5: "Misión"

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   Tenía un bloqueo. Un bloqueo masivo en mi cuerpo. No podía moverme ni pensar. Todo lo que ese chico había contado me parecía estúpido de creer.
  Entonces, ¿contra qué nos enviaban a pelear?¿porque morían tantas personas hasta el punto de que de quinientas personas solo volviesen dos o tres? Un escalosfríos recorrió mi espalda. Estaba intentando dormir en aquel suelo frío en aquella oscura habitación. Verónica estaba a mi lado, ella tampoco dormía. El único que estaba descansando era Bruno, su cabeza estaba sobre el vientre de Verónica, así era la única manera de ver indefenso a un chico de casi dos metros. Marcus no estaba y no había vuelto aún.
  -¿Para qué nos quieren?- murmuré.
  -No lo sé, voy a terminar volviéndome loca- sonrió amargamente y agregó-: ¿Y si algo le paso a alguno de nuestros compañeros? Nos llevaron justo cuando...- se detuvo. Clavé mi mirada sobre la suya.
  -¿Justo cuando qué?- insistí.
  -No, nada- respondió- ¿Y cómo estás?
  -Estás queriendo evadir el tema- adiviné.
  -No, es que...
  -¿Justo cuando qué?- volví a insistir.
  -Llegaban hombres armados y pegaban tiros a ningún lugar en particular...
  -¿Eso pasó?
  -Si, Lia, era horrible, debiste ver sus expresiones de horror- cerró los ojos con fuerza.
  -Porque tuve que dormirme...
  -Te dieron una dósis de somnífero como para un elefante, ¿qué querías?- resopló.
  -Ya sé...

********************
  Ya había amanecido, en algún momento de la noche me había quedado dormida. Mi cuello y mi espalda estaban contracturados. Verónica y Marcus no estaban. Bruno estaba en un rincón intentando bendarse la espalda.
  -¿Te ayudo?- le pregunté.
  -Si, por favor.
  Me acerqué a donde estaba. Me mostró la lastimadura que tenía, esta se extendía del omóplato derecho hasta las costillas  de la izquierda. Era un tajo en diagonal, en algunos sectores supuraba.
  -¿Está feo?- me preguntó.
  -¿Verdad o mentira?
  -Verdad.
  -Horrible.
  -Gracias, creo.
  -Me pediste que no mienta.
  -Sip, no puedo quejarme.
  Miré la venda que me entregaba.
  -Hay que poner alcohol para que no se infecte más- le expliqué mientras humedecía la gasa. Apoyé con cuidado la venda sobre su lastimadura sangrante (y en partes supurante). Se quejó.
  Marcus entró con una canasta y se sentó al lado de Bruno.
  -Tu ojo está asqueroso- le dijo.
  -Amo la sinceridad que tienen- contestó sonriendo levemente.
  -El idiota ese te manda esto- dijo Marcus dándole a Bruno una pastilla y una botella de agua-. Creería que es un analgésico...
  Bruno tomó la pastilla sin quejarse -¿Dónde estuviste?- le preguntó a Marcus.
  -Me pidieron que los ayude- contestó él.
  -¿Y los ayudaste?- le pregunté. Negó con la cabeza y levantó la manga de su remera roja dejando a la vista una herida profunda.
  -Mierda, eso si está feo- murmuró Bruno.
  -Por lo menos la lastimadura no me llega del omóplato a la costilla- protestó Marcus.
  -Te hicieron un agujero en el brazo- dije.
  -Si, ya sé, no es que no me haya dado cuenta.
  -¿Qué te pasa?- le preguntó Bruno.
  -Me pasa todo, ¿no vieron ya dónde estamos?¿en las condiciones en las que estamos?- parecía exasperado-. Además, no tenemos ni la más remota idea de como o donde están nuestros amigos- se paró y dirigió a la puerta, antes de irse me miró y me dijo-: Deberías revisarte el hombro- salió.
  Me paré.
  -¿Te vas a quedar?- le pregunté a Bruno, el asintió- Okay- salí de la habitación y una cálida luz me invadió, se sentía distinta a las luces de los transportadores, a las luces artificiales. Era la luz solar, era tan hermosa que jamás me lo habría imaginado así.
  -Buen día- Gala me sonrió. No le contesté. Desconfiaba, de ella y de Julian, y sabía que Marcus también por la manera hóstil con que los miraba.
  -¿Y Verónica?- pregunté.
  -Afuera- contestó Julian.
  Fuí hasta la puerta de entrada, la abrí y salí. Más de esa luz me iluminó, esa calidez que irradiaba me hacía sentir reconfortada, como si el sol me abrazara. Pisé fuera, bajo mis pies césped, a mi alrededor árboles, un lago, arbustos, y arriba, destacando por su turquesa embriagador: el cielo.
  Parecía que hubiese sido ciega toda la vida y de repente hubiera recuperado la vista, miraba aquel hermoso mundo emocionada, asombrada y enamorada de él. Reí. ¡Ese mundo era lo más hermoso qye alguna vez en mi vida había visto! Me quité las botas y las medias rapidamente. Pisé el suelo descalza, el césped. Corrí hasta el lago y remojé mis pies allí, una brisa corrió e hizo que mi cabello suelto bailara en el aire. Y lo supe: ASÍ SE SENTÍA LA LIBERTAD, ASÍ SE SENTÍA ESTAR FELIZ.
  Y lo comprendí, todo el tiempo intentábamos por medio de maquillaje ser hermosos, cuando en realidad, para alcanzar la belleza teníamos que intentar, no solo tener el corazón más puro que pudiésemos, sino también ser libres y salvajes, porque así son las cosas hermosas en este mundo, como el viento, la naturaleza, los sentimientos, como el amor...
  Volví a reir. Verónica apareció detrás mío.
  -Ya perdiste la cordura, Lia- me dijo sonriendo y acercándose a mi.
  -¡Es hermoso!- exclamé, eufórica. Alcé mis brazos, uno a cada lado de mi cuerpo, el viento volvió a soplar.
  -Si, lo sé- rió-. Bueno, señorita, ¿le gustaría ayudarme a buscar alguna fruta?
  -¿Dónde?¿hay un restaurante?
  -No, tonta, crece en los árboles. Supongo que si nos privaban de mucho en el domo, ¿no?
  -Si...
  -¿Ya pensaste?
  -¿En qué?
  -Si vas a ayudar a Gala y a Julian o no. Yo acepté- se encogió de hombros-. Marcus también... y Bruno.
  -Creí que Marcus no había aceptado.
  -Lo que no aceptó fue otra cosa.
  -Oh- dije-. Voy a aceptar, dijeron que cuando ya hubiera terminado todo, seríamos libres. No quiero volver al domo, es horrible estar ahí encerrado, ahora que conozco esto mo puedo dejarlo, no quiero y no lo haré.
  -Marcus dijo lo mismo- sonrió-. Llegué a la conclusión de que se parecen mucho- arqueó una ceja-. Juntos podrían hacer grandes cosas...
   -¿Otra vez con eso?- dije algo incómoda, aunque no dejaba de sonreír.
   Julian salió de la cabaña donde estábamos y dijo-: Hoy comienza la misión, ¿vas a aceptar, Lia?- asentí a lo lejos, él hizo un movimiento de cabeza y entró de nuevo.
   Claro que iba a aceptar, ahora era libre, iba a proteger esa libertad con uñas y dientes...

Destruye © [No Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora