Conseguir una habitación cerca de la estación de metro de Wembley Park era lo que necesitaba para llevar a cabo sus planes. Precisamente, el lugar elegido para instalarse estaba a dos pasos de un espléndido cibercafé abierto las veinticuatro horas que se convertiría en su refugio. Podría atrincherase ante las pantallas de los ordenadores. Era un multiespacio en el que pasaría completamente inadvetido entre multitud de gente que entraba y salía. Justo lo que necesitaba.
Además de una sala grande de ordenadores, disponía de de un autoservicio de cafetería donde podías ver la televisión todo el tiempo, con buenas butacas y una pantalla enorme con conexión a canales internacionales.
El local estaba a dos calles. La entrada principal estaba en la fachada delantera y, detrás había otra más modesta por la que entraban los reponedores de las máquinas de café y bocadillos y pro la que también se podía entrar y salir. Nadie te impedía el paso.
No podías ser más idóneo.
El hotel estaba justo al lado de esa salida trasera. Era un lugar sórdido, donde se hospedaba gente de procedencia incierta y dudosa ocupación. Llevaba dos días instalado y nadie se había fijado en él, circunstancia que convertía aquel hotel en ideal para sus planes.
Ni siquiera le habían puesto pagas al llegar, cuando le pidieron la documentación y entregó las fotocopias retocadas. <<Como estoy a un paso y no quiero arriesgarme a perder los originales llevo encima las fotocopias, es más seguro>>, se justificó. El chico de la recepción se limitó a encogerse de hombros sin pronunciar ni una sola palabra. <<Estaré aquí un par de semanas>>, añadió él. <<Cobramos por adelantado>> - respondió secamente el recepcionista-. Al contado- , añadió sin levantar la vista.
Mucho mejor. Dejó el dinero exacto, en metálico, sobre el mostrador y le dijo que no necesitaba recibo. El empleado se limitó a contar los billetes y guardarlos en el cajón. Agarró una vieja libreta de anillas y escribió la fecha, el nombre del recién llegado y la cifra cobrada. Todo en una sola línea idéntica a otras que había escritas en la misma página.
<<Bien- pensó- no consto en el listado oficial de clientes. Estos llevaban una caja B y les da igual cómo me llame. No debo ser el único que pasa por aquí con documentación falsa...>>
Mucho más fácil de lo que había imaginado.
Ahora era un ciudadano anónimo y eso le proporcionaba una cierta felicidad, una sensación nueva y maravillosa.
Sonrió por primera vez en muchos meses. Se sentía libre.
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One Direction: La Novela
FanfictionTrata sobre Álex, joven e inquieto periodista de la revista Global Pop, recibe un encargo de altos vuelos. Su directora le da una oportunidad que no puede desaprovechar: Seguir a One Direction en su gira, que comienza...