Capítulo 23: "Destruye" - FINAL

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- ¿Y ahora qué? -susurró Marcus.

- Ahora tenemos que pelear contra nuestro domo.

- ¿No te da... miedo?

- Sí, claro, pero sino rescatar a todos habrá sido en vano. Ángel habrá muerto para nada... Si llegamos tan lejos tenemos que terminar con todo esto.

- Si no conseguimos irnos rápido vamos a transformarnos en esas cosas... 

- Irremediablemente tendremos que pelear si queremos irnos.

- Habían cadáveres de bebés, de mujeres, hombres; te juro, eso era un cementerio. No entiendo como pueden hacer eso, matar así porque sí. Es decir, se que quieren poder pero, ¿qué problema pueden causarles quince bebés y sus respectivas madres? Ya están todos asustados, no hace falta seguir haciéndolo.

- Están enfermos. Es la única respuesta que se me ocurre. 

- Julian dijo que enviaron un mensaje.

- Sí, lo escuché. Dijo que teníamos que estar preparados.

- Dijo mañana... 

- Tranquilo, no va a pasarnos nada.

- Una cosa es superar unas pruebas estúpidas en el transportador pero ir a... asesinar, es distinto.

- Al menos no podrán obligarnos a matar a nadie porque todos están de nuestro lado, todos quieren ser libres. Son dos ministras y un secretario...

- Y un ejército de contaminados que se convirtieron en monstruos.

- Ay, Marcus, ¿no ves que estoy tratando de mantenerme calmada? Yo no se siquiera que seamos suficientes para enfrentarlas, son muy fuertes y están dementes, no les importará matar a quien sea. Somos unas diez mil personas y aún creo que ellos tienen más oportunidades, nuestras balas son contadas y a esos monstruos es terriblemente difícil siquiera perforarles la piel, no pensemos en matarlos... Además, ¿cómo va a accionarse el transportador?¿y si quedamos en la nada? 

Marcus soltó una risita.

- ¡No te rías, idiota! Ahora estoy más nerviosa que antes por tu culpa.

Lía sintió como él entrelazaba sus dedos con los de ella. A pesar de que se relajara un poco más, eso no era suficiente para deshacer el nudo en su estómago y los latidos constantemente acelerados de su corazón pensando solamente en quien sabe lo que pasaría al día siguiente. Quizás esa era su última bocanada de aire, su última inhalación, su última exhalación... su último día con vida.

Iban a ser las dos de la madrugada. 

- ¿No vas a dormir? -le preguntó Marcus a su lado.

- No creo que pueda...

- ¿No vas a intentarlo?

- No por ahora.

Y dejó caer su cabeza sobre las piernas de Lía. 

Al final, no pudo dormirse en toda la noche, siquiera estaba cansada, simplemente agotada de todo deseando que lo que tuviese que pasar sucediera lo más rápido posible, que todo acabara rápido. 

La tristeza terminó por arruinarla por completo cuando vio como les daban cuchillas a los niños pequeños. «No, ¿qué están haciendo? ¡Son niños!» quería gritarles, pero también era cierto que debían aprender a defenderse de lo que fuera lo que fuese tendrían que enfrentar. Inspiró hondo.

Cuando llegaron frente al domo en el que Julian había estado pudo ver a ambas presidentas y a su secretario cubiertos por una horda de hombres armados con las mejores cosas. Apenas pisaron el campo, todos arremetieron contra ellos. Los primeros en caer fueron los niños y ancianos que estaban en el primer camión. Los dos restantes se movieron del lugar para irse más lejos y que no los pudieran alcanzar. Tras los cascos que los soldados llevaban Lía veía a personas con los ojos llorosos y arrepentidas pero aún así no dejaban de atacar, entonces se dijo a si misma que conseguiría que todos esos niños crecieran en un mundo limpio, seguro, sin importar si tenía que arriesgar su cuello para conseguirlo.

Destruye © [No Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora