Llegó el momento de encontrase con su proveedor. Tenía que llevar el dinero encima, en efectivo, y hacer exactamente lo que le habían dicho. Su contacto había insistido mucho en ello: <<No te salgas ni un milímetro de las instrucciones que te han dado o enviarás al traste toda la operación. Esta gente no está para bromas>>.
El Wembley Stadium es un lugar inmenso con zonas muy poco transitadas, prácticamente desiertas, al menos los días en que no hay acontecimientos deportivos, conciertos ni eventos, y sobre todo en la parte sur, la que da a Sherrans Farm, por donde pasan las vías del tren.
Para contactar con él habían usado un teléfono móvil con el número oculto. Tenía prohibido tomar notas de nada; debía memorizar el lugar exacto donde tenía que esperar a recibir más información. Pero no era tán difícil. Dio un par de rodeos, comprobó que nadie lo siguiera y encontró con facilidad el punto exacto en el que tenía que esperar más instrucciones: justo al lado de una antigua cabina telefónica roja, sin cristales y sin teléfono...
Pasó allí un buen rato allí de pie, solo, con la única compañía de unos pájaros que sobrevolaban los árboles buscando insectos que llevarse al pico. Estaba empezando a molestarle el viento. Había salido del hotel cuando aún brillaba el sol y echaba en falta una chaqueta. Se frotó los brazos para entrar un poco en calor y ese gesto le recodó que nadie lo abrazaba nunca desde la muerte de su madre. Sin embargo, estaba enamorado como un loco de aquella chica que había conocido unos años antes y no quería renunciar a ella. No había podido olvidarla. Tenía que ser su novia algún día. Con ella...
Las chicas ni lo miraban, pero ella sí ; ella lo saludaba todos los días cuando se cruzaban por la acera. Era preciosa... Era...diferente. Se enamoró desde el primer día que la vió. Una tarde se atrevió a dar el primer paso y hablarle, y la acompañó hasta la puerta de la academia. Otra tarde se le volvió acercar y la invitó al pub a tomar un refresco con él. <<Así practicas inglés>>, le dijo. Tuvo que insistir un poco pero, al final, ella aceptó quedar con él a salir de clase. Se encontraron en el pub de la esquina. Al principio pasaron un buen rato, pero cuando empezó a sincerarse y a contarle su vida ella cambió el gesto. Lo fue cuando le pidió que fuese su novia. <<Lo siento, pero perdona... Aún no he cumplido los quince, ni siquiera sé si debería estar aquí contigo. Apenas nos conocemos y, de verdad que lo lamento mucho. Yo...de verdad que lo siento.>> Y lo dejó allí con sus esperanzas hechas trizas. Entonces, ¿por qué había aceptado quedar con él? ¿Por qué se vestía cada día con esas faldas tan cortas? ¿Por qué lo provocaba con aquella sonrisa? Sólo quería burlarse de él. Era como las demás...
¡Miserable!
El timbre de su móvil lo devolvió al motivo por el cual estaba allí.
-Deja el dinero debajo del listón suelto del suelo de la cabina - le ordenó la voz -. Márchate, da una vuelta completa al estadio y regresa. Si está todo tal como lo hemos acordado, encontrarás tu paquete bajo la misma madera. No hagas tonterías que te estaremos vigilando. Ya sabes lo que tienes que hacer. Su contacto le había advertido que fuera con mucho cuidado, que no intentara engañarlos o perdería algo más que el dinero. Eso hizo exactamente. Entró en la cabina, levantó un listón suelto, dejó allí el sobre con los billetes y volvió a colocarlo en su lugar. No alzó la vista del suelo y salió de allí enseguida pero a paso lento, con las manos fuera de los bolsillos, bien a la vista, para dar un rodeo a todo el estadio. Tardó casi cuarenta minutos en volver. A su regreso lo encontró todo como lo había dejado, excepto que alguien se había llevado el sobre con el dinero y en su lugar había dejado un bulto de unos veinte centímetros, envuelto en un trapo blanco.
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One Direction: La Novela
FanficTrata sobre Álex, joven e inquieto periodista de la revista Global Pop, recibe un encargo de altos vuelos. Su directora le da una oportunidad que no puede desaprovechar: Seguir a One Direction en su gira, que comienza...