de suicida- dijo Gala-. Están bombardeando afuera.

     - Están llegando al escondite bajo tierra, por eso zumba la tierra- dije pensando que quizás la Ministra nos había echo un favor en entrenarnos y prepararnos para situaciones tan extremas en un transportador. 

     - Yo salgo primero- dijo Marcus, luego de unos segundos prosiguió:- No hay nadie acá, salgan. Bruno me ofreció sus manos entrelazadas para que pudiese subir, acepté su ayuda poniendo ahí mi pie y haciendo fuerza para llegar hasta arriba. Las manos de Marcus se cerraron sobre mis antebrazos. Una electricidad desagradable que empezó por mis brazos se expandió por todo mi cuerpo haciendo que me estremeciera. Cuando llegué hasta la superficie lo fulminé con la mirada y aparté sus manos con brusquedad.

     - No me toques, yo puedo sola.

     - Solo te ayudaba- me contestó él alzando las manos mostrándome inocencia. Si, claro. 

     Verónica subió después y detrás de ella, Lisa. Bruno ayudó a subir también a Gala y después subió él. Ángel y Julian subieron casi al mismo tiempo, se empujaban como si también estuvieran compitiendo en eso también. Me maldije, ¿por qué tuve que abrir mi bocota?

     Una bala del exterior rebotó contra un objeto de metal,  la vibración me aturdió, obstruyó mis oídos por unos minutos, cuando me quise dar cuenta Verónica me había levantado del suelo y ambas corríamos junto con todo el resto sin rumbo, escapando de los ataques, de las bombas que caían tras nosotros, con helicópteros que pisaban nuestros talones. Mis piernas sufrieron un calambre repentino que me quitó el aire, mis rodillas se doblaron pero pude recomponerme rápidamente. Mi sudor era frío. Mi vista se dirigió a mi brazo herido, el veneno ya estaba haciendo cada vez más efecto, iba a morir si no conseguía algo para curarme rápido. Correr y moverme aceleraba el proceso.

     El camino se bifurcaba, pero en vez de optar por uno de los dos caminos Lisa nos guió a todos por el medio de ambas decisiones, porque eso eran, esos caminos eran decisiones que tenían que ser tomadas rápido. Cuando algunas bombas empezaron a caer sobre el bosque al que habíamos entrado, los árboles comenzaron a incendiarse, ardían en llamas. 

     Caí al suelo. Verónica acudió a mi para que levantara. Marcus se había girado y detenido, nos miraba. 

     - No paremos- dijo Verónica ayudándome a correr con algo de dificultad.

    Algunos guardias entraron y nos seguían, algunas flechas llegaban hasta a rozarnos la piel, pero las ramas de los árboles hacían el mayor trabajo. Al menos yo podía decir que las ramas se habían quedado con generosos pedazos de mi piel. Gala tosió, cada vez disminuía más su velocidad. Cayó desmayada al suelo, por unos segundos mi corazón dio un salto en pensar que se había muerto pero pronto pude ver como su pecho subía y bajaba con normalidad. 

     Dos guardias nos alcanzaron, una de sus flechas llegaron al pie de Lisa, ella aulló, Ángel ni siquiera se fijó si ella estaba bien. La flecha no se había enterrado completamente, solo la punta, así que ella misma la arrancó de su pie y la puso en su arco, disparándole al mismo guardia que la había lanzado.

     - Te devuelvo tu favor -gritó clavándole la flecha en su ojo derecho. El hombre había muerto. Su compañero, lógicamente furioso, nos tiró una granada encima, afortunadamente ya habíamos echado a correr cuando eso ocurrió.  Llegamos frente a un río, los helicópteros ya no se veían, se habían marchado ya, aunque claro, no sin despedirse con una bomba de veneno. Cruzamos el río de manera vertical, el agua hacía tanta fuerza que podía habernos arrastrado fácilmente si no hubiéramos puesto nuestro cien por cien de fuerza. Llegamos al otro lado, otro bosque espeso.

     - ¿Para qué cruzamos el río?- dije.

     - Dos motivos- contestó Julian que acostaba a Gala contra un árbol-, el primero para escapar y el segundo porque la dirección que nos mostraste en aquel papel es por aquí.

     Luego de esa contestación por parte de Julian nadie más habló, caminamos en silencio, quizás toda la noche sin emitir una sola palabra, sin parar de movernos para poder alejarnos lo máximo que se podía de la Ministra y sus bombarderos. 

     - Descansemos un poco, pero sin dormir- dijo Lisa sentándose en el suelo sin esperar que nadie hiciera nada-. Estoy demasiado cansada- tomó una botella de agua y volcó su contenido en la boca. Cuando se quitó la botella, ahora ya casi vacía, de sus labios emitió un sonido de como si se hubiera refrescado. Todos tomamos agua, Julian me alcanzó una pastilla y le dio a Verónica un frasco de vidrio y una jeringa.

     - Hay que inyectarte eso- me dijo-. La pastilla es un calmante para después.

    - Yo no puedo, le tengo pánico a las agujas- dijo Verónica.

    - Yo menos- dijo Bruno atajándose. Lisa se sentó delante mío y tomó el frasco con la jeringa, cargó la primera y se inyectó el líquido en la lastimadura del pie, la provocada por la flecha, limpió la aguja de la jeringa y me la dio. 

    - Te toca- me dijo ofreciendo una sonrisa. 

    - Mejor voy yo- dijo Marcus quitándole la jeringa de las manos a Lisa.

    - ¿Te dieron un flechazo?- le preguntó Lisa.

    - Cuando echaron la bomba de veneno se clavó un metal en mi costilla- dijo.

    - No me di cuenta.

    - No pensé que tuvieran el remedio- Se encogió de hombros y alzó solo unos pocos centímetros su remera para poder inyectarse el líquido dejando al descubierto un abdomen firme. Aparté mi mirada, ¿eso a mi qué me importaba? Hizo una mueca de dolor. 

    - ¿Duele?- pregunté preocupada en mi brazo, ya me ardía lo suficiente como para sumarle algo más.

    - No- dijo Lisa.

    - Si- dijo Marcus con una mano extendida hacia mi con la jeringa y su aguja de nuevo limpia. Suspiré aceptando que me dolería. 

    Tomé la jeringa limpiándole de nuevo la aguja, Marcus soltó una risa seca que denotaba cansancio.

    Inyecté el contenido del frasco en mi lastimadura, imposté mi voz para poder hablar:

    - Duele como la mierda, Lisa.


    Luego de que termináramos de descansar, no lo suficiente, seguimos nuestro camino hacia el lugar que el papel que aquella mujer me dio. Solo esperaba de que hubiese comida, bebida, un baño donde asearme y una cama para dormir. Dormir toda mi vida, eso estaba deseando en ese momento. Marcus balanceaba sus brazos y soltaba bufidos. Bruno pateaba el suelo como si este le hubiera echo algo, Verónica canturreaba. Julian y Ángel peleaban por quien cargaría a Gala más tiempo y Lisa iba caminando al lado mío. 

    La mano de Marcus rozó la mía, un escalofríos recorrió mi espalda y me alejé con dramatismo se volteó a verme con el ceño fruncido, su mirada lo decía todo: "¿Y ahora que te hice?". Me daba igual, lo odiaba con toda mi alma, ¿verdad?


Destruye © [No Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora